Turbocrónicas
FRAGMENTO 91
de “El último
protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las
narices de mango”, novela de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
––La única beneficiada por el tío has sido tú,
Petacona ––dijo Leo.
––Ah sí, ¿de veras?, ¿y cómo ha sido eso?
Intenté hacer la pregunta, indiferente. A ver con qué
sale ahora, pensé. Él acababa de desayunarse y estaba de buenas. Los huevos
fritos habían quedado perfectos y el tocino bien frito y con poca grasa. A eso
olía el apartamento.
––Debo haber tenido ocho, diez años ––dijo él––. Una
mañana mi tía apareció por la cocina con los ojos amoratados y sanguinolentos.
Espantoso.
––¿Conjuntivitis? ––le pregunté.
––Qué conjuntivitis ni qué la tostada. El tío la había
madreado bien madreada.
––¿Fue la primera vez?
––No, pero me impactó ––dijo Leo––. Yo estaba al tanto
de que el esposo acostumbra madrear a su vieja, por el ejemplo de mi tía. Pero
aquello fue una gran putada, diría Verguini, pues como quiera que sea se
trataba de una vieja y porque era buena persona conmigo y hablaba muy bien de
mi madre.
¿Cómo quiera que sea?
––¿Y yo qué? ––le pregunté.
––Cuando me sacas de quicio, Petacona ––dijo él
estrujando el diario––, recuerdo la imagen de la tía, y empuño las manos y me
muerdo uno y me jalo el otro.
Si mi marido no paró en la cárcel tras cometer equis
delito fue por su profesión. Un ilícito, dicen ustedes, ¿ajá? No estoy diciendo
que todo abogado esté a salvo de la cárcel, pero la profesión ayuda, ¿o no,
lic?... Ya sería el colmo, una paradoja, que no ayudara. Si el licenciado
Leonardo López de León nos robaba, ¿qué esperaban sus clientes y su amante, la
flaca señora? Robar en este caso es una palabra fuerte, pero odio los
eufemismos. Enfermo, siguió robándonos, y aceptó limosnas tanto de los primos
como de los amigos y la iguala del señor Gandini. De todo eso vaya usted a
saber qué porcentaje fue a parar a la grotesca panza del Trepa, si no es que a
sus manos… Me consta porque vi que se llevó decenas de pizzas de anchoa sin
anchoas, je je.
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