14 de abril de 2015

FRAGMENTO 72

Turbocrónicas
FRAGMENTO 72
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

No es de cristianos quejarse, licenciado García... Perdón, García-Corral. Así que estoy en condiciones de contarle mi vida sin quejumbres ni mordidas de rebozo. Me cuesta llorar. Lo hago en el cine. Silenciosa. Qué fría eres, me acusaba Papito Leo, y tú qué cabrón, hubiera querido decirle, pero ya habían nacido las dos niñas. No ha lugar para lagrimitas ni moqueo, don Picapleitos, debí decirle en su argot de leguleyo, y tamborilearle la espalda cuando, absorto, miraba las palmeras del camellón de la  calle de Vértiz mientras llovía, o te quedas sin ron, sin chilaquiles o sin huevos parranderos y bailecitos privados.
Otra como él era doña Juanita, quien lloraba por todo, y la Pequeña Lulú, su perra, la de ella, por influencia del ama. Así como Hércules lleva y trae una pelota de hule macizo, estrujándola, ella usaba un pañuelo para enjugarse las lágrimas y otro para las lágrimas de su perrita. Lágrimas de cocodrilo, “de lagartona”, decía la Rott, la secre del jefe, Purificación del Pozo Ramírez, nuestra jefa. El humor de doña Juanita era como el clima del DF, del frío pasaba al calor y viceversa en el mismo día, ¿ajá? Del lloriqueo al súbito jolgorio con risotadas y meneos de su minúsculo, redondo y vibrante trasero…, con el que presumía de bailar mejor que Shaquira y su trasero tartamudo.

Mi vida le resonará a usted, lic, tragicómica y boba. Pude cortar por lo sano al darme cuenta de mi parcela de infierno, los cincuenta metros cuadrados del apartamento, mas permanecí adormecida y a fuego lento buen tiempo. Quién sabe cuándo desperté. No despertaste, decía Leo. Te rebelaste catapultada por la menopausia… Sea como sea, me puse a ver palmo a palmo mi entorno matrimonial y a tomar conciencia del infierno familiar. Pudo suceder con el nacimiento de Alba Lilia.

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