22 de septiembre de 2015

FRAGMENTO 95

Turbocrónicas
FRAGMENTO 95
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
Eso de poseer casa en las Lomas y coche del año le importaba, de la familia, nomás a él. Debemos progresar hasta en el último segundo, era su engreído argumento. Al respecto, guardaba semejanza con doña Juanita. Si bien, al contrario de ella, él renegaba de su clase. Cuando le recomendaron La Mansión de la colonia del Valle, en Insurgentes, casi esquina con Béistegui, olvidó el Loma Linda. Iba por el chorizo, por las empanadas y por las tiras de asado. El menú de La Mansión era como el del Loma Linda, y cerca de nuestra colonia.
––Si no te compro el palacete en Las Lomas entonces en la del Valle ––murmuró él––. Aunque esté poblada de clase media pedorra.
––¿Y tú qué eres? ––le pregunté––. ¿Clase obrera?
––Observador extraterrestre ––dijo.
A La Mansión llegábamos por Eugenia. Él giraba en Insurgentes a la derecha y le dejaba el coche al acomodador. Al salir, compraba enteros de la Lotería y después, en la decadencia, una tira de cinco fracciones. Volvíamos por Béistegui a Vértiz sin buscar casa. 
––Caminemos ––le dije––. Haríamos como una hora de ida y vuelta.
––El tiempo es oro ––dijo él––. Caminan los jodidos, a quienes les gusta papar moscas y de paso continuar sumidos en la pinche jodidencia.
Pero sí caminaba… De recién casados fue a Laguay unos dos o tres años, el deportivo que está en Churubusco y División del Norte. Un viernes confesó a sus amigotes que caminaba en la pista y era adicto al vapor. Después empezó a ir de noche para evitar a los pedigüeños y aprendida la lección se portó retraído y malencarado. El Trepa le preguntó qué le pedían… Él, un pedigüeño.

––De mañana va un viejo gordo, chaparro y prieto ––dijo Leo––. Sexagenario. Arquitecto. Pintados de color zanahoria los ralos pelos lacios. Cierta mañana se me acercó para hablarme de sus achaques. Minuciosamente. Triglicéridos, ataques de gota, veinte kilos de sobrepeso. Le habían extirpado las amígdalas, la vesícula, el apéndice, el cáncer de mama, etcétera. Si a la mañana siguiente los investigadores hubieran descubierto un nuevo mal, él lo habría pescado poco antes y ¡al quirófano!

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