Beca para
leer basura
Me gusta Tuxtla, Pollo Borrás, no para trabajar. Me encanta la cafetería Avenida. El
Taller de Narrativa no es trabajo y hago periodismo a mi gusto. Trabajar con políticos
son vivencias, sí, como fue tu caso. Siniestras, ¿eh?
Desecho la boñiga de la red. Si no, en medio siglo
lamentaré haber perdido tiempo chateando, feisbukeando, twiteando.
Hay un apartado
en un blog que difunde mis textos y gano
pisto, aunque ni sé vender ni cobrar. Lo publico hace tres años y hace nueve
meses mi hijo Mariolín descubrió que
recurriendo a cierta oferta ganaría un
centavo de dólar por cada click de cibernauta. Llevo 2.83 dólares. El costo de un café y pan tostado. Podré cobrarlos si
acumulo diez, tras cumplir los requisitos, ¿caminar de manos tres días?
A diario corrijo en pantalla hasta cuatro turnos. Publico
catorce columnas al mes (mi comida) y reviso de veinte a treinta cuartillas del
mamotreto en marcha (mi postre).
Leo tres periódicos, veo y escucho noticiarios. Si leo
en un café quiero checar en casa, del verbo to check, el significado preciso de
ciertas palabras. Hago listas. Tengo decenas porque se me olvida buscarlas o cambia mi interés por otras. No leeré libros
en pantalla, creo. Analizo el tema con mis hijos y con Petunia Flowers, quienes
leen ya en el Kindle. Hablan maravillas del chunche. Decidiré entre ese y el
iPad.
El K tiene un
diccionario chafa, ni el de la RAE ni el de Mejicanismos, que busco
en la red. En casa consulto los de filosofía, psicología, aztequismos,
etcétera. Podré meter al iPad un texto y corregirlo en el café o viajando. Podría
pergeñar una Turbo o un relato.
Los amigos mandan chistes. Debo leer noventa y nueve
mediocres para sentir las cosquillas con uno. ¿Lo sabe el patoso? Tengo decenas
sin abrir en espera de una beca para leer correos. Al Rayo
Macoy le mandaban rezos, cadenas. Por piedad, gemía, no más. René Avilés Fabila
los abre todos, dice. Cada escritor es un mundo.
Un sodomita del norte pidió el envío gratis de mis
textos para su portal. Otro del sur con portal y revista impresa pagó una colaboración nomás. El viejo truco del mercachifle transa. Otro me dice sobre qué escribir. Los
caza-talentos se la pasan diciéndote qué hacer. Lo hacían mis padres,
profesores, amigos, novias, hijos. ¿Me
verán indeciso?
Si viajas al DF, avisa, Pollo. A veces veo al profe
Rojas Arévalo en la cafetería de la Gandhi.
http://analisisafondo.blogspot.mx/2012/09/marco-aurelio-carballo-el-reporterismo.html
ResponderEliminarMarco Aurelio Carballo, del reporterismo a la literatura
Marco Aurelio Carballo, el colega periodista con quien se inició una generación de reporteros que dio lustre a Excélsior, "El periódico de la vida nacional", y al periodismo de habla hispana en el mundo. Periodismo de investigación sin grabadora y con un puño de cuartillas dobladas en cuatro, esa generación dominó el periodismo de investigación, prácticamente abandonado, y diría que despreciado en la actualidad de las comunicaciones.