28 de junio de 2012

TURBOCRÓNICAS



La relectura
Cuando estás metido en el hábito de la lectura, cuando ya te has hecho adicto, llegas a preguntarte a veces en qué momento comenzará en ti la relectura. Lo cual no denota que hayas leído en una sola ocasión tal o cual título, sobre todo durante la adolescencia. El repaso comienza a edad madura, según la información coincidente de tus autores preferidos. Acaso porque ya pocas novedades te atraen y prefieres leer a tus clásicos, es decir, releerlos. A los veinte, a los treinta fue difícil que te detuvieras a reflexionar en el tema. Aún buscabas con mayor o menor avidez y, al mismo tiempo, ampliabas la biblioteca o crecían las pilas de volúmenes.
Se te hizo hábito leer un libro tras otro hasta agotar la totalidad de la obra si el autor estaba ya muerto. ¿Por qué? Entre otras razones porque si compras el libro y lo dejas para después podría ocurrir que meses adelante, o años, estés interesado en otro u otros autores y te cueste regresar a las lecturas pendientes.
Adicto a la lectura te ha sido difícil sustraerte a las novedades y a no caer en la trampa de la publicidad y de la crítica o de la reseña. El tiempo transcurre y el tiempo de la relectura ¿cuándo? Quizá olvidaste el asunto metido hasta el cuello en las novedades o en la lectura de libros que compraste en época de bonanza, mayor número de cuanto podías leer por falta de tiempo. Así que durante cada crisis buscas y rebuscas en tu librero.
Cuando lees acerca de la muerte súbita de Fuentes, de que Bradbury se ha ido a Marte, de que Arturo Azuela no estará más en esta dimensión sientes ganas de releerlos. Buscas en el librero y descubres que alguien se llevó las dos novelas de Fuentes más preciadas y que los libros de Bradbury se han convertido en un mazo de barajas amarillentas. Tampoco está el libro de Azuela.
¿Qué haces? Sin duda las editoriales vaciarán sus bodegas de títulos de esos autores o reeditarán los agotados. Le echas un vistazo a tu billetera y en el trayecto lees la nota sobre la nueva edición de “La ciudad y los perros” de Vargas Llosa. ¿Otro motivo de relectura? ¿Las reediciones por los primeros cincuenta años de su publicación, por los primeros cien? Pero ¿comprarlo de nuevo? Sí, porque sin dudas ha desaparecido de tu librero, y aunque no.



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