29 de agosto de 2012

TURBOCRÓNICAS



Abriendo fuego amigo

¿Cómo te fue?, preguntó Petunia Flowers (PF) al reencontramos a la hora de la sopita. Han sido los mejores muchachos porque preguntaron como nadie. Pero abrí fuego cuando les previne que afuera no hay vacantes y que si quieren ser articulistas tienen que reportear. Dudaba, dije, de que tuvieran en sus hipotéticos respectivos periódicos notas informativas completas para hacer análisis o para opinar sobre equis tema.
PF me tildó de aguafiestas con esa clase de alientos y preguntó cómo osaba asestarle de patadas al pesebre. Yo no doy patadas sino puntapiés, pensé decirle, pero ¿para qué? Buscaba estimularlos, le dije, para que se prepararan pues enfrentarán espacios invadidos por razones ajenas a la calidad. Preparados, podrían darle un puntapié en el trasero a los usurpadores.
Estaba ante cuarenta y pico de estudiantes de Ciencias de la Información de la UNAM (quinto semestre), en la cátedra de géneros de opinión, a cargo del profesor Armando Rojas Arévalo. Les dije que emitiría un rollo de tres minutos y pasaríamos a las preguntas y respuestas en la cual me desplazo como pez en el agua, supongo.
Para escribir artículos, especifiqué, deben tomar como punto de partida las notas informativas, pero ¿y si son deficientes? Pues a reportear…, lo que está bien y con mayor razón si han llevado la clase. Porque ¿cómo analizarían u opinarían con datos insuficientes acerca del, digamos, envenenamiento a un cardenal, que salvó la vida según él porque le extirparon metro y medio de intestino? Sólo están las versiones a modo de la supuesta víctima y del presunto responsable, ahora senador.
Tenía un montón de ejemplos, pero pasamos a las preguntas y las respondí con sinceridad. Hasta que Jéssica preguntó: “¿Qué es reportear?” Así nada más, agregó. Interesante. Pero cuando uno reportea no se detiene a preguntarse cómo define lo que hace porque, si anda en Babia, le ganan la nota. ¿La dejó insatisfecha mi respuesta? Una definición que acaso ni está en los manuales. Reportear es enterarse, Jéssica, y saber de primera mano por medio de la información, lo cual te da poder y libertad y, como el lector es selectivo, hay que ganarlo con excelente reporteo y buena redacción.
¿Y la paga?, preguntó Petunia. Me la dio Mildred, respondí. La única que compró uno de mis libros, “Morir de periodismo” (Axial). Se te enfría la sopa, dijo PF.

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