TURBOCRÓNICAS
FRAGMENTO 46
de “El último
protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices
de mango”, novela de
MARCO AURELIO
CARBALLO (MAC)
La secuela del infarto le
importó a Leo un diputado matraca. Bebía y comía como treintañero y con el
mismo espíritu chingativo, perdón, contra su familia, observamos los últimos
días que vivimos en su apartamento. Había abandonado el asado y la chistorra
para engullir pizzas de anchoas y de chorizo... En las reuniones, el
Trepamadres se daba las libertades de siempre como alburearlo y llamarlo
Leoncito. Leo se retorcía de risa. El Trepa accionaba el pico y si Leo reía,
reían los demás. Abogados todos de distintos despachos.
––¿De qué prefieres tu pizza,
Leoncito? ––le preguntó, recuerdo, el subnormal del Trepa––. ¿Chorizo de
español o chorizo de mexicano, ca/?
Leo se lo quedó viendo a los
amigotes y la sirvienta, yo. Luego soltó una risotada como chisporroteo de cuba
con pecsi. Solo entonces rieron los otros.
––Chorizo mexicano ––dijo
Leo––. Es fresco y combina bien con el tomate y con el queso. El otro es
demasiado seco y duro.
––¿Te parece más duro el
chorizo del español?
––Ya, ya… No vulgarices la charla.
––Tienes razón, ca/.
Yo me ponía a lavar platos
con el chorro de agua bien abierto.
El Trepamadres se chupaba los
dientes al terminar de comer, y se servía un vaso de agua, se enjuagaba la boca
y ¡se tragaba todo! ¿Por qué no lo hacía en el baño? ¿Por qué lo toleraba don
Superbuenasmaneras? Para rematar, el Trepa se picoteaba la dentadura con un
palillo. Estaba de moda su uso, decía él. Moda permanente para gañanes, me
decía yo. Se sonaba la nariz sentado a la mesa…
Al descubrir sus largas uñas
en los dedos meñiques, me estremecí de náuseas. ¿Cosa de masones? No, que va...
El Trepa quiso aprender a tocar la guitarra en la cárcel, según Leo. Ahí le
robaron dos. Papi ya no le compró la tercera. Fue cuando se dejó crecer las
uñas. Ahora son para escarbarse los
oídos.
A veces me pregunto, lic, si cuanto le platiqué a Hércules sobre el trato neurótico de mi marido a nosotras le
despertó el deseo de ajustarle cuentas a nombre de mis hijas y mío. ¿Qué otro
móvil pudo haberle animado? ¿Fue una reacción de último momento por la actitud
de Leo, cualesquiera de las que acostumbraba? El plan de Hércules era rehacer
su vida junto a doña Juanita. Descreo de que se le haya ocurrido despejar el
camino para quedarse con nosotras, al no encontrar a su Juana en el
apartamento. Limpias de polvo y paja, por decirlo así, y él empezando de cero
con paloma nueva, lo cual es un decir, y con apartamento propio.
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