Turbocrónicas
FRAGMENTO 6 (PUBLICADO EN LA PRENSA EL
14 DE NOVIEMBRE del 2013) de “El último
Protomacho, Creativo y Perfeccionista en el País de las Colas sin fin y las
Narices de Mango”, novela de MAC
Papito Leo me agarró bien
mensa, lic. A él le quedó el síndrome del profesor porque me dio lecciones de
vida a diario… Ya era abogado cuando daba clases, de ética en la prepa, y de
civismo en una secundaria. Me llevaba diez años. Yo iba para letras. Quiso lavarme
el cerebro con el sobado vaticinio de que moriría de hambre de escritora y dos
veces de poeta. Como si al poeta le importara morir. Como si no muriera al
escribir, desgarrado, cada poema.
¿Un ejemplo
de lo mensa que era yo, pero no tanto? Bien. Cierta noche insinuó que yo podía
ser parte de una orquesta. Él estaba echado en la cama con un brazo detrás de
la cabeza, el periódico sobre la barriga, en espera de mi bailecito. Porque yo
le bailaba desnuda, licenciado, o eso creía él o le valía un diputado matraca, expresión
suya, que sólo me paseara... Acabábamos de cenar y estaba ebrio. y fingía
meneársela, o hacer como que/, para escandalizarme. El Asqueroso…
¿En una orquesta?, pregunté.
¿De pianista? No, con el violonchelo. ¿Y eso? Pensándolo bien sin orquesta,
dijo. ¿Por fin?... Me estremecí. Había sentido un supuesto aire colado, como le
llaman. Sí, solo para mí, dijo. Aquí donde estoy yo y tú enfrente. ¿Qué
tocaría?, pregunté. Eso vale madre, Rous. No entiendo. No entiendas, nomás
obedece, dijo. Llevarías un vestido como el que traes… y, desde luego, con tus
zapatillas rojas. Sin darle detalles, lic, mi vestido era color azul oscuro de
algodón hindú, comprado en un tianguis. De segunda mano, sospecho. ¿Y?
pregunté. Te acercarías el violonchelo, y abrirías las piernas y te abanicarías,
suavemente, con el vestido. Degenerado.
No, falta, dijo. ¿Ah sí? Sin calzones, agregó y le arrojé el vestido a la cara al cretino.
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