23 de septiembre de 2014

FRAGMENTO 50

 FRAGMENTO 50
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

Intenté sustraerme. Llevaba qué leer pero no podía concentrarme. En esos momentos busco lo importante para mí en el periódico. Otra posibilidad es ver la tele, pero no en una terraza y en el desayuno. Ni aparato había. Me abstuve de pedirle a Leo una sección del diario. Aparte de que si él no desechaba una ni caso me hacía. Su hábito de leerlo en dos tandas frenaba el proceso, como ya le conté, lic. Era distinto viajando porque entonces él no leía ni los avisos ni la cartelera de rips como llamaba al obituario.
Le ofrecíamos La Jornada y lo rechazaba. y El País, que yo compraba sábados y domingos. Odio a los gachupas, decía, se creen chingones con el lenguaje, y le dicen beicon al tocino y aparcar a estacionarse… Pero esos diarios los leía a escondidas. Él atesoraba el Selecciones en la recámara.
Un chamaco se acercó a una mesa de tres güeritas. En inglés deplorable las invitó a desayunarse en el mercado con Carnitas y birria, huevos frescos no  refrigerados. Ni siquiera, pensé, porque era harina de huevo. Sonriendo, sin alternativa, contestaron en francés. Leo observó por encima de las gafas y, en cuanto el tipo se fue, volvió a la lectura. ¿qué hubiera pasado si Papito Leo tarda en salir? los muchachos nos habían barrido con la mirada, de mesa en mesa. Incluida la fundillona de gafas para miope, de plástico color carne. Tal y como lo hicieron.
A esa edad, hombre y mujer, tienen vista selectiva. Mis compañeras ignoraban a los prietitos sin las condiciones necesarias como para ir bañados a la escuela. Los veían polvorientos. En Guanajuato, uno de esos chicos pudo acercarse a mi mesa a dar lata...
Luego del primer fracaso, otro de ellos se dirigió a las güeritas. Competencia absurda por pueril. Mismo resultado.

“Pinches gringas tontejas” dijo el segundo. “Vienen a México y saben un carajo de español. voy a seguirlas al cuarto y me las voy a echar a producto de gallina”, dijo otro y se frotó la entrepierna. “No se la van a acabar. Las pondré a gatas… Tendrán orgasmo en inglés”. Horrible. Tenso.

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