29 de diciembre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Preguntas para don Diablo

El tema “ya valió”, amigo don Diablo. Vi ayer las fotos y hoy leí la explicación de los marinos luego de mandarte por correo mis preguntas. Tu explicación es justo lo que el leeperiódicos interpreta porque hasta ayer eran mensajes entre las bandas del hampa. Tras la intervención de los marinos, resultó extraño ver en las fotos la bajada de pantalones y los billetes sobre el cadáver. Fueron los forenses de Morelos, informó ya la procuraduría. La extrañeza debiera mantenerse pues hay narcos policías o policías narcos. Es decir, ¿esos forenses bajapantalones trabajan para judiciales que trabajan para una banda enemiga del jefe de jefes? Es posible.
Las matanzas entre pandillas deben presentar peculiaridades truculentas impublicables. Así, un leeperiódicos se hace numerosas preguntas ante la información abundante y dispersa. Por ejemplo, las narcomantas. ¿Cómo se ha dado el caso sin que los pesquen in fragantti? Porque las cuelgan custodiados por policías a sueldo del narco, sabes ahora.
Para entender por qué intervino la Marina, el lector debe expurgar las notas informativas. Mientras, te preguntas: ¿Qué hace la Marina lejos de las costas? ¿Desplazándose a bordo de vehículos, no de embarcaciones? ¿Te imaginas a la tropa surcando los mares en vehículos? ¿Por qué llevan uniformes oscuros como los soldados y no de marinos? Porque a los federales se les perdió la confianza, lees por ahí.
Durante el apogeo tecnológico de las comunicaciones estamos cada vez menos informados. Abundan en el ciberespacio textos desarticulados y sin verosimilitud. Escriben y opinan a mansalva. ¿Esquiroles gratis? Los anónimos proliferan y es una hazaña poner en claro cualquier tema de interés. Tarea para jovenazos con todo el tiempo del mundo. ¿Saldrán de ahí millones de lectores, de pantalla o de prensa?
Se necesita algo aparte de la defensa del lector. Un programa de compu que procese boletines, información, declaraciones, etcétera. Con el resultado de cuartilla y media, tres mil caracteres; dos cuartillas, cuatro mil caracteres para un caso como este. Sin adjetivos ni adverbios ni siglas ni cargos rimbombantes. Traducir al cristiano, dirían los maestros, la abominable jerga de las fuentes informativas. ¿Los judiciales son ahora policías ministeriales? ¿Se le dice arma de cargo porque la cargan? A una detención se le llama ahora aseguramiento. Allá ellos. Pero ¿hacernos cómplices?




GARBANZOS DE A LIBRO

Javier Cercas
Por qué los buenos escritores
decepcionan al conocerlos en persona



El escritor español Javier Cercas, autor del superventas “Soldados de Salamina”, escribe: “Los grandes escritores escriben páginas malísimas, porque cuando mejor es un escritor peor es capaz de escribir, y por eso decía Chesterton que se podría escribir el peor libro del mundo seleccionando pasajes de los mejores escritores del mundo... Escribir es escribir contra el cliché, porque consiste en proponer una visión de la realidad no contaminada por la costumbre (...) El escritor prefiere a menudo ser original o ingenioso que ser veraz, porque la verdad es evidente con frecuencia y casi siempre es aburrida... La biografía auténtica de un escritor es su bibliografía, porque el auténtico yo del escritor no es el yo social sino el yo literario (...) De ahí que en general sea conveniente evitar la compañía de los escritores cuya obra se admira: lo habitual es que decepcionen, y si no decepcionan mal asunto, significa que no han invertido todo su talento y su inteligencia en su obra y que su yo social es superior a su yo literario y que podrían ser mejor escritores de lo que son y que en consecuencia tal vez no merecen nuestra admiración, porque un escritor que no llega a ser el mejor escritor que puede ser no es un gran escritor”. El País Semanal publica (13.12.2009) el texto de Javier Cercas.

