16 de septiembre de 2014

FRAGMENTO 49

TURBOCRÓNICAS
FRAGMENTO 49
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

¿Maduraba papito Leo al moderarse con la bebida? era la reacción de rechazo del organismo constipado por el alcohol y las fritangas. “Cómo aguantas”, se decían entre sí, engreídos, porque tomaran demasiado alcohol. “Saliste rebueno pa’l chupe”… Qué horror. Mas en Leo era constipación. Tripas sobreexplotadas que tardaban en procesar todo el mugrero… ¿Por eso hablarán maravillas del hígado?, poderoso, bien conservado… Me desvié, yéndome de frente, lic, si puedo decirlo así…
En Guanajuato, una verja de hierro a la altura de las mesas separaba la terraza del jardín. El frío era soportable. Había turistas gringos y europeos desayunándose casi casi bajo la copa de los árboles. Esa parte se llenaba pronto. Leo prefería una mesa dentro aquí en el DF. Ni soy turista, proclamaba, ni me gusta exhibirme ni ver a exhibicionistas... También tenía la experiencia desagradable para él de las marimbas callejeras.
Fui la primera en salir y tomé una mesa ante el jardín. Adentro vi a ancianos y a parejas con niños. Cuando Leo salga y me tome de la oreja para meterme, pensé, habré de seguirlo… Pero se siguió a un puesto de periódicos y al volver ni protestó ni me tomó de la oreja. Quizá había dentro puros viejos y niños friolentos. Él no hablaba mal de ellos. Los soportaba. Me refiero a los niños. Ejercía represalias en Alba Lilia y en Yolanda.
No supe qué pedir, lic. Había poco para escoger. El desayuno estaba incluido. Huevos y chilaquiles y pan tostado con mantequilla y mermelada químicas. Nada olía a nada. Ni el café.
Unos chamacos estaban en una banca del jardín, y otros de pie. Bebidos… Fumando... Buscaban seguir la celebración de la noche vieja. Varios manipulaban el celular. Uno, cabeza echada hacia atrás. Dormía, la boca abierta. A gritos, cruzaban palabrotas. Parecían de Tijuana o de Nuevo Laredo. Mal vestidos, según yo. De tenis. De pelos aceitosos peinados hacia arriba, aretes en orejas, nariz y labios... Son como zetitas, me dije, asustada. No son hijos que papito Leo hubiera querido  engendrar.


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