Turbocrónicas
FRAGMENTO 14
de “El último protomacho, creativo y
perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”,
novela de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
Después de vivir en las
colonias Portales y Narvarte, Leo ambicionaba mudarse a las Lomas sin pasar por
las colonias Del Valle o la Nápoles. Quería mudarse de casa, de clase social y
de vieja. Cambiar de vieja cada tres años, digamos, como quien actualiza el
modelo de su automóvil.
Estas
ambiciones, ¿tenían qué ver con el propósito de empezar a escribir por fin su
libro? Porque él también quería escribir, y voluminosos tratados, no ensayos.
¿Ya le conté?… A veces abordaba el tema, sin aportar mayores detalles. No por
discreto. No porque se lo interpretaran como alarde ostentoso de su talento de
escritor ensayista. “Avancemos”, dijo, “mientras
podamos, mientras llegamos a nuestro límite”, dijo. “Porque yo todavía tengo
camino por recorrer… Aunque los bárbaros ya están aquí. Bien pujantes, impertinentes
los Igualados y Abusivos.” ¿De qué hablas?, le pregunté. “De los mercaderes
ambulantes”, respondió. “Clasemedieros que torean al fisco y se entrenan con
los inspectores y con la policía juanetuda y de pies planos”. Dales
oportunidad, dije por decir. “No la necesitan los culéis. Vienen muy cabrones”,
dijo Leo. “Ya invadieron los Sanborns, chancludos y en calzones”.
La jungla del asfalto, seguí hablando por hablar. ¿En
qué te afectan?
No descarté
el plan de que Leo pensara comprarle a su amante un palacete. Pero el segundo
frente me decepcionó, lic. Quién sabe por qué una es así. Lo digo porque si
ella tuviera estudios universitarios y fuera guapa y rica, sentiría menos
rencor…
No, lic,
Leo rehusó casarse por la iglesia y yo también. Mas recelé. No porque yo
deseara casarme de blanco, sino porque detesto las mentiras. “Casarnos por la
iglesia impedirá mi ingreso a la masonería”, dijo él. No es un impedimento,
¿verdad, lic?
Las organizaciones y la gente
gregaria me tienen sin cuidado.
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