17 de febrero de 2015

FRAGMENTO 64

FRAGMENTO 64
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

En dos semanas vi la luz al final del túnel, como dicen, tras veintitantos años de vivir como alimaña vapuleada en callejón sin salida. Dos mudanzas en quince días. Apareció Hércules. Murió Papito Leo. Hércules Volvió a la cárcel. Doña Juanita desapareció por deseo propio. Me ascendieron a editora. Podría tener tres apartamentos.
Yo temía otro infarto cerebral de Leo y, mire, murió de un ataque al corazón. Disculpas por el juego de palabras. Hércules se vio obligado a ejecutar ese estraick al corazón. No lo celebro, ¿ajá?... Voy a contarle cómo sucedió y el contexto para que norme su criterio, como dicen. Cuando menos hasta donde yo sé.

Esa es la historia a grandes rasgos, licenciado García-Corral, y puedo ampliársela según lo que usted necesite saber. He tomado muchas notas para escribir de mi vida. Pasajes y diálogos con mi esposo, los cuales yo consideré de interés… No por geniales, o simpáticos por léperos, machistas y misóginos. A lo mejor sus arranques de furia o sus enseñanzas de vida, como las llamaba él, no tengan vela en el asunto, como dicen, pero otras anotaciones sí. Podría ampliar la historia... Cuanto guste y mande.
Por cierto esa frase le desagradaba a Papito Leo. Era de mi madre, de doña Natalia, y a lo mejor de mi abuela quien se la inculcó a ella, o de  mi bisabuela y… etcétera. Un día le dije a Leo, comillas, lo que gustes y mandes, comillas. No era primera vez. Pero sí mal momento. Bueno, él solo tenía malos momentos.
––Petacona, sentemos jurisprudencia ––empezó como de buenas, tras pasarse el tubito de crema por los labios––, abstente de decir lo que gustes y mandes. Es de personas colonizadas. Yo puedo ordenarte. Pero dime lo que gustes y mandes de manera consciente.

Hizo una pausa para ver si escuchaba. A los cuatro o cinco años de casados, aún le ponía atención. Yo deseaba contribuir al buen entendimiento. Nacieron las niñas y contribuí pero a largarnos de su mazmorra. Ya no aguantaba su chiqui, chiqui, chiqui.

No hay comentarios:

Publicar un comentario