27 de noviembre de 2013

Fragmento 9

TURBOCRÓNICAS
FRAGMENTO 9
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de

MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

Mamá se puso el doble de triste cuando abandoné la prepa. Me hubiera preferido de profesora no de secretaria. Yo pensé “trabajo de secre y estudio la prepa”. ¿Para qué trabajar si ella podía sostener la casa?, preguntaba. Lo importante era una carrera. Pero ¿de qué hubiera servido? ¿Para su contento, lic? Yo habría abandonado cualquier profesión y me hubiera dedicado a escribir. Así como iba a dejar de ser la sexi-servidora de Papito Leo, je je, en cuanto su aburrimiento llegara al límite. Estudiar una carrera significaba atrasar el cumplimiento de ni vocación.
A Papito Leo ni se le ocurrió sugerirme qué estudiar. A la Rott, mi jefa, no se lo permitieron, ni su novio o novios ni su padre. ¡Jolines!, mascullaba, dándose un palmetazo en la mano izquierda con la derecha. Es el colmo negarte la misma preparación del macho en pleno siglo veintiuno. A su padre le copió el batir de palmas, admitió.
Estudié prepa sin idea de mi destino, lic... Profesora no, alumna de Papito Leo menos. Tampoco filosofía y letras nos hace ricas. ¿Me entiende,? Perdón.
De casada conseguí ensimismarme durante los regaños o lecciones de vida de Papito Leo, al hartarme de escribir sus ocurrencias. No cesaba su ay, que sí, que no, que tú, que yo, que blablablá, sin importarle mi ausencia mental. No lo aguanté y le di, bien dada, la espalda. Me ponía a lavar platos de cara a la pared cuando empezaba con su chiqui, chiqui, chiqui, Pude haberle dicho dale clases a tus hijas no a mí, pero ¿y si me toma la palabra y les echo a perder la niñez?
Mamá tuvo la vocación de maestra. Pero yo no. Fue suficiente ayudar a mis hijas en sus tareas. Se necesita una vida externa para plantarse ante los alumnos y la mía es interna. Para aprender todo, pero todo, de los seres humanos, he vivido confinada en mi mente… ¿Lo habrá dicho ya antes alguien más? Sin dudas.



20 de noviembre de 2013

FRAGMENTO 7

TURBOCRÓNICAS
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
FRAGMENTO 7, de “El último Protomacho, Creativo y Perfeccionista en el País de las Colas sin fin y Narices de Mango”, novela de MAC

¿Qué gustos comunes tenía con Leo, lic?... Él preguntaba por lo útil de la literatura. Fuera de sus códigos, nada le era útil... Dirigía la pregunta a su alter ego, a su otro yo. “No sirve ni para limpiarse el trasero”, decía, insistente, el patán, resentido porque se le dificultó leer Cien años de soledad… así manifestaba rencor y venganza contra quienes los disfrutaban.
¿Debió agradecer que no lo retara a leer Ulises, de Joyce? Pude recordarle a Salgari y a Verne. No me importó. Aunque yo no dudaba de la utilidad de la literatura, iba a armar  una defensa sin resquicios, a través de los cuales, Papito Leo colara sus nocivos argumentos. Julio Verne contribuyó al invento del submarino y a la conquista de la luna, le habría dicho. Un profesor citó la hazaña de Robinson Crusoe para explicar un fenómeno económico.
Soy como ciertos jugadores de beis, lic. Juego apasionada, pero me aburre ver partidos.
Como debía acatar órdenes, no dar clases a Papito Leo, me contuve. Es que él acomodaba, revolvía, y aderezaba con sus corrosivos efluvios mentales cuanto leía, para arrojarme el amasijo.
Le había escuchado que el viaje a la luna jamás, nunca, se hizo. El Pentágono montó un video al nivel del inculto y bobalicón telespectador gringo. “Veinte de julio del sesenta y nueve”, dijo Leo. “Todo mundo apendejado ante el televisor viendo la dizque hazaña”. ¡Coño!, gritó el tío Clemente. ¡Qué chingones somos!... ¿Somos, güey?, debí preguntarle. También tus primos, maestro... dijo el Trepamoders. Éramos adolescentes, dijo Leo, y aún no reparaba en cuán regüeyes eran mis primos. Yo quería ser albañil y ellos ¡astronautas! Sí, sí, sí, lic. Papito leo, albañil. Luego le cuento. Sus compañeros callaron. Carecían de información. Leo los aventajaba como leeperiódicos. Sus colegas atendían lo ligado a la profesión. Mientras hojeaban expedientes veían de reojo noticiarios,  o escuchaban la radio.


