15 de julio de 2014

FRAGMENTO 40

FRAGMENTO 40 
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

Después de hablar pestes del tío, a quien Papito Leo llamó casi casi ratero abusivo, los primos dejaron de ir de visita a menudo a casa. Hubiera bastado el encontronazo con Marta, pero a Rutiliano, al marido de Borrica Gemebunda, de Marta, le pareció insuficiente. Fue necesario que Leo hablara mal del tío Clemente, el padre de los dos primos de Leo .
A mí no me pareció grave la maledicencia y tampoco era primera vez. Peores cosas le había escuchado, como llamar borrica gemebunda a Marta…, y cuando habló horrores del pescuezo, el de ella, de su cuello regordete y sudoroso. Cierto, le suda. Ah cómo le suda. Siempre está enjugándoselo. Pro eso a ellos les importó un comino. Era más importante el viejo carcamechuzo, como lo llamaba Papito Leo,  que una dama, aunque para ellos  ya no había damas. Cuando mucho éramos viejas. Y, si juntas, mejor difuntas, precisaba el par de patanes.
Justino y Rutiliano tampoco regresaron cuando el primo, mi marido, enfermó. Le enviaban el dinero con un mensajero. No era limosna, decía Leo, sino paga porque sus primos necesitaban defensa legal para responder  diversas demandas civiles y penales. Ellos prestan dinero con réditos de usura, y reciben a cambio objetos de valor para proteger el dinero prestado . Relojes, vehículos, escrituras de casa, endosadas, etcétera.
Ya en la cama, Papito Leo empezó a reír. ¿Reía de los apodos endilgados por él a sus primas? ¿Reía de su estar chiqui, chiqui, chiqui toda la tarde?  Para que no siguiera de loco, le pregunté:
“¿Y ahora  de qué maldad te acordaste…?
“Le tengo un invento al Trepamadres”, “dijo. Un secante para pescuezos sudorosos, con ataduras a la nuca parecido al cubrebocas”.
Tengo ya un presupuesto, ventajoso para nosotros.

¡Paaayaso! ¡Paaayaso! Y abusivo.

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