28 de octubre de 2009

Miércoles 28 de octubre del 2009

Trinché uno de los tejocotes y se lo aproximé a Petunia. Ella se echó para atrás como si en lugar del preciado fruto le ofreciera una cucaracha cristalizada. No me gustan, dijo. Nunca me han gustado. ¿Qué que qué?, pregunté patidifuso. No soporto el rechazo, pero esta reacción suya iba más allá.

En el otoño, desde hace dos o tres sexenios, descubrí los tejocotes en dulce cuando la acompañé al mercado. Le pregunté por qué nunca los había comprado. Contestó con un ademán incomprensible. En la tierruca los llamamos “manzanitas”.

Desde entonces, si hay oportunidad, compro un cuarto de kilo, seis o siete pulposas esferas doradas. Le ofrecía y aceptaba uno y hasta dos. Se trata del tercer postre exquisito para mí, enseguida del higo y de la duquesa, la oblea rellena de clara de huevo.

Dos o tres sexenios después, Petunia lo rechazaba con aquella atroz confesión. Debía ver el asunto en positivo. El cuarto de kilo costaba diez pesos, después doce, dieciocho y veinte y veintidós. Ahora, treinta.

Nunca es tarde para ir fijando posiciones, concluí. Serán todos míos. Cerré los ojos y me concentré en el paladeo. Estaba ya en condiciones de aceptar sólo media pila de pasta y de rechazar el salpicón, el pozole de pollo, los bisteces insípidos y la lechuga sin aderezo.

25 de octubre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Viñetas del otoño

Chicas de hoy: Las tres adolescentes suben risa y risa al micro y poco a poco llegan hasta la parte trasera. En la siguiente parada, dos de ellas, güeritas granujientas, consiguen sentarse en la banca a lo largo del vehículo. Han estado lanzándole pullas a la tercera, una morena obesa de gafas graduadas. ¡Pero, Mayeli!, grita una de las güeras con erupciones de acné por doquier, ¡¿no te sientes mal de haber perdido la virginidad?! Los hombres se vuelven a ver a Mayeli. Las mujeres parpadean. La verdad, la verdad, contesta Mayeli, me sentía mal pero cuando era virgen.
*
Virus: Voy entrando a La Habana y un tipo gira el cuerpo hacia la salida y se inclina como para ejecutar un genuflexión súbita, como si le hubieran propinado un garrotazo al lomo. Al mismo tiempo estornuda. Estresado, no puedo detener mi marcha y atravieso el rocío de virus. La llovizna de bichos alcanza cuatro metros, acabo de escuchar. Dieciséis metros, leí hace tiempo. El tipo, veo, es un mesero nuevo. Días antes, entré al Sanborns de Coyoacán y mientras caminaba hacia las mesas del fondo, un capitancillo estornudó hacia mí, a unos dos metros de distancia. Capitancillo porque recién había salido de la adolescencia. Llevaba los pelos duros y negros encerados y hacia arriba. Al poco rato lo encontré ante la caja y volvió a estornudar. Para cubrirse la boca usó la mano. En esa mano tenía mi tarjeta de débito. En casa le pregunté a Petunia si era posible hervir el plástico sin que se le borrara nada. Habituada a tales preguntas, ella no contestó.
*
Mamá perra.- Entré al avión-puro de dos filas de asientos con dos asientos en cada fila. Qué pequeño, le dijo una mujer a su pareja. Nos mandaron meritito atrás, dijo otra. Una mujer se sienta con su hija como de cuatro años. La mujer empieza a contarle, a explicarle como si estuviera en la sala de su casa, todo lo relacionado al avión y al vuelo, el despegue y el aterrizaje. Aunque la niña no pregunte. Los pasajeros en varios asientos a la redonda quieren dormir o leer, pero la voz estridente lo impide. Se vuelven a verla con miradas de reproche. La mujer peina con las manos a su hija, la mima. La recuesta bajo su brazo si la niña bosteza. No consigue dormirla. Sigue hablándole. De pronto, la hija le dice, en el silencio apenas roto por el ronroneo ensordecido de las turbinas: “Hueles a perro, mamá”.


GARBANZOS DE A LIBRO

José Emilio Pacheco
“Para que un texto te salga bien
hay que escribir 50 malos”



A la memoria de Amalia Frías Santillán.

