27 de julio de 2009

Lunes 26 de julio del 2009

TURBOCRÓNICAS
Propuesta indecorosa
¿Cómo hacerle para beber sin problemas de conciencia, maestro? ¿Lo resuelve la doble A? ¿De dónde viene la tortura? ¿Por el daño físico y el económico? ¿Asunto ético? Si fuera convencionalismo, ¡a la porra! Entras a la taberna doce treinta como Clint Eastwood en “El bueno, el malo y el feo” y sales como Jack Lemmon en “Días de vino y rosa”, o bandeas como Pedrito Infante en “La mujer que yo perdí”. Pasas en taxi inadvertido ante los vecinos cuchicheantes.

Cierta vez Gusgús me dijo carajo cómo te quejas. Si eres alcohólico asúmelo. Estábamos en los prolegómenos de la bendita sanación, vía sendas espumosas. Él con una de media y yo de un cuarto, en vaso para evitar el engasamiento. Sí, hasta eso cuido. Entre más engasado, las dosis posteriores de vodka aumentan... Este verano siento en la garganta el agua quina fría enriquecida con el “agüita”.

No es queja, le dije a Gusgús. Es crítica, flagelo, y empuñé el caldo de camarones, luego de sacar el bagazo tomándolo de una punta del bigote rojo. Aparte de la carga de la “cruz”, debido al trago adulterado del día anterior, sentía al diablillo con su trinche puntiagudo sobre el hombro izquierdo, picoteándome el magín. Asumido está, le dije a Gus. De reojo, en el hombro derecho, vi al angelillo de la conciencia tapándose las orejas con sus delicadas manos de mampo.

Cuando contesté afirmativo noventa y nueve por ciento del cuestionario de la doble A, observé que podía agregar si no cincuenta preguntas veinte. Ese cuestionario data de cuando los dos bolos visionarios descubrieron la terapia. Creo recordar a uno durmiendo la mona en el piso bien acarballado. ¿De dónde vendrán esos remordimientos si, como dices tú, Guillermo, en el umbral de la tercera edad estamos salvados?

Fundemos una variante de la doble A. La sección BIP (Bolos Inclasificables Pacíficos). Con terapia sobrellevaríamos el mal como lo sobrellevan quienes padecen la enfermedad progresiva y letal. Si la hay para el bien morir, ¿por qué no para el bien beber? Tenemos el eslogan, la divisa. ¿Tenemos? Acuñaste con ingenio y capacidad de síntesis la frase: “Una hora o cien pesos”. Claro según la inflación. El tiempo debe ser inmodificable. Sesenta minutos y cuanto cueste. Sin más. ¿Cómo nos llamarían? ¿Bebedores sociales? Autodefinido como antisocial, yo no. ¿Bebedores fuertes? Si lo fuéramos ¿dónde está la fortaleza para desculiatornillarnos una hora después?

GARBANZOS DE A LIBRO
Juan Carlos Onetti
Libro de 67 cartas
a los 100 años de su nacimiento


Cuando el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994) perdía a una mujer o se separaba de ella solía decir: “Soy un tipo sin relación en el mundo”, porque dependió de las mujeres para funcionar en la vida cotidiana. El modo que tenía de relacionarse con el mundo era mediante la escritura, porque todo lo que hacía era escribir y escribir. Respecto a su fama de huraño, áspero y hasta prepotente, su cuarta y última mujer, Dorotea Muhr, con quien estuvo casado cuarenta años, declaró que el autor de “Juntacadáveres” era “un ser inteligente y muy humano”. “Onetti carecía de preparación académica pero, al igual que Rulfo, tenía intuición”, declaró el investigador uruguayo Hugo J. Verani. “De algún lado les viene algo ancestral”. A propósito de los cien años del nacimiento de Onetti, el investigador recopiló la correspondencia (67 cartas) dirigidas de 1937 a 1957 al crítico de arte argentino Julio E. Payró, recién publicado por ediciones Era. El título del libro es “Juan Carlos Onetti. Cartas de un joven escritor. Correspondencia con Julio E. Payró”. A Verani lo entrevistó Arturo García Hernández para La Jornada.

