1 de julio de 2014

FRAGMENTO 38

TURBOCRÓNICAS
FRAGMENTO 38
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

Durante una comida con los primos se dio el encontronazo de mi marido y una de las primas, a quien él llamó Borrica Gemebunda. En privado eran lagartonas o renacuajas. Marta, la gordita, la desparpajada, esposa del primo flaco y como palúdico, de Rutiliano. Ya siendo ella Borrica Gemebunda, quedó en Mula Gemebunda. Como sea, Papito Leo suavizó la agresión, je. Mis hijas habían ido al cine.
Todos bebíamos. Yo empiné siempre menos el codo, y el ir y venir de la cocina a la sala contribuía a espabilarme. Leo se ocupaba de que no faltara nada. Entonces yo no tenía que ir corriendito al Oxxo o al Seven. Aquí no se respira miseria, cacareaba, soberbio,  Leo, y menos cuando viene ese par de miserables.
Los primos le restaron importancia al apodo endilgado a una de ellas, supongo. Para mí fue uno de los ataques más rabiosos que le escuché a Leo, quien decía combatir la abusivez y la injusticia. Si se burlaba de los hombres, con las mujeres la saña era hiriente. juzgue usted, lic...
No recuerdo a propósito de qué la gordita y desparpajada, Marta, llamó amargueitor a Leo. Espere, ya sé... Leo estaba criticando a Albi, la mayor de mis hijas, por su intento, días antes, de usar pantalones.
“No seas amargueitor”, le dijo la prima. “Es lo motherno en la mujer”.
Leo ignoraba a las primas. Al impartir cátedra familiar se dirigía a los primos. En esa ocasión,  se volvió a ver a Marta con miradas descalificadoras a través de sus pestañas rizadas de marioneta. La vio como vería a una cucaracha patas arriba, a un vil renacuajo. Reparó en ella acaso porque la palabra amargueitor suscitó risotadas. Aproveché para reír porque mi risa iba a perderse en el fragor del carcajeo general.
“Escucha, prima política… Berta, ¿verdad?... Ah, Marta”.

Nunca jamás se le grabaron  los nombres. En privado llamaba renacuaja esquelética a Berta y renacuaja rechoncha a Marta. ¿Fue buen presagio llamarla prima política? Pésimo. La interpeló con tono de furia contenida.

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