CRISIS VI
El niño como de cinco años tiró de las faldas de la mamá, sentada en una banca de hierro del jardín, veo a mi paso. Mami, mami, dijo, con una bolsa de maíz palomero en mano. ¿Y las palomas? La mamá tejía. Echó un vistazo alrededor. Hay mucha gente, dijo ella. Esperemos. Veo grupos de parientes de casamenteros o reducidas manifestaciones de comerciantes. También ujieres cebados, picoteándose la dentadura. La Biblioteca siempre está vacía. Morboso, asomo la nariz. Nada.
Una fila como de treinta se desplaza ante la tienda de pollos rostizados a las trece diez horas. Tropiezo con una tropilla de adolescentes, entre dos coches estacionados. Seis chicas y dos chicos. Parecen de la Prepa 6, pero podrían ser de la secundaria 33. Chaparritos. Seis llevan gafas de miope.
Al frente, una lleva la bolsa encerada con el pollo. Cinco buscan meter mano. Dos devoran sendos muslos. Esperen, dice la del pollo... Cuarenta pesos del ave gallinácea, entre ocho, a cinco pesos por peludo. Con el costo de ocho tortas de tamal hubieran tenido para tres pollos.
¿Serán tamaño paloma? No, se les ve hinchado el huacal. A menos que... Sólo observo y asocio. No insinúo nada. Se me hace la boca agua.
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