LOS GARBANZOS
En octubre aparecerá en español la biografía de Gabriel García Márquez, Nóbel 1982, escrita por el británico Gerald Martin, informó Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano… “No tengo nada que decir sobre el hecho de que Obama apoye mi trabajo salvo que estoy encantado”, declaró Joseph O’Neill (Irlanda, 1964). El presidente de EE.UU. recomendó la novela “Netherland” (El Aleph) y desde hace dos meses está en la lista de las más vendidas… Habla la escritora francesa Fred Vargas (57 años), que asistió a la Semana Negra, en Gijón, España: “No es por provocación, pero me agrada hacer novelas leídas por todas las categorías sociales, fáciles de leer. Me gusta que mis novelas sean populares…” Publicará “Un lugar incierto” (Siruela)… Acuse de recibo: El Búho, director René Avilés Fabila, año10, número 109, 6 de julio 2009, con entrevistas a Guillermo Ceniceros y a Elena Poniatowska, y las firmas de Bernardo Ruiz, Martha Bátiz, Marcela del Río, Roberto Bañuelas, Guillermo Samperio, Roberto Bravo, Martha Chapa, Roberto López Moreno, Patricia Zama, Víctor Manuel Camposeco, Miguel Ángel Muñoz, José Francisco Conde, Carlos Bracho y Salvador Novo.




22 de julio de 2009

Jueves 23 de julio del 2009

Morir de Periodismo, pervivir en la literatura*
Víctor Manuel Camposeco**
La novela es la forma literaria que ofrece al escritor el más amplio espacio narrativo para expresarse, a diferencia de las demás formas literarias. Existen poemas muy extensos, tan extensos y hasta más que muchas novelas, claro, como La Divina Comedia o La Ilíada, por ejemplo, pero se trata de las excepciones a la regla; y dichas obras son excepcionales en todos sentidos. Por el contrario, puede ser hasta una reiteración decir: “un cuento corto”, pues no existe un cuento que no sea, relativamente, corto, que si bien es más difícil de dominar que la novela, dicen los expertos, justo por su brevedad, su indispensable unidad anecdótica, sus exigencias estructurales y lingüísticas muy propias, su espacio narrativo es cuantitativamente más limitado que la novela. En la novela siempre se gana por decisión, en el cuento, en cambio, el autor puede ganar por knockout, dice Cortázar. Por muchas otras razones más, actualmente es casi imposible definir qué es una novela. Existen muchos tipos o subgéneros: puede alojar todas las formas literarias y nutrirse, por ejemplo, únicamente de la ficción, sólo de la historiografía, o de ambas, puede combinar todos los géneros literarios, ser en parte ensayo, poesía, crónica, autobiografía, biografía, etcétera. Lo que parece cierto es que, en algunos casos, por mucho que se parezca a la realidad, por más que se utilicen nombres propios y características de personas que todos conocemos y hasta anécdotas o hechos de dominio público, siempre será ficción lo que aparece en una novela, son mentiras verdaderas, diría Vargas Llosa. Por más que un personaje se llame Bill Clinton y tenga una amante de nombre Mónica Lewinsky y tengan ambos costumbres muy peculiares, el escritor no podrá ser acusado ni siquiera de indiscreto. Pero igual no se podrá negar que la novela suele ser un testimonio incontestable de una cantidad infinita de sucesos de la vida real. Y aquí llegamos a Morir de Periodismo (Axial-Colofón, 2008).

Además de muchas más afirmaciones que se pueden hacer a propósito de la novela de Marco Aurelio Carballo diré que es una importante novela testimonial para la historia del periodismo mexicano. Gracias a Morir de Periodismo (Axial) tenemos el testimonio de primera mano, la merecida denuncia, la valiente constancia de las fechorías de algunos nefastos personajes que han vivido y mal vivido del periodismo. El texto de Carballo es también un recuento y crónica de cómo muchos jóvenes dejan en el periodismo, a veces, lo mejor de sus sueños de juventud y su talento, a cambio de triquiñuelas e intrigas por parte de sus directores y hasta de algunos compañeros. Jóvenes que ven con impotencia cómo su casa editorial con tanta frecuencia se prostituye con el poder político o económico, o con ambos; también es la novela de Carballo la historia de chicas y chicos que maduran casi prematuramente frente a ese oficio que es como una droga cuya dependencia les exige todos los días textos escritos de prisa sin demérito de la imposible perfección. Poco a poco sus escritos se convierten en un diario de la realidad y de ellos mismos.

En países como el nuestro los hechos cotidianos son un aluvión de experiencias con frecuencia muy duras y peligrosas como ser corresponsal de las guerras civiles de la región, escribir sobre la delincuencia organizada o denunciar a personas tan indecentes como peligrosas. Todo ello y más está allí en la novela de Carballo. Por igual disfrutamos en las páginas de Morir de Periodismo de la nostálgica rememoración de aquellos a quienes les ha sido conferida la gracia, el talento periodístico, la lealtad al oficio y a los amigos en un medio laboral apasionante como ninguno, en el que todos los días se vive, en la primera piel, cada palpitación de los hechos más importantes del mundo, de la política nacional, del país, y la vida personal de quienes construyen y han construido, y a veces destruido, nuestro periodismo. Allí está en Morir de Periodismo la diaria agonía del cierre de la edición, de la nota que debe salir al día siguiente y no después, de la cotidiana selección natural, darwiniana, de los periodistas en una profesión difícil por necesidad, que prescinde casi a diario de algún compañero que no pudo con las inflexibles exigencias del oficio.