José Emilio Pacheco (70 años) dijo que el poeta tiene la intuición de cuándo un poema está bien, pero es una intuición provisional porque ya publicado “sigo corrigiendo”. “Soy un horror para los editores”, agregó. Nunca se tiene la certeza ni el conocimiento porque siempre es la primera vez. “Además, la mayoría de las cosas salen muy mal”, comentó. “La mayoría de los textos que haces son malísimos. Para que uno te salga bien necesitas hacer cincuenta muy malos”. Respecto a la crítica dijo que nadie la admite ya. “Si yo ahora le digo a alguien oye no me gustó, no lo acepta. Eso es impensable ahora”. Reconoció la importancia de Max Aub (1903-1972) en México y recordó esta frase suya: “El hombre orquesta nunca alcanza la notoriedad del solista”. También dijo que le gusta mucho leer entrevistas, pero que él, cuando le preguntan qué quiso reflejar con tal o cual poema, no sabe qué responder. José Emilio pacheco recibirá el Premio Sofía de Poesía Iberoamericana el 17 de noviembre y coincide con la aparición de su poemario “La edad de las tinieblas”. Lo entrevistó Pablo Ordaz para el suplemento Babelia de El País.

LOS GARBANZOS
Habla Ismaíl Kadaré (73 años), Premio Asturias de Letras 2009: “La relación entre vida y literatura es conflictiva. No hay idilio, sino casi una guerra oculta entre ambas”... Sam Savage (66 años), escritor norteamericano, autor de “El lamento del perezoso”, (Seix Barral), reveló que él tiene los libros en capas dentro de su cabeza, uno encima de otro y sólo tiene que irlos escribiendo para llegar al “buen libro que sé que hay allí en el fondo”... El poeta chiapaneco Juan Bañuelos fue condecorado con la Distinción por la Cultura Cubana, impuesta por Miguel Barnet, presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de la isla (UNEAC), en la residencia del embajador cubano, Manuel Aguileras. Estuvo presente el director del Centro de Literarias de Casas de las Américas, Jorge Fornet... Sobre el poeta Juan Bañuelos, su colega Marco Antonio Campos escribió en “La Jornada Semanal”: “Para mí Juan es el mejor maestro de taller de poesía que ha habido en México. Ahora que los talleres, tengo la impresión, han dejado de cumplir con su función. Y yo tuve la suerte de estar con él en su mejor momento”...

22 de octubre de 2009

CRISIS IX

Viernes 23 de octubre del 2009
La secre del jefe habló para decirme que debía pasar a firmar nuevo contrato. Mañana mismo, dije con entusiasmo reprimido. Había pedido aumento de sueldo, después de tres años cobrando con recibos de honorarios. ¿Iban a dejar de descontarme el IVA? No hice preguntas. Esto es algo parecido al melate. Compras el billete y mientras confirmas tú pésima suerte, sueñas. Deudas, primero. Viaje después. Uno de tres meses. En tren y en barco. Donde los haya. Aquí sólo queda el trenecito de Chapultepec, aunque descarrile, y las trajineras de Xochimilco.

Primero pasé a la caja. Una señorita amable. En cuanto me ve, cada dos meses, busca mi cheque. Ahora lo hace dos veces. Empiezo a sudar. Disculpe, dice la señorita, amable pero ominosa. Olvidé su apellido... Mal síntoma. ¿Qué me esperará con el contador? Él está más amable todavía. Pregunta cuánto tiempo tengo de colaborar. Como tres años, digo pensando que ese no es mal síntoma, es pésimo. Mientras explica las razones del nuevo contrato, oigo sin escuchar alusiones al fisco, a la situación de las empresas, etcétera. Veo que la cifra a cobrar seguirá siendo la misma.

Eso es más o menos, concluyó el contador bien peinado, afeitado a ras, oloroso a loción facial sin duda, sonriente, cincuentón. Puede leer el documento, dice. Claro que no, pienso. Estoy picado con Diarios 1984-1989, de Sándor Márai. Olvidaré los dos cafés de la celebración. Buscaré una banca en la Alameda y avanzaré treinta páginas. El contador murmura algo así como gracias por la confianza.

