29 de febrero de 2012

TURBOCRÓNICAS



Tip a plagiarios
He leído dos consejos para quienes escriben, de maestros que no doran la píldora. Si puedes vivir sin teclear abstente y los primeros cuarenta años son los difíciles. Hay quienes se acogen a la frase de “los genios no corrigen”. El riesgo para quien se autoengaña es que mami o papi le diga hijo mío eres un genio. Entonces el genio postizo va por la vida escribiendo pomposidades. Algunos publican pagando, y regalan el libro y reclaman aplausos. Como en todo, en la escritura hay “genios” subnormales.
Grandes escritores aconsejan como ejercicio copiar de pe a pa los cuentos del escritor favorito. La mayoría escoge a un escritor de segunda y se queda en esa división. Con ese ejercicio, el aspirante dirá estoy listo para escribir un cuento que me salga del forro del alma, si es honesto, y no del forro del alma de Rulfo, digamos. Problema es cuando publica sus plagios porque juzgue a sus lectores estúpidos de primera.
Cada vez resulta más difícil perpetrar esa tomadura de pelo, gracias a Internet, una de las ventajas de la mundialización y de la información en cantidades industriales y en greña. El caza-plagiarios Guillermo Sheridan aportó este enlace para descubrir a tales gandayas: (turnitin.com.es.hom). Los hay hasta en las tareas escolares y en las tesis.
El tip para hacerse escritor (nace pero se hace) es ejercer el periodismo. Hemingway sugirió cinco años, pero si es para dedicarse al oficio de narrador bastaría con un año de trabajo a fondo. Se aprende a entrecomillar las citas y queda uno a salvo del plagio y de ser exhibido y ridiculizado.
Una tarde José Pagés Llergo charlaba con Humberto Romero, exsecretario del presidente López Mateos y mandó llamarme. Cierta periodista se había autoexiliado porque escribió una columna sobre la compra del vestido de novia de la hija de un presidente de la república, sin utilizar ni las fuentes ni las comillas. Le cayó encima el siniestro poder del Estado. ¿Por qué?, me preguntó Pagés Llergo. Odio los exámenes y en tanto reportero yo hago los interrogatorios. Mas ¡era el jefe Pagés! Por falta de oficio, le dije. No se puede ser reportera una semana y a la siguiente columnista. Ahí está, dijo Pagés. Esa es la razón… Uf, dije, sintiéndome aprobado, y salí deprisa porque Pagés ordenó vuelva a lo suyo, no nos quite más el tiempo.


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