LOS GARBANZOS
Dierciséis obras de teatro de Elena Garro aparecen en el segundo tomo de sus Obras reunidas, que publica el Fondo de Cultura Económica (FCE), con prefacio de Patricia Rosas Lopátegui... El mexicano Yuri Herrera (Atocpan, 1970) obtuvo el premio “Otras voces, otros ámbitos”, que se otorga a obra publicada, por su novela “Trabajos del reino” (Periférica). La tienda El Corte Inglés de España patrocina el premio, que consiste en la promoción del libro ganador... “Los dirigentes obreros son charros y corruptos porque están debajo de un gobierno corrupto que los corrompe a ellos”, declaró Elena Poniatowska, a propósito de la presentación de las Obras de Demetrio Vallejo, editado por la Sociedad Cooperativa de Trabajadores Pascual. Se trata de artículos publicados por el líder ferrocarrilero en las revistas Siempre! y Política. Además 200 cartas y 300 fotografías. Elena Poniatowska dijo que Vallejo está a la altura de Emiliano Zapata.- Acuse de Recibo: Rervista de la Universidad (número 70, diciembre 2009) que dirige Ignacio Solares, con las firmas de David Huerta, Gonzalo Celorio, Julio Ortega, Elsa Cross, Josefina Estrada, Carlos Martínez Asaad, Guillermo Hurtado, Rafael Lemus, Fernando de Ita, Octavio Ortiz Gómez, Ricardo Yáñez, Sergio Raúl Arroyo, Adolfo Castañón, Eduardo Antonio Parra, Aline Petterson, Esther Seligson y un reportaje gráfico de Rafael Cauduro.

23 de diciembre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Si fueran normales estarían locos

Qué bueno que te gustó el texto sobre la lectura, Gonzalí. Eso me ha dado cierta seguridad para leerlo en público. Petunia le halló dos, tres gazapos y los corregí. Ella debe estar harta de mis mafufadas. Su trabajo de editora la profesionalizó. Está obligada a decir la verdad. De pronto es sañuda, y no espero otra cosa.

La inseguridad es buena en la escritura, dicen. ¿Para qué? No tiene chiste. Es decir consiguieron hacerme inseguro a cinturonazos y a punta de coscorrones en la adolescencia. ¿Por qué no serlo al escribir? Si lees una página redonda de tus autores consentidos te emocionas, pero te abates. ¿Cuándo podré crear algo así?, preguntas.

Mi texto pudo llamarse “Apuntes de un lector sobre la droga de la lectura y de cómo hacerse adicto”, y agregarle mil cuartillas. Debo contenerme. Imagínate la aversión de muchos con argumentos para no leer. Por ejemplo, ir a bordo de un vehículo caza-baches. Pero yo separo lo importante del diario y leo las notas más pequeñas.

Envidio a quienes tienen mucha vida interna. Si no leen, piensan. Pero ¿yo no pienso? Si tenemos sesenta mil pensamientos al día, quizá piense menos por leer ajeno. Lo prefiero a pensar... ¿en qué? Sólo urdiendo pensamientos portentosos como para, en lugar de crear historias, descubrir la cura de la calvicie o el té de viagra.
Debo ser selectivo.

En los años cincuenta, un peluquero, Braulio Requena, mataba el tiempo viendo pasar a la gente y actuaba como precursor de los “viene viene”. Lo malo no era su actitud ociosa, sino perder el tiempo observándolo. Leía un diario o revista y levantaba la vista cuando él, con voz rasposa, aunque amable, decía: ¡Ahí nomás, cochero! Quisiera recrear esa escena si llega la idea. Te abstienes de escribir tus ocurrencias completas si no recibes el impulso repentino con la orden y el latigazo para teclearlo.

Se trata del envión que catapulta a banqueros y a políticos transas, a los boxeadores para noquear al rival, a los guerreros para vencer al enemigo. Incluso a los ladrones si perpetran robos de alto riesgo. Primero la adrenalina y enseguida las endorfinas. ¿Cómo le hace la gente normal para vivir sin leer ni transar ni boxear ni robar? Si fueran normales estarían locos, dicen. Filósofos o psicólogos se encargarán de acuñar el neologismo en sustitución de “normal”.