19 de octubre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Apocalipsis sarnoso

Estoy harto de poner la cubeta bajo la regadera y usar el agua en el excusado, le dije a Petunia. Ya no había emergencia. Nada, dijo ella. Es para siempre. Nos falta la “luz” a cada rato y el agua. Entonces prendemos la bomba de la cisterna. Cuando coincida la falta de los dos servicios estará del nabo. Hace poco, tras media hora, no subió una gota. La bomba se quemó. Compramos otra y pagamos el plomero. Nunca hemos podido levantar la tapadera de la cisterna. El tinaco está en la azotea y ocupa cierta parte elevada del techo. Para alcanzarlo hay una tembleque escalerilla. Siempre veo el techo tan delgado como una pizza. Cuando llueve temo que se agriete y, mientras leo en la sala, el tinaco me caiga encima.
El tanque de gas está a metro y pico del tinaco y, si el empleado gasero sube, manguera en mano, botas en pies y corre sobre el techo, la lluvia de yeso en polvo me encanece más. Así que nadie sube a “checar”, del verbo “to check”, el nivel del agua. Los dos semillones pesan tanto como el tinaco y yo le temo a los travesaños apolillados de la escalera, bajo el sol y la lluvia mañana tarde y moda. Si quiero bañarme a gusto pago, le digo a Petunia, como sucede con la luz. Ella calla.
Leemos los amagos antes y después de las lluvias. Las presas aún no se llenan, informó el burócrata servipoderoso. Pocos publicaron que treinta por ciento del agua se va en fugas. ¿Y si hay ordeña como sucede con el petróleo?
Intensificaron los cobros del agua. El medidor estaba descompuesto y calculaban al tanteo. Protestamos. Llegó un inspector. El aparato funcionaba bien. El contrataque fue el cobro de un adeudo de hace tres sexenios. Lo renegociamos en varios pagos. Hay agua para seis meses, anunciaron. El servipoderoso a cargo iba de un “medio” a otro y convocaba a ruedas de prensa para anunciar el Apocalipsis sarnoso.
En los últimos seis sexenios, siendo miembro de un deportivo, reía ante la falta de agua. Pero tengo dos meses sin pagarlo. Me asusté. Los soconusquenses nos bañamos dos veces al día. Nos odian en Europa. Correré a pagar.
Se nos juntaron las alzas del aguayón y del agua, dijo Petunia. Resiste, dije. Fue cuando ella determinó lo de la cubeta bajo la regadera. Pugna por abatir el cuarenta por ciento del agua que se gasta en los excusados. Quién sabe si los dos semillones cumplen. Pero a quien vigila es al de la tecla. Mi triste fama ha llegado a lo más íntimo de la casa.


GARBANZOS DE A LIBRO

Herta Müller, Nobel 2009
“El lenguaje estatal es nauseabundo, repelente, estúpido e infecto”

La Nobel de Literatura 2009, Herta Müller (1953, Rumania), escritora alemana de origen rumano, declaró que está feliz por el premio, pero que trata de controlar sus sentimientos porque aprendió a controlarlos por mucho tiempo. En 1987 llegó a Berlín tras pagar unos 50 mil pesos al gobierno dictatorial de Ceausescu. En 1984 publicó un libro de crónicas “En tierras bajas” (Siruela), la vida en un pueblo de habla alemana donde reina la corrupción, la intolerancia y la opresión. Bajo las dictaduras, dijo ella, se crean fronteras entre las propias personas y el régimen recluta incluso a niños para que espíen a sus amigos. Perfeccionan el espionaje, agregó, de tal manera que miles se dedican a producir nada más miedo. La industria se convierte en depósitos de chatarra y la agricultura se destruye. Escribe en alemán, explicó, pero su estructura es rumana y trabaja más con la imagen rumana. Precisó que se refiere a la lengua nacional, porque el lenguaje estatal era estéril, estúpido, repelente, nauseabundo. “Algo que odias”, dijo, “y que al escucharlo te enfureces...” Ese lenguaje infecta el idioma, pero siempre queda “una parte incólume”. De Herta Müller hay dos libros en español, el de crónicas y la novela “El Hombre es un gran faisán en el mundo” (Plaza y Janés). La entrevistaron Yaotzin Botello y Carlos A. Aguilera para el Reforma.

