La relectura
Cuando estás metido en el hábito de la lectura, cuando
ya te has hecho adicto, llegas a preguntarte a veces en qué momento comenzará
en ti la relectura. Lo cual no denota que hayas leído en una sola ocasión tal o
cual título, sobre todo durante la adolescencia. El repaso comienza a edad madura,
según la información coincidente de tus autores preferidos. Acaso porque ya pocas
novedades te atraen y prefieres leer a tus clásicos, es decir, releerlos. A los
veinte, a los treinta fue difícil que te detuvieras a reflexionar en el tema.
Aún buscabas con mayor o menor avidez y, al mismo tiempo, ampliabas la
biblioteca o crecían las pilas de volúmenes.
Se te hizo hábito leer un libro tras otro hasta agotar
la totalidad de la obra si el autor estaba ya muerto. ¿Por qué? Entre otras
razones porque si compras el libro y lo dejas para después podría ocurrir que
meses adelante, o años, estés interesado en otro u otros autores y te cueste regresar
a las lecturas pendientes.
Adicto a la lectura te ha sido difícil sustraerte a
las novedades y a no caer en la trampa de la publicidad y de la crítica o de la
reseña. El tiempo transcurre y el tiempo de la relectura ¿cuándo? Quizá olvidaste
el asunto metido hasta el cuello en las novedades o en la lectura de libros que
compraste en época de bonanza, mayor número de cuanto podías leer por falta de
tiempo. Así que durante cada crisis buscas y rebuscas en tu librero.
Cuando lees acerca de la muerte súbita de Fuentes, de que
Bradbury se ha ido a Marte, de que Arturo Azuela no estará más en esta
dimensión sientes ganas de releerlos. Buscas en el librero y descubres que
alguien se llevó las dos novelas de Fuentes más preciadas y que los libros de
Bradbury se han convertido en un mazo de barajas amarillentas. Tampoco está el libro
de Azuela.
¿Qué haces? Sin duda las editoriales vaciarán sus
bodegas de títulos de esos autores o reeditarán los agotados. Le echas un
vistazo a tu billetera y en el trayecto lees la nota sobre la nueva edición de “La
ciudad y los perros” de Vargas Llosa. ¿Otro motivo de relectura? ¿Las
reediciones por los primeros cincuenta años de su publicación, por los primeros
cien? Pero ¿comprarlo de nuevo? Sí, porque sin dudas ha desaparecido de tu
librero, y aunque no.
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