GARBANZOS DE A LIBRO

Claudia Posadas
“Podría hacer uso
de la policía cibernética”


“Utilizaré el dinero para sobrevivir”, declaró Claudia Posadas, tras recibir el Premio Internacional de Poesía “Jaime Sabines por su poemario “Conoce los caminos”. Claudia Posadas dijo que estudiaba con abogados de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) una demanda por difamación contra varios internautas que pusieron en tela de duda el cumplimiento de los requisitos para concursar en ese Premio. La denuncia se presentaría en la comandancia de la Policía Cibernética del Distrito Federal (gic@pgjdf.gob.mx). La autora dijo que los correos electrónicos en los cuales pretendieron descalificarla fueron enviados por colegas a los cuales sin duda la crisis los ha afectado. El premio está dotado de 100 mil pesos. La directora del Consejo Estatal para la Cultura de las Artes (Coneculta-Chiapas), Jane Guadalupe de la Cruz Palacios, entregó el premio y un diploma en la clausura del Tercer Encuentro Internacional de Escritores “Jaime Sabines”, efectuado en Chiapa de Corzo. Las conferencias y mesas del Encuentro fueron en el Centro Cultural “Jaime Sabines”, a cargo de Blanca Margarita Alegría, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, del 7 al 11 de diciembre.


LOS GARBANZOS
A propósito de los 50 años del fallecimiento de Alfonso Reyes (1889-1959), aparecerán los primeros tres tomos, de siete, de su diario personal, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE). El libro “La experiencia literaria y otros ensayos” (Fundación Banco de Santander) con retratos, semblanzas, crónicas y cartas, seleccionadas por Jordi Gracia, será editado en España... Eva Gabrielsson, viuda del escritor noruego Stieg Larsson, rechazó la oferta de su suegro y de su cuñado de casi tres millones de dólares y formar parte de una empresa para manejar el legado del autor de la trilogía Millennium, de cuyos libros se han vendido 20 millones de ejemplares. Eva quiere manejar ella sola el legado... Antonio Muñoz Molina explicó que vive varios meses del año en Nueva York, porque le gusta poner distancia de España, donde “estamos muy apretaos” y que le desagrada ser un personaje público. Acaba de publicar “La noche de los tiempos” (Seix Barral), de 958 páginas. Trata de la guerra civil española y del exilio... Acuse de recibo: “Ciudad quebrada”, de Humberto Musacchio, editado por el gobierno del DF. En el prólogo, el autor escribe: “En medio de tan enorme desgracia (el terremoto de 1985), aquella sociedad decidió levantarse y se organizó papara el rescate de los sobrevivientes y para desenterrar a sus muertos”.

15 de diciembre de 2009

El narrador y la lectura*

A veces me pregunto cómo puede contribuir un contador de historias, cortas o largas, a que aumente el número de lectores en un país donde se lee medio libro al año, en promedio, según los pesimistas. La pregunta ha surgido a raíz de los numerosos programas gubernamentales y de la gran cantidad de artículos y de ensayos publicados, en los cuales se analiza el problema y se proponen soluciones. La contribución del narrador está en escribir bien, opino.

Esta opinión podría parecer simplista pero el oficio implica cientos o miles de tomas de decisiones, de las cuales depende que el texto sea legible, original y disfrutable. Si hace pensar al lector, aparte de entretenerlo, el propósito se logra, cuando menos el mío. Un aspirante a narrador escribió un cuento de dragones. Le pregunté qué sabía de dragones, para enterarme de si cumplía con el requisito elemental de dominar el tema. Un dragón es un dragón, contestó seguro de sí mismo. Pero él sabía de dragones tanto como yo de ornitorrincos.

Muchos libros no se leen o se dejan a la mitad porque están rebosantes de fallas. El llamado lector inocente ignora cuáles son las razones, pero quien escribe y publica está obligado a saberlo. El libro debiera estar a la altura de los ditirambos de la contraportada. El autor de novelas, cuentos y crónicas, el tapachulteco Víctor Manuel Camposeco, adquirió una novela, animado por lo expuesto en la cuarta de forros. Tras leerla se sintió víctima de un fraude. Pudo acudir a la Procuraduría Federal del Consumidor, pero se limitó a reenviárselo a la autora con una carta para dejar constancia del timo.

Desde luego esto no denota que yo sea el mejor. Quizá sea malo o regular. Pero hago hasta lo imposible por escribir bien. Uno aprende a escribir cada libro. Desde luego, a lo largo de mis años de lector he leído libros que debí tirar a la basura, para no perder tiempo... Exagero, porque mi compañera tiene un baúl, tamaño refrigerador, donde echamos esos volúmenes y en cada crisis acaban en una librería de saldos.
Cuando uno se atreve a cuestionar esta clase de errores, digamos la sintaxis, de inmediato brinca un colega, bisturí de la envidia en mano, para destazar tu escrito. No hay texto perfecto, sabía Borges. Él dejaba por ahí dos o tres gazapos, dijo, para demostrar que ese texto lo había escrito un ser humano. Quizá curándose en salud, je je.

Cualquiera goza escribiendo, declaró Truman Capote. Pero escribir bien implica un esfuerzo descomunal. Ahora, como tercer paso, siempre de acuerdo con el autor de “A sangre fría”, crear arte reclama férrea voluntad sobrehumana.

Hay autores que exigen esfuerzos extras del lector porque según ellos escriben profundo. Es posible. Se les da el beneficio de la duda. Pero muchos de ellos exhiben sin rubor una sintaxis confusa. Hay quienes dicen ¿cuál es el problema?, relee dos, tres veces la frase. Es decir, hazle el trabajo al autor negligente y apático. He intentado el experimento incluso con autores consagrados, desentrañando, por ejemplo, una frase dentro de una frase dentro de otra frase. Masoquista, he reescrito las tres frases en mi libreta de anotaciones, para calibrar el grado de mi falta de concentración y de mi falta de energía mental. Quiero convencerme y caer prosternado ante semejante genio. He puesto las frases de todas las maneras posibles, una al principio y dos enseguida. Estas dos antes de aquella, etcétera. Termino por confirmarlo, se trata de un papasal tamaño volcán Tacaná.

Pero ¿cómo ven aquella explicación según la cual te recomiendan un libro, cuyas primeras veinte o cincuenta páginas son aburridas o incomprensibles pero, entre comillas, luego se pone muy bien? Ese autor hacía caso omiso de la técnica de Juan Rulfo, destruir las primeras cuartillas.

El desaparecido Jorge Ibargüengoitia tardaba tres años en escribir una novela y sus lectores la leían en tres horas, declaró con sarcasmo. La paisana Claudia Guillén dijo para eso trabajo, para hacerle placenteras al lector las historias.

Los chamacos, los adolescentes, se saltan partes de una historia porque no entienden, o por las descripciones demasiado prolijas. Así lo aconseja Borges. El problema no es del lector, cuenta Bioy Casares que opinaba su colega y maestro, en el mamotreto de mil seiscientas sesenta y tres páginas, titulado Borges. El problema es del autor.
Yo trato de hacerlo. Saltarme los pasajes enredados. Pero no puedo. Siempre he tenido ese problema. Si no entiendo, pregunto. A veces me doy por vencido y, luego de tres preguntas con tres respuestas incomprensibles para mí, suspendo el interrogatorio. Temo fastidiar a mi interlocutor. En la lectura si dejo de lado frases o párrafos inextricables, podría perder claves de la historia y no entender el final. Un amigo, el colega Hugo del Río, lee los libros de principio a fin, tengan buena o pésima sintaxis, sean de excelente, regular o mala calidad literaria. Cierta vez estaba quejándose de lo mal que escribía un autor. ¿Lo abandonaste?, le pregunté. ¿Lo tiraste a la basura? No, dijo él. Soy de Monterrey, no se te olvide.

En el primer mundo el fenómeno también se ha ventilado. El escritor húngaro Sándor Márai, en su libro Diarios 1984-1989, cita una opinión de Pascal. Cuando al filósofo y matemático le decían que alguien estaba escribiendo un libro, no preguntaba si esa persona escribía bien, preguntaba si era un caballero. ¿Por qué? Porque nadie que no sea un caballero emprende un trabajo desconocido, respondía Pascal. ¿Cómo traducir eso en el tercer mundo? ¿Hay caballeros en este mundo, el nuestro, donde hasta el capitalismo es salvaje? ¿Donde los empresarios y los políticos, dominando el monopolio de los poderes fácticos, se enriquecen a lo bestia? Es un tema ajeno para un reportero y narrador. Que lo analicen los intelectuales, con buena sintaxis, espero.