LOS GARBANZOS
Hernán Lara Zavala recibió el Premio Iberoamericano de Novela “Elena Poniatowska” de la ciudad de México 2009 por su libro “Península, Península” (Alfaguara), de la que se han vendido ya diez mil ejemplares... La biografía “Gabriel García Márquez, una vida”, de Gerald Martin, fue presentado por el autor, Elena Poniatowska, José Agustín y Gonzalo Celorio en Bellas Artes... Rafael Pérez Gay dijo que su novela “Nos acompañan los muertos” (Planeta) “es una memoria familiar y en ese sentido he practicado el nudismo literario”... Acuse de recibo: “Revista de la Universidad de México”, que dirige Ignacio Solares, número 68, octubre 2009, con las firmas de José Narro Robles, Francisco Bolívar Zapata, Carlos Monsiváis, María Baranda, Jacobo Zabludowsky, Myriam Moscona, Daniel Cazés, Concepción Company, Vicente quirarte, Guadalupe Loaeza, Carlos Martínez Assad, Adolfo Castañón, Gonzalo Celorio y Joaquín- Armando Chacón, entre otros.

17 de octubre de 2009

Sábado 17 de octubre del 2009

CRISIS VIII
Replantearé el hecho de sentarme en un extremo del vagón del Metro. Lo escojo para tener donde apoyarme en las bruscas frenadas. Son esos asientos de palangana. Uno se escurre... Ahora tengo a mi izquierda, de pie, a una pareja. Quiero leer los Diarios 1984-1989, de Sándor Márai. No puedo. El tipo besuquea a la mujer. Besos “tronados”. Una y otra vez. El tipo está exultante. Ella arrinconada, sometida. Él lleva una mochila con una botella de a litro y medio de un líquido blancuzco, veo de reojo. Es agua de coco, podría jurar, ¿con vodka? A ella le veo unos zapatos blancos de piel delgada y sin tacones.

En Portales, él corre hacia la puerta. No es aquí, dice ella. El tipo, que debe tener veintipico, sonríe, bobalicón. Ya sé, dice. Ya sé. Ha dejado su mochila en el piso. Veo una bolsa de pan de caja. Son emparedados. ¿Van de día de campo? Vuelve junto su amada en cuanto la puerta empieza a cerrarse. Continúan los besuqueos. Rechinan. Suenan como si estuvieran bombeando algo tapado.

Llegamos a la estación Nativitas. Aquí es, dice ella en un murmullo. No, dice él. Vamos a otro. Es más barato. Me lo recomendó Pepe. Es un... Aquí bajó la voz. Pero si no tienes coche, dice ella. Él dice algo menos audible.

En Portales abandonan el vagón. Él la abraza. Camina sobre la punta de los pies. Le habla al oído. La apretuja. Ella se hace chiquita. El trasero... Oh, el trasero.

16 de octubre de 2009

CRISIS VII
Viernes 16 de octubre del 2009
En el vagón del Metro, sentado, releo Muerte en Venecia, de Thomas Mann, novela cuajada de adjetivos. Frente a mí un muchacho dormita, doblado sobre sus piernas. Mal síntoma. Una pareja de jóvenes toma asiento a un lado. Se beben los alientos.
El muchacho adormilado está ya en la puerta. Junto a él, yo. Sigue la estación Portales. De súbito oigo un chasquido estruendoso como estornudo. Ha lanzado un chorro bucal vs. la puerta.

Me preocupa el blazer que llevo sobre el antebrazo izquierdo. La bolsa está demasiada abierta, observo. Veo el piso. Jugo de naranja. Contraindicado en la cruda pues lo rechaza la gastritis alcohólica.

El joven con su novia saca de la mochila un rollo de papel de baño. Delgado y alto. Enormes lentes oscuros. Barba rala de tres días. Corta un pedazo largo, lo dobla en tres y se aproxima al enfermito, y le extiende el papel. Toma, le dice.

La pareja me ve con reproche. ¿Porque estoy más preocupado por mi saco? Meteré la mano en la bolsa ya en casa. Es el único, digo, mostrándolo, y se me acabaron los klínexs. Sonríen. No es una sonrisa de desprecio, tampoco de comprensión plena.