Morir de Periodismo es una novela felizmente extensa, que aborda a menudo asuntos delicados, digamos, para el periodismo, la política nacional e internacional y hasta sentimentales propios y ajenos al autor, como personaje. No obstante, está escrita sin juicios sumarios contra nadie, sin resentimientos y sin prejuicios de ninguna índole, además con gran habilidad estilística y perfección sintáctica cargada de buen humor y saludable ironía. Su gran oficio del manejo del idioma explica porqué Carballo fue Jefe de Información y fundador del periódico unomásuno, experiencia que ahora novela. Como lo sería después de la revista Siempre!, por más de quince años, y luego del desaparecido periódico El Nacional. Pero vuelvo a la novela Morir de Periodismo: Carballo logró escribirla justo con el tono literario que demanda la historia, es muy acertado el lenguaje de quienes nos cuentan la historia tal y como la vieron y vivieron, en su calidad de narradores testigo. Todos tienen voz propia sin llegar a saturar las páginas y utilizando escasamente el diálogo, lo que es un logro estructural muy interesante.

Morir de Periodismo me parece que es una novela dialógica por excelencia, es decir, la novela de Carballo permite a los personajes su desarrollo individual más allá de los controles férreos del autor, con lo que Carballo logra que el discurso propio de cada personaje adquiera la máxima fuerza y dimensión posibles. En la novela de Carballo ello se logra con una estructura narrativa eficaz y un lenguaje sencillo sólo en apariencia, pues la novela está organizada acertadamente y los personajes son dotados de los registros lingüísticos y coloquiales necesarios, y los estados de ánimo propios de su condición humana particular.

Utilizando el método de narrar una misma anécdota desde distintos puntos de vista, que podemos llamar el método Rashomon porque así se hace en la memorable película de Kurosawa de 1950, las secretarias del unomásuno vieron, por ejemplo, cómo una tarde, el director del periódico, que en la novela aparece simplemente como el “CDG” (ciudadano director general), reglamentariamente borracho, llegó a la Caja del periódico a exigir que le dieran una cantidad de dinero para seguir la farra o pagar la cuenta, no se precisa, pero mientras ellas lo vieron descalzo, otros personajes lo vieron en calcetines y desaliñado abandonar la Caja sin el dinero que demandaba. Diversos hechos, como este, que debemos suponer que realmente sucedieron en el periódico, son narrados de este modo, en abono de la afilada ironía de la que acertadamente hace uso Carballo en toda su obra. Carballo maneja la ironía con una sutileza escasa en la literatura mexicana, tan proclive a los excesos, por otro lado tan frecuente de las literaturas europeas, en especial la inglesa.

Con registro narrativo distinto, es conmovedora la rememoración que hace Carballo de René Arteaga, personaje de la vida real. Sin artilugios literarios, sin lagrimones, destila nostalgia, poesía y cariño por un compañero que por azares del destino dejó el periodismo y esta vida prematuramente. A ratos uno quisiera que la novela hubiera sido más extensa, que Marco Aurelio Carballo nos contara más sobre personajes con los que trató, como Fernando Benítez, por ejemplo, fundador, hasta hoy, de los mejores suplementos culturales de nuestro país. Un hombre simpático, cuentan unos, que solía ser generoso, pero muy selectivamente. Un señor del que hace falta conocer algo más que sólo su hagiografía. Es destacable por igual que Carballo o “el cronista” o “el jefe MAC”, nunca tome partido por nadie y evite asestar juicios absolutos, a veces sobre cuestiones peliagudas, como admitir, o no, sentado a la mesa de Elena Garro en su casa de Madrid, que Octavio Paz le hizo la vida de cuadritos o más improbable aún, que nuestro Nobel le plagió un poema a su hija; o que Becerra Acosta se robó un cheque de miles de dólares que le envió López Portillo para pagar los sueldos de los trabajadores, que desde luego, se quedaron sin quincena. “El Cronista” sólo consigna el testimonio de ciertos personajes, de ciertas fuentes, como buen periodista.