Rumiando el asunto me he preguntado ¿por qué todo el mundo debe tener gusto por la lectura? Es cierto que mucchas personas son lectores en potencia, pero lo ignoran porque jamás han tenido libros a la mano, aparte de los textos escolares. También porque no se les ha desarrollado la adicción, cuyo único efecto secundario, en ciertos casos, es el de experimentar a continuación las ganas frenéticas de escribir. Si ustedes, como yo, nunca han sentido ganas de ser astronautas o corredores de bolsa, o diputados, ¿por qué todos deben aficionarse por decreto a la lectura? Hay quienes, dice Robert Louis Stevenson, apenas leen periódicos, porque carecen del don de la lectura, de la gracia para leer libros También hay quienes detestan leer novelas o cuentos de ficción. ¿Porque les resultan historias inverosímiles? ¿O porque están desprovistos de imaginación?

Ahora con el descubrimiento de los llamados soportes electrónicos crecerá el número de lectores, intuyo. Adolescentes y jóvenes, y dos o tres contemporáneos míos, escriben y leen más en teclados y en pantallas, que los adolescentes de mi época. ¿Cuántos de ellos saltarán a los libros electrónicos? Muchos, espero.

Respecto a mí, ardo en deseos de tener en la mano un libro de esos, con mis autores preferidos capturados en su interior. Ya no leeré junto a mi compu a fin de buscar el significado de alguna palabra en el diccionario de la Real Academia Española, o anotarlas o subrayarla y buscarla después en cualesquiera de mis diccionarios. A veces acumulo palabras en mi libreta de apuntes, y termino por olvidarlas debido a la falta de tiempo. Ahora pulsaré una tecla y entraré al diccionario del llamado Kindle. Por cierto según mi diccionario inglés-español la palabra kindle significa encender, iluminar, inflamar, arder, etcétera.

Gracias al libro electrónico ya no experimentaré el desaliento al ver los párrafos sin sangría o la letra diminuta. Haré las adecuaciones a mi gusto. Si me canso de la vista por la lectura, una voz seguirá leyéndome. Espero que haya voces femeninas.

En síntesis espero que el editor no sea el enemigo número uno del lector y del autor, que haga su trabajo con buena tipografía, papel apropiado, diseño útil no bonito y, si estético, mejor; que el libro no se convierta en un mazo de barajas; que promueva la lectura y mis libros lleguen a todas las librerías. En cuanto al librero, que contrate empleados capaces de orientar a los lectores y de clasificar de manera correcta los libros. Mi libro titulado Morir de periodismo, una historia larga, un mamotreto, recién aparecido está en el apartado de Comunicación.

El autor, con diez por ciento de las utilidades en la venta de cada ejemplar, escribe el libro y los desvergonzados también el texto de la cuarta de forros, cuyo pago se ahorra el editor. Además corrige las pruebas, lo promueve, consigue entrevistas, etcétera. ¿Por qué hacerle el trabajo a los otros? Muchos confunden ayuda con obligación. Cada chango a su mecate, dijo Tarzán. Ciertos editores pagan las regalías en especie, es decir, con los propios libros del autor. Yo no podría subir al Metro a venderlos porque estoy contra el ruido. Es imposible leer a gusto en un vagón si le ponen a uno, frente a la nariz, una mochila con la bocina integrada. El vómito de música estridente aviva mi neurosis y me sacude la sesera. Acabo de pagar el registro de derechos de autor, para recibir las regalías en libros de un título mío. Pagas por tus propios libros.

A veces me preguntan ¿por qué te quejas?, ¿por qué no vendes naranjas o te postulas a una diputación? Como periodista, critico, y como narrador, comprendo, les contesto. También recuerdo a Stevenson en este renglón. La paga está en el trabajo, escribió él, y los editores lo saben, y aunque no lo sepan.