15 de octubre de 2009

CRISIS VI
El niño como de cinco años tiró de las faldas de la mamá, sentada en una banca de hierro del jardín, veo a mi paso. Mami, mami, dijo, con una bolsa de maíz palomero en mano. ¿Y las palomas? La mamá tejía. Echó un vistazo alrededor. Hay mucha gente, dijo ella. Esperemos. Veo grupos de parientes de casamenteros o reducidas manifestaciones de comerciantes. También ujieres cebados, picoteándose la dentadura. La Biblioteca siempre está vacía. Morboso, asomo la nariz. Nada.
Una fila como de treinta se desplaza ante la tienda de pollos rostizados a las trece diez horas. Tropiezo con una tropilla de adolescentes, entre dos coches estacionados. Seis chicas y dos chicos. Parecen de la Prepa 6, pero podrían ser de la secundaria 33. Chaparritos. Seis llevan gafas de miope.
Al frente, una lleva la bolsa encerada con el pollo. Cinco buscan meter mano. Dos devoran sendos muslos. Esperen, dice la del pollo... Cuarenta pesos del ave gallinácea, entre ocho, a cinco pesos por peludo. Con el costo de ocho tortas de tamal hubieran tenido para tres pollos.
¿Serán tamaño paloma? No, se les ve hinchado el huacal. A menos que... Sólo observo y asocio. No insinúo nada. Se me hace la boca agua.

12 de octubre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Llámenme Cheque

Al Cheque lo quiere todo el mundo, dijo Carlos, compa de equipo de mi hermano Enrique. Equipo de fut y de empinar el codo, luego del partido como sucede en Inglaterra y en Barcelona. Carlos y Enrique son personas sencillas. Ya quedamos pocos, je je. Hasta quienes no quieren al alcalde lo quieren, me dije al imaginar a sus adversarios políticos del mismo partido. Sucede igual entre panistas y perredistas.
Les había platicado a Enrique y a Carlos que Gustavo Gonzalí celebró su libro “Duro de olvidar... ¡me cae!” con “un borreguito”. En la tierruca feraz nacen enormes, y alcanzó para siete hijos y siete nueras y nietos y media redacción de “El Diario del Sur” y para el colega Francisco Solares. También para el recalentado. Gusgús lucha en el “El Diario...”, porque al Soconusco se le quite el artículo pues le parece majadero, sin que le importen las razones gramaticales. En la polémica Enrique García Cuéllar, el director, propuso las mayúsculas: El Soconusco. ¿Por qué no pedir el arbitraje de la Real Academia Española de la Lengua?
El alcalde Ezequiel Orduña llegó al banquetazo del borreguito, manejando una camioneta abollada y de vidrios polarizados. Sin guaruras. ¿O estaban en las azoteas como zopilotes en remojo pues caía un pijazo de agua? Llamado Cheque por sus cuates y por el pueblo, le entró al colocho mamífero rumiante aunque tenía otra comida. Sentado le observé al funcionario un vientre de regular expansión. Debe ser porque no es muy alto. De tez blanca y lampiña y labios abultados, peina con gel y hacia atrás su cabellera lacia y negra.
Parte de su niñez narró el próximo gobernador nacido en Tapachula. Cuando su padre los animaba a él y a sus hermanos a que aprendieran el negocio del transporte de pasajeros. Pronto aprendieron y ningún chofer se atrevió a engañarlos. En la juventud, les aconsejó no manejar semibolos y pedir un taxi. Esto es, educación civilizada, ajena para la mayor parte de los padres soconusquenses. Amorosos coscorrones, dulces cachetadas, pitutazos al lomo.
En la presentación del libro, el alcalde había leído un texto, engargolado, la tendencia. Mi hermana María Eugenia preguntó extrañada si leyó porque una cortina de pequeños ramilletes de flores frente a él le impidió darse cuenta. Ese no es problema, dije. Siempre les escriben los discursos. Pero este alcalde lee mejor que el presidente angloguanajuatense, para quien Borges debe pronunciarse Borgues.


GARBANZOS DE A LIBRO

René Avilés Fabila
Cada uno trae y lleva dentro
su propio Demonio

En una sala llena, con gente de pie, René Avilés Fabila (1940, DF) presentó su libro “El evangelio según René Avilés Fabila” (La Mosca Muerta, Plan C Editores). Confesó que como la mayoría de los mexicanos tuvo una educación religiosa dentro del catolicismo, pero que la lectura de la Biblia lo atrapó y al paso del tiempo lo llevó a escribir este libro. Desde luego, no se trata de un texto religioso. A partir de acontecimientos narrados en los textos bíblicos, el autor ha hecho reflexiones la mayoría cargados de humor. En la Sala Manuel M. Ponce de Bellas Artes, lo acompañaron en la presentación Óscar de la Borbolla e Ignacio Trejo Fuentes, así como el editor Bernardo Ruiz que actuó de moderador. René Avilés dijo que “no hay un Demonio para todos”, que esté lo mismo en Viena que en París o en Tapachula. “Lo que tenemos es un demonio personal, uno que va dentro de uno mismo”, afirma. El texto titulado “Una razón para no creer en Dios”, Avilés Fabila escribe: “Si el Cielo o el Paraíso es el lugar sublime, hermoso por excelencia, y Dios la perfección de la belleza, la bondad y la sabiduría, ¿por qué los creyentes se resisten a morir?”