Antes de la novela de Carballo, yo sólo conocía un trabajo sobre este desaparecido periódico unomásuno, que fundara Manuel Becerra Acosta en noviembre de 1977. Es un Informe Académico con que se tituló como periodista, en la UNAM, Catalina Miranda, colaboradora de aquel suplemento cultural del periódico que se llamó sábado; título que utiliza para su magnífico trabajo. Es cierto: sigue circulando un diario que se llama como aquél y quizá hasta tenga un suplemento cultural que se llame sábado, es cierto, pero es a duras penas un fantasma del que en los años setenta y primeros ochenta, nos hizo a muchos lectores pensar que, ¡al fin!, teníamos en este país un periódico moderno, ágil, interesante, crítico, de una izquierda, hoy extraviada, que entonces irradiaba inteligencia; un diario que con entusiasmo salíamos por las mañanas a buscar al puesto de periódicos seguros de que sus reporteras y reporteros gráficos nos iban a deslumbrar con una imagen informativa y bella; que sus cartonistas nos iban a señalar con humor y genialidad crítica el aspecto central de algún tema. Lamentablemente aquel diario está más perdido que Cartago, diría Borges. Hoy quizá ya se olvidó que en aquel suplemento sábado, se publicaron por primera vez textos extraordinarios como la novela de José Emilio Pacheco Las Batallas en el Desierto; como también el inolvidable ensayo de Juan María Alponte “Lou Andreas Salomé”, que gracias a él, despertó en nuestro país el interés por conocerla más y estudiar a esta prematura feminista, amiga de Freud, quien le cambió el nombre y la vida a Rilke; por la cual Nietzsche estuvo a punto de suicidarse y cuya biblioteca asaltaron los nazis en 1937.

Carballo nunca se refiere al unomásuno por su nombre completo, los diversos narradores lo llaman simplemente “el uno”; como tampoco llama por su nombre al dipsómano que lo fundó y luego lo fundió, a cambio, se ha dicho públicamente, de un millón de dólares en efectivo que le pusieron sobre la mesa con tal de que se fuera del país y dejara el periódico en mejores manos, según los estándares del gobierno de Carlos Salinas. Manuel Becerra Acosta (1932) aparece, creo que una sola vez con el nombre de “Manuelito”, y en boca de uno de los múltiples personajes que aparecen en la novela.

En mi niñez, que transcurrió durante los paleolíticos años cincuenta, en Tapachula, solía ir a diario al negocio de un señor que todos los días de la semana vendía periódicos, revistas y libros, junto a la iglesia de San Agustín. Dicho señor que vestía de lunes a viernes una impecable guayabera blanca, los sábados por la noche cambiaba de oficio y vestimenta: entonces estrenaba unos vistosos shorts de tafetán, le ponían unos guantes de box y alegremente se dedicaba a noquear a cuanto pugilista le ponían enfrente, en un ring que instalaban en la cancha de basket de la escuela Teodomiro Palacios. A veces le traían a temibles fajadores de la Arena México, del DF, y sin excepción, al día siguiente los ayudaban a subir al tren, de regreso a la capital, todavía mareados de la golpiza, con las orejas hinchadas como una coliflor. Yo lo sabía porque el ring lo guardábamos en el patio de mi casa durante toda la semana y el sábado entraba gratis a las peleas de box; aquel ring era en la casa nuestro espacio favorito para jugar, aunque nunca aprendí a boxear. El hecho es que entre semana, aquel señor exhibía y vendía toda clase de publicaciones, junto a la iglesia, sobre una tarima del tamaño de una habitación y aquello era para mí un deslumbrante mosaico de portadas de libros, revistas impresas a color y periódicos del que brotaba un olor a tinta fresca que mi memoria olfativa conserva intacta todavía. Allí veía a un chico como de mi edad pero de mayor talla, a quien siempre me pareció que le quedaba chica la ropa, acomodar en la canastilla de su bicicleta, una pila de aquellas revistas, libros y periódicos que luego repartía a ciertos clientes; a veces lo encontraba sentado en un banquito, leyendo novelas junto a aquel mar de publicaciones o por alguna calle de nuestra ciudad en la que entonces vivíamos unos cuantos, pedaleando de regreso al negocio de su padre. Yo le envidiaba la posibilidad de leer lo que le daba la gana sin tener que comprar nada, pero me consolaba leyendo libros viejos en la biblioteca municipal, que estaba en la acera de enfrente, o las revistas, novelas y periódicos que yo iba a comprar allí todos los días para un tío mío, aunque después de que mi tío lo hubiera hecho, claro. Aquel chico y yo nunca cruzamos palabra; años más tarde ambos nos fuimos de la ciudad y no volví a verlo. Varias décadas después nos encontramos, lejos de Tapachula, durante un Festival de Escritores Chiapanecos.

