15 de septiembre de 2015

FRAGMENTO 92

Turbocrónicas
FRAGMENTO 92
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
Lo hecho por su colega, lic, no tiene nombre, en especial el trato discriminatorio dado a sus hijas. Al dejarme a mí buena parte de los gastos, las obligó a trabajar prematuramente, aunque aparentara una actitud contraria producto de su machismo, y les aherrojó el desarrollo emocional y sentimental... Él terminó en silla de ruedas porque se lo merecía y porque ni la enfermedad lo humanizó, lic. El cabroncete obtuvo veinte por ciento de mi sueldo. ¿Qué fue eso? ¿Cómo llamarlo? Hay una palabra, y él la hubiera usado, chingaderas. Mi quincena era de hambre, descontado el ron, las pécsis y el hielo… Él obtuvo dinero al vender su coche y a lo mejor ahorró equis suma en veinticinco años de casados…
Mis hijas y yo abandonamos al apartamento con una mano atrás y otra adelante, como dicen. Al dejarlo, instigada por él mismo, debido a sus groserías y a su demanda legal, así como por sus amenazas, pedí el divorcio. Me llevé a mis hijas porque ni modo de abandonarlas en manos del paralítico demente. Ellas ni me animaron a dejarlo ni me empujaron hacia la calle... Yo les dije que era una posibilidad… De madrugada, maleta en mano, cada una de nosotras estuvo de acuerdo. Después negociaríamos libros y discos. Yo había pasado media vida con su atormentado colega, lic. Esa mañana debió tardar poco en rugir la primera exigencia del día… ¿Qué cree?, me hubiera gustado verle la cara. Ignoro si es morbo o curiosidad.
Le dejé la consabida carta de nueve palabras sobre la mesa del comedor y no sobre el buró porque podía caerse de la cama, je. En la carta le informaba, comillas, Nos vamos. Ahí te ves: Tu exesposa, la Fundillona, comillas.

No hubo recuperación de ningún objeto de valor, como se dice. Leo le ordenó al hijo del portero tirar todo lo nuestro a la basura. Él tenía razón, el chamaco padece un biq de subnormal. ¡Obedeció al pie de la letra! Le pregunté si no había salvado algo mientras yo regresaba... Ni discos ni libros. El chamaco le tenía pavor a Leo. El portero andaba por el mercado, se justificó el hijo. Un viejo sin carácter, según Leo.

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