LOS GARBANZOS

A propósito de su nuevo libro “Ficciones de la Revolución Mexicana” (Alfaguara), Ignacio Solares declaró: “La ventaja del novelista es que puede llenar con la imaginación los huecos que deja la historia. A la historia también hay que ponerle imaginación para entenderla y enriquecerla”... El escritor turco Orhan Pamuk (57 años), Nobel 2006, dijo que la escritura de su libro “El museo de la inocencia” (Mondadori) lo ha acompañado en momentos importantes y otros muy difíciles. “Me ha hecho feliz”, dijo. “Me ha ayudado a sobrevivir y gracias a ello soy mejor persona”... “Una de las características de los editores independientes”, declaró Jorge Herralde, director de Anagrama, “es que apostamos por el fracaso, aunque a veces nos llevamos sorpresas. A mí me ha pasado con Patrick Modiano. Fue publicado por buenas editoriales y tuvo buenas críticas, pero pasó sin pena ni gloria. Leí ‘Un pedigrí’ y me gustó mucho y lo publiqué, aun sabiendo que no vendería. De la siguiente ‘En el café de la juventud perdida’ vendimos 12 000”...

10 de octubre de 2009

CRISIS V

Sábado 10 de octubre del 2009
Al ver que en aquel pequeño puesto había duquesas me fui de boca. Junto con los higos son los dos postres más exquisitos paladeados en mi vida hedonista. La tortilla de coco dorado y la blancura, consistencia y sabor delicados de su contenido me producen una especie de éxtasis. Era sábado. Entre semana, desaparecen de Coyoacán.
Doce pesos, contestó la chica a cargo. ¿Ya subieron?, pregunté, babeando. Es que son muy difíciles de hacer, dijo encantadora, a pesar de su dentadura blindada. Costaban seis, dijo Petunia cuando le platiqué. Hace seis años, le dije, y no las hallo si no es sábado o domingo. Te vieron la cara... de turista, dijo ella. Pues turista de la Del Valle o de la Portales, me defendí.
Al siguiente sábado caminé a paso redoblado al puestecito, a una entrada del mercado. Estaba un joven. Hermano de la chica, me dije. Pagué con un billete de a veinte. Me devolvió diez. Te lo dije, dijo Petunia. La mujer esa te vio como de San Ángel.
Hace tres sábados que veo a cargo a la chica y no me atrevo ni a regatear ni a discutir con ella. Me aguanto y entro al mercado y compro higos, que siempre hay. Ni sé si me transan o no. Ya no vuelvo a preguntar de antemano.

9 de octubre de 2009

CRISIS IV

Viernes 9 de octubre del 2009
Después de un sexenio, reencuentro a un viejo colega. Trabajé para él dos años. Me despidió porque no podía pagarme el sueldo merecido, dijo él. Nos dimos un abrazo. Los ricos son muy herméticos, me dijo cierta vez. No les gusta hablar de su dinero. ¿Por qué los jodidos sí hablan de su jodidencia?, sigo preguntándome. ¿Porque sabemos manejar mejor la pobreza, como los boxeadores? Olvidé por qué el colega habló de los ricos, pero sí recuerdo que pensé un argumento trillado. Detrás de una gran fortuna, dice la frase hecha, hay grandes crímenes. Ni modo que hablen de eso.
Ahora mi colega dice, antes de otra cosa, que perdió todo, no tiene un quinto y por eso no ha podido comprar mi libro “Morir de periodismo” (Axial). ¿Por qué la confesión? Si me quedó a deber colaboraciones, ya lo olvidé. Le estoy agradecido porque tras un centenar de Turbocrónicas publicadas en su revista, adquirí el oficio y la disciplina para teclearlas. En aquella ocasión le pregunté si seguía escribiendo poemas. ¿Cómo crees?, respondió, molesto. Estoy haciendo empresa.