-Soy Carballo, me dijo, con la mano extendida.

-Yo lo sé, le contesté, en mi casa guardábamos el ring en que tu papá noqueó a media humanidad.

* Texto publicado en El Búho, revista mensual que dirige René Avilés Fabila, número 109, 6 de julio 2009.

**V.M. Camposeco es originario de Tapachula, Chiapas. Ha publicado la novela “Correo de Hiroshima”, el de relatos “Cuentos de volada” y un libro de crónicas con el que obtuvo el Premio Nacional de Crónica del Estado de México.

Miércoles 22 de julio del 2009

TURBOCRÓNICAS
La gente feliz no escribe
Conozco bien a colegas como Feliciano. Son casi todos, Gusgús. Prefieren la taberna, y con razón. El estrés mina. El trago relaja. Cuando pones en la balanza aprendo o bebo, esto último vence y pospones lo otro. Para robarle tiempo al trago, siendo periodista, y escribir narrativa, necesitas ser infeliz. La gente feliz no escribe, dice Paul Theroux y Sándor Márai y Ernest Hemingway.

La otra es la soberbia. He conocido a los mejores reporteros de mi promoción. He tenido de jefes a los mejores periodistas de la última mitad del siglo XX. Grandes lectores. Pero no pasan del borrador en cuanto a escritura. Son redactores. Primero por falta de tiempo. Segundo por arrogancia. Tercera porque no les importa. Sólo quieren ser periodistas, pergeñadores del teclazo repentino. Nada los persuadirá de que, escribiendo, pueden ser onanistas contumaces. Satisfacen el ego viendo su nombre y leyéndose cada día. Si descubren errores les vale un diputado porque ese otro día, al teclear, tendrán el vano gozo del conato de masturbación. ¿Por qué todos debieran hacer cuanto hacemos nosotros? Rutila es otro caso. Dice y escribe lo que piensa aunque piense mal. Le falta corregir mucho para pensar bien lo cual se traduce en escribir mejor.

Ese de la imprenta debiera pagarte por haberle hecho su trabajo en tu propio libro. Formarlo. No me atrevo a llamarlo editor. Quién sabe cómo va a compensarte. Si es un canalla, hasta aquí huele, con nada. Estamos igual en el DF. Lo mismo pero a lo bestia. Recuerda, Gusgús, la paga está al escribir. Ese tiempo debemos defenderlo como el Jolopo al peso, sin gañidos caninos.

Quiero llevarte los libros del Taller de ¿hace tres años? Espero no cargar otras cosas para deshacerme de ellos. Ahí tú los repartes. Le escribí a, ¿cómo se llama?... ¡Bilirrubina! Estaba en el DF. Canceló una cita para beber café. No me reprogramó. Aparte de soberbia teme que yo busque un clinch de siete minutos. Para nada. Tiene halitosis. Las chaparritas son buenas compañías en la peda (sic), dice un amigo, porque sirven para sostenerte el trago en la mollera mientras vas a hacer pipí. Así que de vez en vez, de reojo, a Bilirrubina le escrutaba cráneo y coronilla. Haz de cuenta una pelota de fut americano, no a lo ancho, de melón, sino de arriba abajo. Ni para mesita mientras voy al baño, me dije, si pensara como mi amigo. Jamás lo haré. Las feministas me tienen en la mira.


GARBANZOS DE A LIBRO
Malcolm Lowry
“Nunca me sacudí la idea
de que no tenía clase social"

En “Perseguido por los demonios. Vida de Malcolm Lowry”, de Gordon Bowker, (712 páginas, FCE, traducción de María Aída Espinosa Meléndez), el autor de la novela “Bajo el volcán”, publicada en 1947, cuenta que a raíz de su experiencia como grumete en un barco, a los quince años de edad, donde fue humillado, lo acompañó desde entonces el sentido de no pertenecer a ninguna clase social y que “nunca se sacudió de encima ese punto de vista”. Lo mismo se cuenta que Malcolm recibió del escritor Conrad Aiken su opinión sobre unos versos libres del autor de “Bajo el volcán”, según la cual “la libertad llega después del dominio de las formas poéticas no antes”. En el libro hay datos minuciosos acerca de los viajes de Malcolm Lowry, su alcoholismo, sus dos matrimonios, el incendio de su casa y su paso por ciudades, prisiones, cantinas y sanatorios y su misteriosa muerte.

