Los Cacasenos
En efecto he
acuñado media docena de frases, Juan José Flores Nava. El Rayo Macoy tenía decenas.
Sirven para los diálogos de un cuento o novela. El defecto profesional de un
reportero es acreditarlas, por escrito o de manera oral. Por respeto,
porque los ladrones son repugnantes y debido a las denuncias de plagio. Mejor
perfeccionista que Cacaseno.
Esa de
“ahora reporteo la vida” es mía. De mi inspiración, je je. Casi me voy de
espaldas cuando alguien escribió que él hacía lo mismo tras escuchársela a
Fernando Benítez (FB). Con este maestro coincidimos en unomásuno y en un anteproyecto
de diario. Nunca le escuché nada semejante. Incluso el Cacaseno aludido tiene escasas
horas de vuelo como reportero. Si mis encuentros con Benítez hubieran sido
continuos nada extrañaría que el subconsciente me hiciera la mala jugada de
terminar suponiéndola mía. Habérsela endilgado a FB es trivial. Me queda claro que
aquél cuate no es reportero. Quizá FB hubiera rechazado la acreditación. Como
periodista reclamó premios de reportaje y de artículo, no de simple reportero.
Esa clase de
frases surgen sobre la marcha. Aunque terminen de frases hechas con los años. Veré
si Cacaseno le halla padrastro a la que redondeaste y mencionas en la
entrevista y que sintetiza la diferencia entre narrativa y periodismo,
pregunta recurrente de los colegas de cultura: “Escribir novela y cuento es
reportear la vida. Ser periodista es reportear las fuentes”.
Incluso
fíjate que utilicé el título de dos columnas: “¡En esta esquina...!” para el
Diario de México dirigido por Jorge Villa Alcalá, ya fallecido y “La vida en
rojo” para las páginas de René Avilés Fabila en Excélsior. Bueno pues se las
fusilaron. Cuando alguien me pasó el dato sugirió que las registrara en
derechos de autor, y contesté con una frase de Carlo Coccioli: “Prefiero que me
corten un dedo a hacer un trámite burocrático”. Tampoco presumo de ingenioso
porque han cambiado la mayoría de los títulos de mis mamotretos.
A manera de
ejercicio utilicé seudónimos como nombres de personajes. Cacaseno II me pidió uno.
Prestado, le dije. No, regálamelo. Pos ai’tá, le dije. Me arrepentí porque
escribía de la patada. Puedo revelarte el seudónimo: Cuauhtémoc del Valle.
Total, Cacaseno II nunca firmó nada con su nombre. No volveré a hacerlo. Saludos,
Juan José. La entrevista te quedó de puta madre... Esos recuadros distinguen
las páginas del maestro Roura.
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