13 de noviembre de 2013

FRAGMENTO 6

Turbocrónicas
FRAGMENTO 6 (PUBLICADO EN LA PRENSA EL 14  DE NOVIEMBRE del 2013) de “El último Protomacho, Creativo y Perfeccionista en el País de las Colas sin fin y las Narices de Mango”, novela de MAC

Papito Leo me agarró bien mensa, lic. A él le quedó el síndrome del profesor porque me dio lecciones de vida a diario… Ya era abogado cuando daba clases, de ética en la prepa, y de civismo en una secundaria. Me llevaba diez años. Yo iba para letras. Quiso lavarme el cerebro con el sobado vaticinio de que moriría de hambre de escritora y dos veces de poeta. Como si al poeta le importara morir. Como si no muriera al escribir, desgarrado,  cada poema.
¿Un ejemplo de lo mensa que era yo, pero no tanto? Bien. Cierta noche insinuó que yo podía ser parte de una orquesta. Él estaba echado en la cama con un brazo detrás de la cabeza, el periódico sobre la barriga, en espera de mi bailecito. Porque yo le bailaba desnuda, licenciado, o eso creía él o le valía un diputado matraca, expresión suya, que sólo me paseara... Acabábamos de cenar y estaba ebrio. y fingía meneársela, o hacer como que/, para escandalizarme. El Asqueroso…
¿En una orquesta?, pregunté. ¿De pianista? No, con el violonchelo. ¿Y eso? Pensándolo bien sin orquesta, dijo. ¿Por fin?... Me estremecí. Había sentido un supuesto aire colado, como le llaman. Sí, solo para mí, dijo. Aquí donde estoy yo y tú enfrente. ¿Qué tocaría?, pregunté. Eso vale madre, Rous. No entiendo. No entiendas, nomás obedece, dijo. Llevarías un vestido como el que traes… y, desde luego, con tus zapatillas rojas. Sin darle detalles, lic, mi vestido era color azul oscuro de algodón hindú, comprado en un tianguis. De segunda mano, sospecho. ¿Y? pregunté. Te acercarías el violonchelo, y abrirías las piernas y te abanicarías, suavemente,  con el vestido. Degenerado. No, falta, dijo. ¿Ah sí? Sin calzones, agregó y  le arrojé el vestido a la cara al cretino.


6 de noviembre de 2013

LOS NUEVOS PERIODISTAS

TURBOCRÓNICAS
LOS NUEVOS PERIODISTAS

MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

Así que por mi neurosis las horas siguen de 60 minutos y los días de 24 horas. Selecciono con rigor lecturas y películas. Dejé los tres pálidos jaiboles diarios. ¿Mi premio? Neurosis, in crescendo, diría el mamón, pertenezca a la etnia mame o no pertenezca. No obstante la neurosis, o justo por eso, al quimioterapiado lo acosan los temas.  
El colmo fue enterarme de la muerte del querido amigo y colega Raúl Torres Barrón. Me neuroticé porque a fines del siglo veinte existía el mito en el gremio de que la gente palmaba de tres en tres si era del mismo gremio. así que, dije ¡sigo yo! A causa del orden alfabético siempre estoy entre los primeros de la lista. Sentí descargas vitriólicas de neurosis, a causa de mis trabajos inconclusos. Metido en la revisión del undécimo mamotreto, antes de que me trepanaran, el tumor creciendo, escribí la primera versión del duodécimo con el título provisional de “Diosas de radiante pubis”.  Falta pulirlo y barnizarlo un año. El texto… A punto de escribir la turbo “Tribulaciones de un cabeza hueca” me asaltó la idea del mamotreto 13, quizá no una novela y sí un mamotreto de trescientas a quinientas páginas, la recopilación, seleccionada de modo riguroso, de mis crónicas y turbocrónicas. Me llegó idea y título: “Los nuevos periodistas”.
Y ¿qué creen? ¡Ring!, ¡ring!, ¡ring! Mis hermanos María Eugenia y el menor, el “shunco”, Enrique el Húngaro querían confirmar si yo estaba moribundo. Enrique pertenece a mi etnia. Húngaro es un sobrenombre de cuando él jugaba futbol. Efectivo y elegante, dicen. Así conocí mi estado de salud. Inoportunos, porque no decido aún mi epitafio: “¿No que no?” “Por fin libre” y “Disculpen si no me levanto”, mi preferido, de Groucho, Marx, epitafio manoseado por sus admiradores. Luego hablaron amigos. ¿Contestaba o pensaba en la estructura del nuevo mamotreto. Ganó mi vocación, obsesión. Destino, según Borges.