LOS GARBANZOS
“Para seguir adelante hay que leer mucho y ser emprendedor”, dijo Francisco Pérez González, fundador de la editorial Taurus al recibir el doctorado honoris causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo… El escritor mexicano de apellido alemán Francisco G. Haghenbeck declaró que a pesar del dinero que hay en Hollywood 99 por ciento de las películas que hacen son malas, aunque uno por ciento es excelente. El autor participará en la Semana Negra de Gijón, tras publicar su novela “Trago amargo” (Roca editorial), en cuyas páginas hay enojo contra Hollywood porque quisieron comprarle un comic pero le cambiaron y añadieron y “destrozaron mi historia”… A los 79 años falleció en el DF el editor Antonio Ruano, fundador de la editorial Aguilar en México. Nacido en Madrid en 1930, llegó a este país a los 18 años. Tuvo aquí tres hijas y un hijo…Acuse de recibo: “Solar”, número 65, junio del 2009, coordinado editorialmente por Luis Iván Carlos Hernández y editado por el Instituto Chihuahuense de Cultura. Con las firmas de Daniel Sada, José Vicente Anaya, Erandi Montes, Edith Mora Ordóñez, Thelma García, Inet Simental y María Sánchez.



18 de julio de 2009

Sábado 18 de julio del 2009

TURBOCRÓNICAS

Cómo curar el nacionalismo

En mi caso, necesito los porcentajes para hacer cálculos. Me abstengo de publicar un libro hecho al sesenta o setenta por ciento. ¿Qué tantos errores dejé en los primeros por estresado? Quién sabe, porque no los he releído. Si los reedito, los releo. Te reeditan cuando vendes. A lo mejor soy raquitiventas porque los di a publicar cuando iba en cincuenta por ciento de hechura. Así que por lo pronto siento el deber de acercarme al noventa y nueve por ciento. Como cada vez resulta más difícil publicar, entonces las posibilidades de conseguir esa meta suben cada año. Mientras esperas, apastillas, aprietas las frases. Quitas lípidos y excrecencias.

El problema es el tedio tras cierto número de revisiones si trabajas en un sólo libro. Entonces yo lo hago en el número de mamotretos aludidos, en un libro de crónicas y en otro de relatos. Me fastidio de uno y paso al siguiente. Cuando extraño los anteriores, vuelvo a ellos. Así voy acercándome a la meta del noventa y nueve por ciento. Nadie llega al ciento por ciento, y tú lo sabes. No llegaba tu paisa Reyes ni el paisa de Bioy Casares, el maestro Borges, ni Borges mismo. Aunque éste haya dejado pequeños yerros a propósito en sus últimos libros. Quién sabe para qué. Acaso para darle inanes carnadas a sus adversarios envidiosos. Cito a Bioy porque me encantó una frase suya. Nos fascinan cuando piensan como nosotros o de manera aproximada, o nos justifican. Los primeros cuarenta años son los difíciles para un escritor, le dijo Bioy a jóvenes escritores ambiciosos.

A los cuatro o cinco años, empecé a leer narrativa, una noveleta sobre piratas. Pero cometí el error de empezar a escribir a los veintitantos porque nací en el sur. El sur tiene las desventajas económicas de las cuales disfruta el norte, no Monterrey ni Barcelona, donde termina África, dicen los franceses, sino más allá. También tiene la desventaja de medio desarraigarte del sur y mudarte al norte para tener librerías y bibliotecas a la mano. Para curarte el nacionalismo. +

Así que soy hipocondríaco porque si bebo nomás tres pálidos jaiboles a diario quizá el plan de escritura, nueve mamotretos, alcance a concluirlos como anhelo, en noventa y nueve por ciento.


14 de julio de 2009

Lunes 13 de julio del 2009

TURBOCRÓNICAS
La izquierda copetuda


Para Sami David, por el inicio
de su sexto período como legislador.

Antes de ir al punto, maestro Esquinca, veo que ayudaste a debilitar la derecha. Los votos nulos subieron a seis por ciento. ¿Habrá decepcionado el IETU a noventa por ciento de la derecha? El fisco panista devolvió miles de millones por impuestos a los empresarios y a mí me negaron tres mil pesillos porque algunos patrones se guardaron el documento de la retención del impuesto. Importa un diputado esa firulilla, neurotiza el trato al ricachón. Pero la izquierda se reinstalará en Los Pinos. Aunque sea la copetuda izquierda priista, habituada al saco y a la corbata, aun en tiempos de la gripe A H1N1.

