TURBOCRÓNICA
FRAGMENTO
18
de “El último protomacho, creativo y
perfeccionista, en el país de las colas sin fin y de las narices de mango”,
novela de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
Al
padre de una futura primera dama del país lo fusilaron tras un juicio sumario
cuando huía hacia Guatemala con maletas llenas de monedas de oro y de plata,
hurtadas de cualquier forma. Nadie supo nada de cómo. Todo quedó en el misterio.
“No se supo de dónde se hizo de mulas,
Pedro”, solía burlarse Leo. Me pregunto si no será una leyenda, como esa de que
el esposo de la huérfana, quien sería el presidente Adolfo López Mateos, era
originario de Guatemala. Falta descubrir que el oro y la plata eran para la
carrera política de ese futuro mandatario. Entonces no había periódicos por
allá y tampoco historiadores. Mas ¿y los de por acá? Parece que se echan la
pelota. Los historiadores mexicanos dicen que les correspondía a los
historiadores guatemaltecos documentar el suceso y éstos al revés. Me gusta el
tema como para escribir una novela, con tiempo y dinero suficientes para
investigar y, digamos una beca, y un grupo
de ayudantes, je je.
El sindicato de profesores se hizo cargo del sepelio de mi madre.
Del hospital a la tumba. Yo esperé a Leo a la entrada del cementerio,
tronándome los dedos. Los comisionados del sindicato se había retirado ya. Leo
dijo, tambaleante y oliendo a alcohol, un “lo siento” nada convincente para,
disculpar su tardanza y amenazó con demandar a los líderes. Iba a refundirlos
en la cárcel… “Hijos de siete leches”… “La concha…”, etcétera.
¿Es aún ilegal la inhumación antes de veinticuatro horas de
muerta la persona, lic, con certificado médico?... Sí, sí hubo certificado
médico. Lo recuerdo porque fue como supe de la inexplicable cirrosis que atacó
a a mi madre y la llevó a la tumba. De
mi parte ignoré la amenaza contra los dirigentes sindicales. No estaba para
demandas. Sentía un cansancio de muerte. Esa noche él se preparó las cubas. Tantas
como se le antojaron al dipsomaníaco sin rienda. Luego se metió a la cama y me
violó.
––¿Sientes la mazacuata con espinas? ––preguntó––. ¿Sientes
de nuevo las espinas?
Loco.
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