TURBOCRÓNICAS,
ESTRUCTURAS
DE NOVELA
MARCO AURELIO CARBALLO
Para Guillermo Ibarra, metidazo
en su primera novela
Gonzalí, no soy el primero ni seré el
último que, escribiendo historias, encara líos con la estructura. Comienzan al
apartarnos del orden clásico. Se le busca para ser original, intención
legítima, inherente del escritor. ¿Quién no aspira a escribir la historia jamás
contada y a que se peleen por los ejemplares, a puntapiés y bofetones, ante la
mesa de novedades? El autor mediocre.
Con la estructura
de mi décimo mamotreto estoy metido
en un berenjenal. Le hallé la cuadratura media docena de veces, sin quedar
satisfecho. Lo resolvería si echo a la papelera las trescientas páginas, y
aguardo la inspiración súbita de las musas para darle, frenético, al tecleo de la undécima.
Disponemos de la
estructura clásica para escribirla, tú sabes. El éxito depende del talento, mayor
o menor del novelista. La técnica está probada por los maestros y, cuando se
apartan y fallan, persisten, porque saben que lo sencillo no es de fácil
dominio, cual da la falsa impresión. Aumenta el trabajo de mulos. Por eso los
advenedizos enarbolan, como defensa contra el trabajo de galeote, la ley del
menor esfuerzo, la del calzonazos.
Se comete el error
al apartarse de la fórmula: planteamiento, desarrollo y desenlace. Algo así
como “la historia empezó así, continuó asá y concluyó de esta manera”. Punto y
se acabó. Algo desata la inconformidad y empiezas a modificar las partes y entras
en complicaciones. Si mejoraste el principio, ¿por qué no lo de en medio?, En
muchos casos, al dar por concluido el libro, ¡Oh!, lanzas descargas sucesivas
de mentadas al advertir todo de cabeza.
Preguntarán, ¿no
debiera este Güey saber escribirlas, tras una decena de novelas y un rimero de
cuentos y tomos y tomos de turbocrónicas? Los conocedores te dejan helado
cuando dicen: “Se aprende a escribir cada cuento o novela”. “Cada vaquilla
tiene su lidia”, decía Rafael Ramírez Heredia (RRH), el autor de “La Mara”. Esa
clase de vaquillas, las de (RRH), eran unas lindas veinteañeras.
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