TURBOCRÓNICAS
FRAGMENTO 43
de “El último
protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las
narices de mango”, novela de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
En cuanto a nuestras hijas, Leo medio las consideró. Ellas, para
él, como si no existieran, lic.
Incluso llegué a preguntarme qué era peor, su perniciosa indiferencia o que las
tomara en cuenta para ignorarlas, valga la paradoja, y para humillarlas con sus
prohibiciones y sus cátedras oficiosas,
no pedidas. Antes de su enfermedad, yo lo escuchaba y animaba si, ebrio,
permanecía horas ante el ventanal..., descreo de que solo para ver la lluvia cayendo
sobre las palmeras. Se la pasaba ahí, petrificado. Yo quería evitar que, al
ignorarlo, tomara venganza con las hijas. Su menosprecio radicaba en la
condición femenina de ellas.
Me pregunto cómo habrá
influido Leo en el comportamiento inquietante de Alba Lilia. Pero si el castigo
para él, ser abandonado por la madre, hubieran sido órdenes de un ser superior,
¿por qué vengarse en nosotras? ¿Me entiende, licenciado? Perdón… ¿Era solo
machismo? ¿Porque le resultaba imposible admitir a los novios de sus hijas?
¿Imaginar todo cuanto les harían a ellas a partir de cuanto acostumbraba hacer
él, las perversiones que le permitieron a él sus amantes? ¿Imaginó que les
exigirían a sus hijas equis baile exótico? ¿Una zumba? ¿Iban a permitir ellas
que les encajaran el dedo a diestro y siniestro?
Le dio igual si estudiaban o
no estudiaban. Si meseras u obreras. Les negó el beneficio de la duda, como
dicen… Alba Lilia ya trabaja como pasante de abogada. Yolanda estudiante de
veterinaria, tiene un trabajito en lo suyo. Cuando Papito Leo supo que Albi
estudiaría leyes, se la quedó viendo. ¿Preparaba una enseñanza de vida? No, ni
palabras de aliento ni de desaliento. ¿Cómo pudo ser tan indiferente? ¿Qué le
costaba decir yo te ayudo? De haber sido otra clase de padre, ¿se habría
llevado bien con ella y no con la veterinaria? Pero con la veterinaria tampoco hizo
buena química, según se dice.
La veterinaria, la menor,
Yolanda, tiene algo de él. Mas ojalá sea nomás valiente y no intrépida. Siendo
parecidos, chocaban. Buenas pa’l colchón debieran ser las cabronas, decía Leo.
¿Hijas de pendeja?..., ¡pendejitas!
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