Al punto: Roberto Filemón Cruz de León me había contado sobre su nueva carrera de licenciado en Derecho, tras la carrera de ingeniero agrícola. El mérito es mayor con su vasta experiencia de catedrático en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), entonces ¿por qué habría de abandonar el estudio? En el DF opera la Universidad de la Plenitud. Nunca es tarde, reza la frase hecha.
¿Irá a especializarse File en civil, penal, agrario o fiscal? Debe haber ya otras ramas como en la ingeniería. Una docena. La ingeniería estética tiene mercado con miles de obesos entre veinte millones de amolados. ¿Podrían rebanarle la barriga a los cerveceros cada seis meses? Con todo respeto, diría don Peje.

He visto anuncios de la carrera de licenciado del ocio. Sólo un subnormal los consultaría. ¿Hay mejor método que el tuyo de una hora o cien pesos en la taberna? Luego, la siesta. Fortalece el corazón, dicen. ¿Habrá algo superior a la hamaca? Nunca pude colgar una. Petunia es de Jalisco y clasemediera. Menos permite la siesta de sofá. En tal caso me quisiera en piyama y con gorro.

Filemón compra hamacas en las tabernas de la tierruca. Aquí te ofrecen esculturas de yeso y relojes o plumas chafas. File compró dos chinchorros, atestigüé. Sabe vivir. ¡Hay matrimoniales! Debe ser incómodo sestear si tu vieja ronca o tiene los pies fríos.
¿Descubrió File que su vocación estaba en los juzgados y fue pérdida de tiempo la otra carrera? Siempre me pareció un urbanita. ¿Lo imaginas encaramado sobre un cuaco y cuadrarse ante el líder del sector agrario, ahora tan revuelto? Los narcos les expropiaron las botas y quebró la empresa de rociadores de polvo. Cuando el líder pretendía dar el gatazo, el mamacallos les rociaba de polvo las suelas de las botas o les ponía fango importado en lugar de lustrárselas.



GARBANZOS DE A LIBRO
Emmanuel Carballo
“Éramos la locomotora de LA
y ahora somos el cabús”

Emmanuel Carballo (80 años) dijo que las grandes obras de la literatura mexicana se dieron en las décadas de los 50 y de los 60 sin la subvención del gobierno y que la subvención “no ha producido los efectos para los que fue creada”. En ese aspecto, agregó, México “era la locomotora de América Latina y ahora es el cabús”. Durante su homenaje organizado por Bellas Artes el crítico y periodista dijo que en los últimos 40 años no se ha realizado ni un poema como “Muerte sin fin” ni una novela como “La sombra del caudillo”. En cuanto al oficio periodístico, dijo que las secciones culturales son ahora “el apéndice de sociales, apéndices de la sección amarilla, de donde están los anuncios de ocasión o entre esquela y esquela. Emmanuel Carballo platicó en la Sala Manuel M. Ponce con el periodista y escritor Juan Domingo Argüelles y recibió la Medalla Bellas Artes y un diploma de manos de la directora de Coneculta, Consuelo Sáizar y del director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Joaquín Duiez-Canedo Flores, en presencia de la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba),

LOS GARBANZOS
J. D. Salinger (90 años) consiguió que un juez prohibiera la circulación de la novela “60 años después llegando del centeno” que según el autor es una parodia de “El guardían en el centeno”. Sin embargo, en Inglaterra el libro se ha empezado a vender. El sueco Frederik Colting escribió una historia en la que el adolescente personaje de Salinger escapa ya de viejo de un asilo de ancianos y vive parecidas experiencias que de adolescente en Manhattan. El juez dictaminó que se trataba de un vil plagio. Salinger ha vetado además en años anteriores una biografía y una película sobre un cuento suyo… El escritor y periodista Juan José Millás empezó a vender en España, por medio de un servicio de celular, textos que el ha llamado “articuentos” de cuartilla y media al precio de medio euro. Los primeros cuatro son gratis… A menos de dos meses de la muerte del escritor uruguayo Mario Benedetti su hermano Raúl impugnó el documento según el cual designa única y universal heredera a la Fundación Mario Benedetti. Ahí aparece el deseo del autor de que ese hermano reciba una pensión vitalicia mensual de 1,500 euros al mes y su primo Óscar Domínguez Benedetti la única cantidad de 35, 700 euros. Raúl Benedetti declaró que el testamento fue modificado porque él iba a ser el director de la Fundación.

6 de julio de 2009

Lunes 6 de julio del 2009

TURBOCRÓNICAS
Un libro, o dos de perro embotellado
Como tú mismo sabes mis libros de narrativa tienen menos posibilidades que los tuyos de historia o biografías. Cada vez descubro más filtros. Llegas a sospechar de algunos pero no te los dan a conocer para no herirte. Cierta vez díjeme que me dije en esta editorial me quedo... Con una docena de sellos podía publicar, optimista, crónicas, cuentos y novelas. Publiqué dos mamotretos. Veinte años después tengo tantos libros como editoriales. He cambiado de editorial según he publicado. ¿Por qué? No te republican porque no vendes punto y se acabó. Ya lo dijo Bioy Casares, los primeros cuarenta años son los difíciles.

