15 de junio de 2012

TEXTOS SUELTOS



Lenguaje como de mafia
El habla de la autodesignada clase política es críptica o cantinflesca, ingeniosa o simpática. El priista veracruzano Jesús Reyes Heroles (JRH) tenía buena prensa porque era accesible y por su sentido del humor y lenguaje nítido. La forma también es fondo ha sido su frase más divulgada. Así como para un roto no falta un descosido, por cierto, a él no le faltó el marcaje de un envidioso que atribuyó la cita al filósofo español José Ortega y Gasset (JOG). Sin duda JRH la acreditó cuando lo juzgó necesario, de ser cierto, porque esa supuesta clase está compuesta por caballeros, je, quienes nomás se dedican al oficio o profesión que conocen. Cuando menos JRH siguió el consejo de JOG de que la claridad es la cortesía del filósofo.
Viví el tiempo de cuando floreció la entrevista en la banqueta de cemento armado. No la inventaron los reporteros, sino el sistema al importar el modelo gringo del jefe de prensa y su férreo control para sellar el pico flojo de los grillos. Así que, mientras JRH llegaba a equis reunión, le cerré el paso driblando a oficiosos guaruras habilitados y le hice la pregunta. ¿Cuál? Importa la respuesta. Lo que diga mi dedito, contestó JRH y lo meneó de un lado a otro (No) o de arriba abajo (Sí). No importa cuál fue el movimiento exacto. Importa la frase y sea o no sea frase hecha, sino dicha por el presidente del PRI (1972-1975). ¿Mala respuesta para el reportero-abeja que planea, cae en picada zumbando, pica y se va a todo trapo con su presa? ¡No! Era magnífica y mejor aún para el cabecero del periódico. La respuesta forma parte de las ocurrencias políticas y la citan y celebran el humor de JRH (1921-1985), a quien los mamacallos hasta le llamaban “don”.
El lenguaje de esos entes atrae aunque sólo sea para hacerme bolas. Digamos los adjetivos endosados al voto. Voto útil, voto del miedo, etcétera. Tema para iniciados. Eso de que los periódicos son para el obrero y para el profesionista es mera teoría. No hablo de la declaracionitis, lacra ancestral, según cierto periodista español, caído de espaldas cuando leyó nuestra prensa y ubicó el atraso en tiempos de la colonia. Desde los años setenta del siglo XX, Julio Scherer García y Manuel Becerra Acosta hijo combatieron el vicio, me consta, con magros resultados. Pero yo, lector, no pido demasiado porque enterarse de los antecedentes y de la actualidad de ese lenguaje no es la gran ciencia, ni siquiera exige sumar o multiplicar. Cae en lo que se regodea tanto el emisor como el receptor, la declaracionitis.
Ejemplo: Habría doscientas preguntas para el primer debate y, como si participaran en la rifa del pollo, cada candidato sacaría del recipiente una por tema. ¿Y quiénes hicieron las preguntas?, ¿y por qué ellos?, ¿y por qué doscientas?, etcétera. No lo informaron. Otro: Ahora se habla de los votos corporativo y razonado. ¿Qué qué? ¿Cuáles requisitos deben reunirse para considerarlos tales? Todavía estoy preguntándome qué denota el voto útil. Claro, como observador soy un observador inútil. Tratado así, el tema político fastidia pues cuando uno quiere enterarse, leyendo, queda igual. La clase política sabe, del rollo, todo, y más. Debieran atender al lector. Ya ni pregunto cuál es o era la función rastrera de los mapaches porque ¿será prehistoria?
Si intento razonar pregunto ¿el voto razonado sería el de los indecisos, el del ciudadano con ideología que piensa si tal o cual partido comparte su ideario? Y si pienso que tal candidato regala albercas inflables y tengo cinco hijos y no puedo llevarlos a la playa, ¿razono? Y si padezco déficit de potasio ¿iré al mitin donde regalan plátanos y podré cambiar mi torta por otro plátano? Hacen falta Reyes Heroles para que, ayudándote a razonar, aunque te sodomicen siendo ya servipoderosos, haya, mínimo, sentido del humor, carajo. ¿Habrá sido su última humorada el cenotafio en la Rotonda de los Hombres Ilustres?

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