10 de febrero de 2015

FRAGMENTO 63

FRAGMENTO 63
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

Hércules nomás le dio de cachetadas a Papito Leo como pronta respuesta a la agresión de éste, según dijo Hércules. De ida y vuelta. Guajoloteras... Perdone, lic, que me haga eco de las vulgaridades de Hércules. El bombón de doña Juanita no lo derribó de la silla la primera vez porque Leo se agarró bien duro, imagino. Le pregunté a Hércules y guardó silencio. Ya le verá usted las manos, licenciado. El Manudo le dicen también. Yo las sentí, poderosas, sensibles y cariñosas. Él expresa con las manos cuanto es incapaz de decir con palabras… ¿Me entiende? Perdón… No soy una descarada, pero me propuse hablarle con la verdad, ¿ajá?
Mi marido detestaba a los mentirosos. Les deshacía sus mentiras al interrogarlos.
––¿Tienes que ser desalmado? ––Pregunte.
––Quiero la neta ––dijo––. Si no, ¿cómo los defiendo? Cualquier fiscal actúa así, o queda como un güey. ¿Entiendes, Petacona?, porque me estoy explicando.
––Aun así ––­­le dije.
––El abogado no es un pinche moralista ––dijo él––. Tampoco juzga. Juzga el juez. Se lo dices al cliente una, dos veces, tres, no más, y yo no soy un cotorrito culero.
¿Entonces? Otra contradicción, o ¿se entrenaba con nosotras al estar chiqui, chiqui, chiqui, para su nombramiento de juez?
Hércules quería su renuncia a la pensión.
––Son chingaderas ––le dijo––, del mantenido rata.
Repuesto de la sorpresa por el reclamo y por las cachetadas y de que Hércules le insinuara que él y yo…, ¿me entiende?..., perdón, repuesto de la sorpresa, decía, Leo sacó la pistola de una bolsa del súper. En la otra bolsa guardaba, creí, el dinero de la venta de su carro, y otra pistola. La policía no halló nada de dinero. Ingenua yo, ¿verdad? Y no le pregunté a Hércules. De haber descubierto ese dinero, lo dice, porque la pasta le sobra, como llama al dinero.
Mi suerte está cambiando, lic... Resolví el problema del techo. Mis dos hijas y yo abandonamos a Papito Leo no hace ni el mes. Al mudarnos al apartamento de unos amigos no desempacamos a sugerencia de Alba Lilia, la mayor. Doña Juanita iba a traspasarnos el suyo.


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