En cuanto empecé a escribir ya no me detuve y cuando le leí a Faulkner que nada destruye al buen escritor y que, entre comillas, lo único que puede alterarlo es la muerte, díjeme que me dije un día daré los últimos teclazos con la frente.
*
Palabras de MAC, reportero y narrador, en el Tercer Festival Internacional de Letras “Jaime Sabines”, efectuado del 8 al 11 de diciembre en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

13 de diciembre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Las lecciones de Elena Garro
MARCO AURELIO CARBALL0
Con el atrevimiento del treintañero irresponsable, le di a leer un relato a Elena Garro, durante nuestra estancia en Madrid, la de ella y de su hija Helena Paz y la de mi compañera y yo. Le había gustado “Negras eran las boinas”, el título del texto, por tales y cuales razones, me dijo la siguiente vez, pero... ¡Pero! Acuartelé los cinco sentidos presto a escucharla. Los personajes, un piquete de militares, salen mal parados. El autor debe quererlos, me dijo. A los militares les iba muy bien en “Los recuerdos del porvenir”, recordé, si comparamos las situaciones de ellos con los míos.
Esa es una de las grandes lecciones recibidas como autodidacto del oficio narrativo. Lo reflexioné y desde luego le di la razón. Uno debe querer a sus criaturas. Aquella vez, tan atrevido como torpe, Elena preguntó cómo se me había ocurrido la idea. Era de hecho la transcripción más o menos literal de un sueño, le dije. No recuerdo si ella opinó de los sueños, pero es algo en lo cual también reflexiono de vez en vez. Por supuesto, suscribo el acuerdo de no contarlos ni que me los cuenten. Así como en las reuniones se acuerda que nadie hable de ningún caso de asalto a parientes o a amigos. Sin embargo, uno acepta lo excepcional. Excepcional para uno.
Así que les cuento este, con disculpas anticipadas:
Estoy en la planta alta de una enorme casa de muros sólidos y gruesos. Desde un barandal veo el jardín extenso y al fondo una cortina de árboles, como de entrada al bosque. Entonces llega Helena Paz Garro. Ven, ven, dice en susurros. La casa es de su padre Octavio Paz. Ella está de pie ante una puerta. La abre. En medio de la recámara veo una cama grande con el mosquitero descorrido. Elena Garro está recostada leyendo. Lleva un camisón y tiene el cabello lacio y largo y blanco, bien cepillado. Pero... ¿cómo?, balbuceo. Si ella está muerta. No, dijo Helena. Sepultamos un ataúd vacío. Vive alejada del mundo. Mi papá aceptó la idea de esconderla aquí.
En el sueño lo he visto a él de lejos, antes y después de mirar a Elena Garro. No recuerdo los detalles. Sólo aquella escena, asombrosa para mí, a Elena Garro leyendo.





GARBANZOS DE A LIBRO

Alí Chumacero
“Soy un obrero de la palabra escrita”

Habla Alí Chumacero (Acaponeta, Nayarti, 1918): “Fui, desde un principio hombre de letras. Trabajo todavía como corrector de pruebas. No soy un empresario ni un hombre importante. Soy simplemente un obrero de la palabra escrita y la palabra impresa... El noventa y cinco por ciento de mi biblioteca corresponde a libros viejos, antiguos y usados... Un buen lector debe leer de todo y leer diarios y revistas para informarse de lo que está ocurriendo en el mundo. Pero también debe vivir más allá de los libros. La vida es muy hermosa. Hay que gozarla. Hay que verla. Hay que tocarla, olerla y gustarla... El joven escritor es siempre un poeta mejor y mayor que el viejo. Los viejos somos generalmente ridículos escribiendo poesía. Soy el escritor que más tiempo necesita para hacer un poema. El “Responso del peregrino” es uno de los más rápidos porque me llevó cuatro meses terminarlo. Lo considero mi mejor poema, hecho a mi novia que luego sería la madre de mis hijos”. Lo entrevistó Juan Domingo Argüelles para La Jornada Semanal.

LOS GARBANZOS
Juan Carlos Onetti era “un ser desvalido ante la vida, vulnerable, tímido, pero dotado de una gran inteligencia y de una gran cultura literaria aunque no académica”, dijo Mario Vargas Llosa al presentar aquí “El viaje de la ficción” (Alfaguara), un ensayo sobre el escritor uruguayo... Jorge Herralde, director de Anagrama, declaró que la experiencia más incómoda que ha tenido es que Carlos Monsiváis tardó veinte años en enviarle un manuscrito para presentarse al Premio de Ensayo... “Deberíamos leer sólo buenos libros”, sugirió Michael Krüger, editor de la editorial alemana Carl Hanser. “Esto serían mil libros de poesía, cuatrocientos novelas y trescientos libros de filosofía y letras”... En marzo del 2010 estará la versión abreviada (750 páginas) y más barata de la “Nueva gramática de la Real Academia Española”, cuya anterior edición data de 1931. Los 2 tomos con 3, 885 páginas fue presentada el 10 diciembre en Madrid... Acuses de recibo: “Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política” (FCE), de Norberto Bobio, enviado por el licenciado Julio Camelo Martínez.- “Donde muere el caracol”, de Hernán Becerra Pino, Premio de poesía Ydalio Huerta Escalante 2009, con seis sellos editoriales.

