MARCO AURELIO CARBALLO
Pon gratitud para los doctores Bárbara Nettel y Carlos Rodea.
Para Carlos Olmos, Gerardo Ibáñez, Jesús Diez, Fernando Macías Cué y Hugo Gutiérrez.
Hermanazo
Marco Tulio, la explanada del Centro médico Siglo XXI, con tecnología de punta en
cada centímetro cuadrado, empieza a llenarse de gente desde antes de las seis
de la mañana. Prontos el “gential de gente”, como dicen por nuestro rumbo sur,
va y viene. Muchos de ellos llegan en metro. Mi cita era a las siete en la
temida radioterapia. Un simulacro de lo
que será el tratamiento. Me recostaron en un mueble parecido a una camilla. ¿Duele?,
pregunté. No, dijo una enfermera en Oncología del IMSS. Días antes, el doctor
Carlos Rodea me había dicho que hay demasiadas leyendas en torno al tema de la
radio y de la quimioterapia. Pocos desean irse de este valle… Me dio ánimos. Aunque los mejores ánimos me
los doy a mí mismo. Necesito unos años para terminar de escribir media docena
de libros.
Enseguida te colocan una capucha de hule con orificios cuadrados, si
pudiera decirse así. A través de ellos recibes las radiaciones en el lugar del
cerebro donde está anidado el huevo del tumor. La radio destruye las células
cancerosas depositadas por la zopilota de la parca. Me darán turno para las
sesiones de poco más de diez minutos. Es la vida misma. Pienso que ya antes las
he pasado canutas. Quizá esta sea la prueba más dura. Pruebas tu resistencia a
cada paso. Me sentía el hombre de Munch, en su cuadro “El Grito”. Papá vivió todo
esto en los años setenta del siglo XX. Sin simulacros, en vivo y en directo. No
pude menos que admirarlo. Es mi turno ¿para ser admirado? No. Para resistir.
Si hay que irse, habré de irme. Saber vivir es saber morir. Hay que ser
pertinentes. Los inoportunos llegan y se van a destiempo. Qué falta de tacto.
Cuando la enfermera dijo es todo, puede irse, lo agradecí. Rápido y sin dolor.
Así fue mi primera experiencia en la radioterapia. Estoy seguro de que me hizo
más fuerte.
Lo que principia hay que terminarlo, decía papá.
Ánimo, maestro. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGRACIAS: MAC
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