8 de octubre de 2009

CRISIS III

Jueves 8 de octubre del 2009
Observo la mañana de ayer que le rebajaron un peso, de seis a cinco, a la pieza del pan chino. Compro un bísquet. Me siento satisfecho por su sabor y por la descarga de cierto peso en mi estómago y porque ahorré un pesote.
Por la tarde, Petunia recibe una llamada del Semillón 2. Le ha dado un aventón a dos amigos al Metro Viveros. Uno de ellos le invita un refresco. Cuando vuelve al compacto 1998 que comparte con Semillón 1, la grúa se lo ha llevado. De los mil pesos en su tarjeta de débito, ahora le quedan cuatrocientos.

7 de octubre de 2009

CRISIS II

Semillón 1 ha empezado a buscar trabajo. Estudia física de tarde en su primer semestre. Es del todo distinto a Semillón 2, obvio. El hermano mayor ha trabajado en vacaciones. De lavaplatos en un restaurante chino y vendiendo entradas en la calle para un parque de diversiones.Nadie lo ha presionado y el sueldo ha sido para él íntegro. Petunia no le ha pedido su porcentaje, pero sin duda confía en que "salga de él".

Ahora el cazaempleos dispone de más información. Puedes entrar a Internet y preguntar lo que quieras. Semillón 1 preguntó qué onda con la chamba en cierto restaurante de plástico. Encontró el relato de un ex empleado. El cocinero echó a la basura un gran trozo de carne en mal estado. El gerente ordenó que se recuperara, que le echaran suficientes condimentos para evitar malos olores y sabores y se sirviera así.

Hay un empleo sabrosón. Se trata de hablar por teléfono a clientes morosos y amagarlos con que, si no paga, su cuenta "pasará al jurídico". Petunia y yo brincamos. Ahí sí que no, le dijo ella a su hijo. Recuerda lo que sucede cuando nos atrasamos en el pago de la hipoteca.

Semillón 2 permenece "contectado" todo el tiempo si no está en la prepa. Es increíble. A sus espaldas tiene la tele encendida. Le he propuesto ponerle la tele a la derecha para que tenga un ojo al gato, etcétera. Se niega, rotundo. Con esos hábitos perniciosos ¿dónde podría emplearse? Es cuestión de esperar. Sin duda hallará algo. Por lo pronto me cobra cinco pesos por cada canción que me baja. Debo medirme. De otro modo pronto escogeré entre café o canción.

Aquí me tocó.

6 de octubre de 2009

CRISIS I

Esta mañana, Petunia dijo que debíamos olvidar el deportivo. Tenía una deuda urgente y estaba sin dinero. Resiste,le dije. Pero ya se lo he dicho tantas veces... La palabra debe carecer de significado para ella. No se me ocurrió nada más. De los cuatro inscritos, vamos sólo dos: Semillón 1 y yo. A ella le da igual ir o no ir. Más bien escoge no ir si de por medio están los bilimbiques faltantes en su presupuesto.

Semillón 2 me preguntó hace días por qué ¡no busco un trabajo! Resistiendo, le dije que escribía tres columnas periodísticas a la semana y una al mes. Ya no escribas libros, dijo. No se venden.

Ahora Petunia me asestó el golpe de gracia. Tú eres la única persona del mundo que va al deportivo a asolearse sin que le tema al cáncer..., dijo, pero no caí en la provocación. Nomás le eché un vistazo a un lunar oscuro que tengo en el antebrazo, cada vez más grande.

4 de octubre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Viñetas del estío