7 de diciembre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Fallida sugerencia navideña

Cierta vez, querido amigo, le sugerí a Abelardo Martín que a la infalible botella del regalo navideño le pusiera de base un pequeño “Larús”. Él era jefe de prensa de una empresa poderosa. Abelardo lo había preguntado. No andaba yo de sirimique, de ofrecido. Tenía el hábito de comprar uno de esos diccionarios cada año. Aún deseo un volumen por habitación, así como otros una tele. Entonces eran dos recámaras, sala comedor, baño y cocina. Media docena. Ahora poseo veintitantos y los de Internet, en el mismo número de cuartos.

Abelardo pudo haberme dicho “don’t drink”, algo así como no mames en español. ¿Insinuaría con ese regalo faltas de ortografía de los colegas? Caray. Si mi cuate hubiera dicho ¡adelante!, habría aceptado para mí el de la Real Academia Española o la versión resumida del Corominas. Mi vieja estaba hasta el copete de diccionarios por todas partes. El de la Moliner, el Ideológico, el de psicología, el de mexicanismos, dos o tres de sinónimos, etcétera.

En los setenta, en la sección de Deportes, observaba a un colega, Héctor Walkinshaw. Flaco, hierático, barba a la Abraham Lincoln, amigable. ¿Le escondían el diccionario? ¿Se lo negaban? Iba una docena de veces cada noche a consultarlo a información general. Quién sabe si vivía la etapa según la cual uno busca obsesivo ampliar el vocabulario, o quería aprenderse de memoria el tumbaburros. Le perdí la pista, a Héctor. No he visto ya su firma. Olvidé qué fuentes de información cubría. A lo mejor estaba a cargo del crucigrama y como no había donde situarlo trabajaba en Deportes. Con todo respeto, podría estar hospedado en la Casa de la Risa. Ahí repite de ida y vuelta el pequeño “Larús”, de la A a la Z y de la Z a la A.

Debiera, amigo, rematar con una mención a Abelardo Martín, pero él se retiró de todo. Ahora tiene un despacho. Quisiera visitarlo y husmear en su librero viendo qué diccionarios utiliza. ¿Podría yo enloquecer como el personaje de la novela “El resplandor” y terminar escribiendo sin papel en la máquina? ¿Cómo la hubiera escrito Stephen King ahora que hay compus? Buscaría a Walkinshaw en los diversos pabellones, bien zafado yo, con dos “Laruses” bajo los brazos, uno para él. Pero ¿y si ingreso con camisa de fuerza?