Ahora circula un megaseller de chismes políticos pues calculan vender ochenta mil ejemplares. Un cínico denuncia a un ex presidente, a una ex regenta y a docenas de mamacallos pues le adeudan 400 millones de pesos por la venta de los videoescándolos antiperredistas. El transa transado. Un locutor mostró asombro porque él compró dos, uno de regalo, y el panista que dio los videos a la tele no iba a comprarlo, dijo. El locutor estaba pasmado como si hablara de “Pedro Páramo”.
Un bestseller vende 50 mil ejemplares en este país, dijo el editor. Sin embargo, del “Código Da Vinci” se vendieron 700 mil. Si el libro del transa será mega entonces el de Dan Brown ¿qué fue? ¿Mega-mega? El autor del megaseller tiene un discurso bastante pobre, dijo alguien. ¿Cómo le hizo? Investigaré sólo por moler.

Aprovecha el descanso para darle un apretón a tu novela. No hay texto perfecto. Recuerda la enseñanza de Reyes a Borges, un libro no se termina, se abandona. En el ínterin el apastillamiento aporta el beneficio de pasar de la concisión (claridad) al laconismo (fuerza).

Philip Roth es de mis preferidos. “El lamento de Pornoy” me llevó a leer casi todos sus libros. Ahora están publicándolo todo en español. Leo “Lecturas de mí mismo”. Te recomiendo “El teatro de Sabbath”. Atando cabos he concluido que uno de los maestros de Roth es Saúl Bellow, a quien he leído igual.

Ahora cada libro cuesta lo mismo que dos de perro embotellado, como llamaba Vinicius de Moraes al whisky. Entonces dejé pendiente el de Hanif Kureishi, “Algo que contarte” (Anagrama). De Salinger no dejes de leer los cuentos “Levantad carpinteros la viga del tejado...” (Edhasa) y “Fanny y Zooey” (Bruguera). Si un año no releo “El guardián en el centeno” releo “Pedro Páramo”.



GARBANZOS DE A LIBRO
José Emilio Pacheco
“Se es feliz unas cuatro veces
en la vida”

José Emilio Pacheco declaró que la felicidad es algo que conoces cuatro veces en tu vida y si no la tienes todos los días sientes que eres muy infeliz. La felicidad, agregó, la hemos identificado con el consumo. “La maravilla de cada día es que ningún día es idéntico al otro y ahí está mi defensa de la no felicidad…” Pacheco ha recibido media docena de homenajes a propósito de su cumpleaños 70 el 30 de junio y de que acaba de ganar el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El Instituto Nacional de Bellas Artes le entregó las medallas 1808 y la de Bellas Artes, el 25 y el 28 de junio respectivamente. También organizó una lectura maratónica de la novela de Pacheco “Las batallas en el desierto”. Pacheco dijo que al escuchar que han inventado a un escritor que no existía la manera de corresponder será trabajar y trabajar para volverse digno de lo que han dicho de él en estos días. Cristina le aplaudió como foca las seis veces.

LOS GARBANZOS
Un millón de ejemplares se lanzará en Japón de “IQ 84” la nueva novela de Haruki Murakami que aparecerá a fines de este mes… Las librerías Gandhi en el DF, Toluca, Cuernavaca, Monterrey, Guadalajara, Puebla, Tijuana, León, Querétaro y Mérida aumentaron sus ventas en 16 por ciento durante el 2008, informó su director de mercadotecnia Mauricio Achar Abadi. También vendió 4 mil ejemplares por Internet… “Mi novela ‘Carroña´s hotel’ está hecha con la intención de que no sea fácil leerla”, declaró Eduardo Monteverde, “a pesar de que la anécdota es muy sencilla. Pero la trama es muy complicada, intencionalmente complicada. Me tardé poco más de veinte años en concluirla”… Alejandro Rossi (1932-2009) declaró que fue un lector asiduo a las novelas policiacas. En una entrevista con Enzia Verducchi, para Laberinto de Milenio, dijo que después de leer la colección que dirigía Borges y Bioy Casares pasó a la novela policiaca norteamericana con Dashiell Hammett y Raymond Chandler. “Los primeros libros de Chandler me los prestó Jorge López Páez…”, reveló. “Chandler era un escritor muy complejo, instruido por la gran literatura inglesa. Un extraordinario escritor”. Después pasó a la novela de espionaje, con “la figura mayor” al frente John LeCarré.