5 de agosto de 2014

FRAGMENTO 43

TURBOCRÓNICAS
FRAGMENTO 43
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
En cuanto a nuestras hijas, Leo medio las consideró. Ellas, para él, como si no existieran, lic. Incluso llegué a preguntarme qué era peor, su perniciosa indiferencia o que las tomara en cuenta para ignorarlas, valga la paradoja, y para humillarlas con sus prohibiciones y sus cátedras  oficiosas, no pedidas. Antes de su enfermedad, yo lo escuchaba y animaba si, ebrio, permanecía horas ante el ventanal..., descreo de que solo para ver la lluvia cayendo sobre las palmeras. Se la pasaba ahí, petrificado. Yo quería evitar que, al ignorarlo, tomara venganza con las hijas. Su menosprecio radicaba en la condición femenina de ellas.
Me pregunto cómo habrá influido Leo en el comportamiento inquietante de Alba Lilia. Pero si el castigo para él, ser abandonado por la madre, hubieran sido órdenes de un ser superior, ¿por qué vengarse en nosotras? ¿Me entiende, licenciado? Perdón… ¿Era solo machismo? ¿Porque le resultaba imposible admitir a los novios de sus hijas? ¿Imaginar todo cuanto les harían a ellas a partir de cuanto acostumbraba hacer él, las perversiones que le permitieron a él sus amantes? ¿Imaginó que les exigirían a sus hijas equis baile exótico? ¿Una zumba? ¿Iban a permitir ellas que les encajaran el dedo a diestro y siniestro?
Le dio igual si estudiaban o no estudiaban. Si meseras u obreras. Les negó el beneficio de la duda, como dicen… Alba Lilia ya trabaja como pasante de abogada. Yolanda estudiante de veterinaria, tiene un trabajito en lo suyo. Cuando Papito Leo supo que Albi estudiaría leyes, se la quedó viendo. ¿Preparaba una enseñanza de vida? No, ni palabras de aliento ni de desaliento. ¿Cómo pudo ser tan indiferente? ¿Qué le costaba decir yo te ayudo? De haber sido otra clase de padre, ¿se habría llevado bien con ella y no con la veterinaria? Pero con la veterinaria tampoco hizo buena química, según se dice.

La veterinaria, la menor, Yolanda, tiene algo de él. Mas ojalá sea nomás valiente y no intrépida. Siendo parecidos, chocaban. Buenas pa’l colchón debieran ser las cabronas, decía Leo. ¿Hijas de pendeja?..., ¡pendejitas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario