9 de septiembre de 2014

FRAGMENTO 48


FRAGMENTO 48
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

En esos tres días de su estancia con nosotras, Hércules me acompañó al súper y a la tintorería. ¿Sospechaba algo? ¿Encuentros con su Juana, o que habláramos por teléfono? La tercera noche, el lunes, enterado de casi toda mi vida por nuestras pláticas, pidió que le hiciéramos una visita a Leo.
Para nada... Encararlo podía repercutir en mi salario, significar demanda de aumento de pensión, a su cuota mensual de mantenido... ¿Qué iría a echarme en cara aparte de las mentadas y sus ofensas? Desde luego, me arrepiento de no haber ido... Pude haberlo presentado con Leo como a mi abogado, je je, como a mi padre, recién aparecido para resolverle asuntos de su querida hija.
Solo deseaba que me bajaran el monto de la pensión del veinte al diez por ciento, al quince... Demostrar que Leo, ni cargador ni albañil, podía ir y venir en silla de ruedas. No acostumbraba recorrer caminos empedrados o con hoyancos durante el desempeño de su trabajo.

Leo era temerario porque no se daba cuenta del peligro, o lo sabía y echaba mano de recursos mentales o espirituales. No lo sé, y si digo no lo sé, lic, de veras no sé... ¿Podía radicar su seguridad en el dominio de las leyes, cárceles y delegaciones policíacas? Usted mejor que nadie lo sabe. Le daré ejemplos de su temeridad, licenciado García-Corral. Usted dirá si soy buena observadora, o exagero porque haya atestiguado, aprensiva, el suceso, desde la óptica de una catastrofista apanicada.

Estábamos en Guanajuato. El hotel contaba con mesas dispuestas sobre parte de un jardín público. Haga de cuenta de que le hubieran construido ese jardín al hotel. Vivíamos el primer día del año. A Leo no le daba aún el infarto. Bebía solo dos cubas. Eso sí a diario. Quizá él dejaba de empinar el codo en casa, pero no en la calle. Aunque parecía contenerse en la cena de los viernes con su grupo de amigos selectos, a la altura de sus portentosas ideas mesiánicas.

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