1 de diciembre de 2009

TURBOCRÓNICAS
Semidesnuda bajo el ventilador

Lo ideal sería crear un circuito de venta de libros a lo largo de la costa, Gonzalí. Sólo eso te falta. Los escribes y pugnas porque te publiquen. Te pagan, en el mejor de los casos, con... tus propios libros. Sería incapaz de hacer uno como editaste el tuyo, el primero, de mil ejemplares, pues tengo las uñas quebradizas. Si viviera en Tapachula me convertiría en agente viajero, vendiendo libros. Dispondría de tiempo.
Los imagino llegados del frío, vestidos de negro, sombrero de fieltro, camisa blanca, corbata desanudada, saco al hombro y remendados bostonianos polvorientos. Sudando. El portafolios con folletos y muestras de libros. Ofrecen obras completas o selectas de pueblo en pueblo. Vuelven al hotel y si son de los míos, una nativa piernilarga y semidesnuda los aguarda bajo un ventilador cuyas aspas arrojan contra las paredes la brisa caliente del Pacífico. Semivencida por el sopor y por un tomo de Kierkegaard, ella dormita viendo telenovelas.
Esos vendedores de proteínas para el alma van de Juchitán a Suchiate y de Suchiate a Juchitán. El siglo pasado, bebían espumosas en las estaciones ferroviarias y botaneaban lisas abiertas en canal o tamales humeantes vendidos por respetables señoras pochorocas. Cuando hubo trenes de pasajeros.
A veces me preguntan cómo le hago para publicar y cuando son intrépidos amagan con un libro inédito para que les consiga editor. Ignoran ese tramo del oficio, y el resto del proceso. Cuando les digo la clave está en escribir, no en publicar, me miran como a un marciano soconusquense. Vil pretexto para quitármelos de encima, sospechan. Debieran acercarse al medio, les digo si porfían. Preguntan qué medio. En los talleres de narrativa, respondo. Pero no les interesa porque saben escribir. Están seguros. Lo han hecho la vida entera. ¿Qué podrían aprender?
Les planteas al vuelo cuánto tienen qué dominar respecto a la técnica. Para ser específico, necesitarías leerles una cuartilla escrita por ellos y centrar tus sugerencias. Si te dan diez o cien, se indignan cuando lees sólo tres o cinco. Ignoran que lo importante es el “cómo”. Si les mencionas los errores dejan de hablarte. Si tú les dices edité el primer libro con mis propias uñas, exageras, dirán. Promueves y vendes tus propios libros, les cuentas y entonces de plano ya no te creen nada. Eres un egoísta y te niegas ayudar a otros, dicen. Es más ya se te subió.





GARBANZOS DE A LIBRO

Orhan Pamuk,
“Quieren matarme
y por eso ando con guardaespaldas”


Habla el escritor turco Orhan Pamuk (Estambul 1952), Nobel de Literatura: “Estoy por Europa. Por la democracia y por la libertad de opinión. Por eso quieren matarme. Tengo que andar con guardaespaldas. Es el precio que tengo que pagar... Siempre escribo libros críticos. Mi libro (“El museo de la inocencia”) es un intento de usar la literatura para ir más allá de la política... Los escritores son vistos como demoníacos, maniáticos, radicales. Pero en este caso, el de los partidos de Turquía, busco la armonía y producir una nueva cultura... Como el problema kurdo no está resuelto, la elite dirigente es nerviosa y frágil. En su ansiedad, juegan a una política salvaje, en la que todos tratan de encarcelar al resto. La política de matones intolerantes envenena la atmósfera... Al escritor lo entrevistaron para Spiegel Online, traducida por Elisa Montesinos, del suplemento Laberito de Milenio.

LOS GARBANZOS
La presentación del libro “En memoria del fuego”(Conaculta) se convirtió en un homenaje al periodista chiapaneco José Luis Espinosa (1963-2009), desaparecido hace poco, en la librería Rosario Castellanos”, de la colonia Condesa en el DF. Asistieron Blanca Valadez, esposa del periodista, la hija de ambos Alba Sofía, de once años, y la presidenta del Conaculta, Consuelo Sáizar.... Paul Auster publicará en diciembre próximo su novela “Invisible” (Anagrama). Un adelanto puede leerse en (www.elpais.com)... “Todos somos culpables, pero el poder es el culpable principal”, es una frase del escritor italiano Leonardo Sciascia (1921-1989), que murió de un cáncer hace veinte años... El segundo volumen de la correspondencia del poeta T.S. Eliot (1888-1965) se publicará con el título de “The letters of T. S. Eliot. Volumen Two, 1923-25”. El tercer tomo saldrá dentro de tres años... Acuse de recibo: El Búho, que dirige René Avilés Fabila, número 113, noviembre 2009, con las firmas de Marcela del Río, Alberto Dallal, María Luisa Mendoza, Jorge Bravo, Mario Casasús, María Teresa Castrillón, Teófilo Huerta, Guillermo Samperio, Edwin Lugo, Roberto Bañuelas, Ares Demertzis, Francisco Turón, Alejandro Alvarado, Bernardo Ruiz, Elsa Cano, Patricia Zama, Víctor Manuel Camposeco, Miguel Ángel Muñoz, Roberto Bravo, Martha Chapa, MAC. Miguel Bautista, Raúl Hernández Viveros, Max Mendizábal, Ernesto Piedras, Por supuesto y Carlos Bracho.