Integrados.- En el restaurante descubrí a una familia de raza oriental. El jefe desayunaba en silencio, de espaldas. La jefa le sonreía a sus dos hijas como de cuatro y seis años, una a su lado y la otra junto al padre. Ellas veían a derecha y a izquierda, y atrás. Parecen bien integrados, le dije a Petunia. ¿Por qué lo dices?, preguntó ella. Bebíamos café y leíamos. Porque los padres han pedido huevos rancheros, dije. Ah, mira qué observador. La mamá había capturado mi atención cuando llevó al baño a una de las niñas. Diosas mías, me dije. La mujer caminaba como supermodelo meneando un “derriere” del corte de Valeria Maza, o de Claudia Schiffer, contoneándose en la pasarela. Cuando volvieron, la niña grande le dijo algo a su mami guapa. “¡Ólale!”, exclamó la señora sonriéndole. Comprobado, le dije a Petunia. Se integraron del todo. Mi vieja siguió leyendo, ignorándome.
*
Maneras.- La cosa empieza con la señora de gafas de los tlacoyos, luego con la familia de los tamales de chile guajillo, el dueño rapado del puesto de periódicos, el señor de los tacos de canasta itinerante pues coloca su bici aquí y allá, los organilleros a la puerta del restaurante que le suben al volumen si niegas la diaria alcabala, el pelirrojo vigilante con su frijolito encajado en el oído, la chica barriendo la escalera idéntica a una de las Meninas de Velázquez pero en guapa, a la recepcionista trabalenguas, a la cajera incapaz de sonreír, a dos o tres meseras de mejor ver con trenzas y, luego de desayunarme, al señor de los baños, corrigiéndome siempre. Tardes, dice él, no días.
Así que cuando llego ante las chaparritas de las petacas y de los perfumes, cuchicheando de abortos, pregunto si ahí pago el teléfono. Una con cabellos de puerco espín contesta buenos días, frunciendo la boca. A las doce meridiano, le digo a la otra de casquete de pelo negro, la de los perfumes, estoy harto de saludar medio mundo. Además ni modo de decirles buenas doce meridiano... Es que hay unos clientes mal educados, dijo Casquete Negro. Lo peor es estar bebiendo el café, le dije, y que alguien bostece sin cubrirse la boca. Me repugna ver muelas con residuos de molletes y no soporto las caras de chango. Bueno, dijo la empleada del Sanborns de Coyoacán, no es por justificarlos pero algunos compañeros llegan aquí a las cinco de la mañana. No me refiero a ellos, sino a los clientes. Casquete negro enmudeció.



GARBANZOS DE A LIBRO

Martín Amis
Los gobiernos son como gánsteres:
no quieren la verdad, quieren respeto

El escritor inglés Martin Amis (58 años) declaró que los gobiernos están cada vez más sensibles con su historia y obsesionados con su imagen. “Son como gánsteres”, dijo, “no quieren la verdad, quieren respeto”. Agregó que la literatura está ya bastante politizada, pero “escribir sobre política es como entrar en un río de pirañas”, y precisó: “La literatura es un juego. La política es la batalla de verdad”. Sin embargo rechazó que fuera un disidente. “Sólo aplico el sentido común que se ha vuelto subversivo”. Respecto a Afganistán, por ejemplo, dijo que sería un error abandonar ese país, aunque se perdió una oportunidad. “Con los talibanes derrotados era el momento de construir escuelas y hospitales”, comentó. “Nadie lo hizo”. Martin Amis acaba de publicar “El segundo avión” (Anagrama), artículos sobre el 11-S. “La viuda embarazada”, novela, aparecerá en el 2010 y trata sobre la revolución sexual de los años 70. Lo entrevistaron para El País.

LOS GARBANZOS
Isabel Allende (67 años) sigue en la promoción de su novela “La isla bajo el mar” (Plaza y Janés): “Soy intrusa, dominante, curiosa, habladora, indiscreta, impertinente... Le haría magia negra a todos los torturadores y enseguida a los banqueros... Después de los sesenta da igual que tengas caderas o no tengas. Ya eres invisible. Podrías andar en pelota en la calle y nadie te va a mirar...” Habla el escritor cubano Leonardo Padura (54 años): “Cuba trató desde el principio de crear su propio modelo, y en buena medida lo logró. Sólo así se entiende que haya desaparecido el socialismo soviético y que Cuba, sola y con el embargo norteamericano, haya mantenido su estructura política y social”. Leonardo Padura acaba de publicar su novela “El hombre que amaba a los perros” (Tusquets), que trata de la muerte de Trotsky a manos de Ramón Mercader... “La cultura pop aplicada en política (que prevalezca la imagen por encima de todo), es horrible”, declaró el escritor italiano Claudio Magrís (1939, Trieste), autor de “El Danubio azul”... Acuse de recibo: “Arbolaria”, de Wilber Sánchez, editado por Coneculta-Chiapas. Son 25 textos narrativos. “Variadas hojas tiene este arbolario: las del relato fantástico y el divertimento, las del aforismo y la greguería, y en medio una emergente voz literaria que con originalidad y buen tino entrecruza emotividad, humor e ironía”.