2 de diciembre de 2011

Presentación del libro Soconusquenses. Crónicas y semblanzas





Mi libro Soconusquenses. Crónicas y semblanzas (Coneculta-Chiapas) se presentó en la sala de cabildos de la presidencia municipal de Tapachula, Chiapas, el sábado 26 de noviembre, organizado por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (Coneculta), que dirige Marvin Lorena Arriaga Córdova. He aquí uno de los textos:

Garbanzo de a libra o sí hay profeta en su tierra

Godofredo Rodríguez*

Conocí a MAC en la Mesa Redonda.
¿Ah, verdad? Siempre quise iniciar con una frase al más puro estilo carballesco. Pero para mi desilusión, no es cierta. Lo conocí en el taller. Me refiero al taller de narrativa que imparte en la casa de la cultura de Tapachula.
Lo cual no estaría mal, desde luego, pero creo que tampoco; lo conocí… vamos a ver… sería más propio decir que fue cuando leía sus artículos de la revista Siempre! Ahí aparecía su foto con ese gesto fuera de toda pose que lo hace distinto de los demás, pero eso sí, siempre de traje. Por lo mismo cuando me dirigía por primera vez al taller, creí que lo vería así, de saco y corbata ¡en Tapachula!
Ya en persona lo vi raro, sin traje, pero con la misma actitud despreocupada que lo distingue.
Tiempo después tuve la suerte de entrevistarlo para la radio de Cacahoatán. Si hubiera sabido que él era un entrevistador con experiencia de años, de menso lo hago. Pero él accedió de muy buena gana, llegó a la radiodifusora donde trabajo y contestó a mis preguntas sin ponerme en aprietos. Aunque alguna que otra de esas preguntas o fue repetitiva o estuvo fuera de lugar, lo que me hizo agradecerle más, y descubrir en él rasgos de gente de mundo. Es decir, como yo pienso que es la gente de mundo, sencilla y tolerante con aquellos con pocas horas de vuelo (de vuelo, no de edad). Pero lo que más me ha sorprendido es su generosidad al compartir sus experiencias… sus “vivencias” con quien se le acerque.
Con el tiempo platiqué con él ahora sí en la Mesa Redonda y pregunté, pregunté. Me habló entre otras personalidades de Pagés Llergo, José, por quien yo sentía curiosidad. Quizá porque había leído algo de Rius, Eduardo del Río, el de los Supermachos, quien narraba también sus encuentros con el director de Siempre! Ahora yo tenía la oportunidad de platicar con alguien de carne y hueso  de cosas parecidas, alrededor de una amarillas. MAC les llama “espumosas” no sé si por insistencia de Gonzalí, ese extraño personaje que sirvió de modelo para la estatua de Fray Matías.
Me propuse a partir de entonces sacarle a MAC más plática y abrevar de esa fuente de experiencias y conocer la vida de un paisano que tiene cosas que contar, la guerra en Nicaragua, su estancia en España; toda una máquina de narrar. Cuando habla de su vieja máquina Olivetti, imagino que está hablando de sí mismo.
En la última sesión del taller me obsequió su libro Soconusquenses, el cual leí en menos de un mes (iba a decir de una sentada, pero mi promedio de lectura es el de cualquier chiapaneco). No leo mucho, por si no se entendió la frase anterior, pero este sí por alguna razón me lo ejecuté de volada. Esa razón puede ser que de pronto me capturó la forma desparpajada, carente de toda pose, de toda solemnidad, y de acuerdo a esa forma suya de decir las cosas; MAC ya escribe como habla, y como él mismo es,  vaya usted a saber cuántas cuartillas a espacio cerrado ha tenido que escribir —y corregir— para lograrlo. Por sí mismo, su estilo atrapa al lector, sea lo que sea que escriba.
Pero claro, también pica la curiosidad el desfile de personajes de Tapachula y de la región, a quienes, incluyendo a su propio progenitor, despoja de su solemnidad, lo que hace una delicia a la novela, serie de narraciones o lo que sea que sea.
Hay otro además: mi nombre aparece tres veces en el libro ¿Será eso lo que más me interesó? Bueno, puede ser, pero ahorita no estoy hablando de mí, sino de MAC (Marco Aurelio Carballo, 1942-2062), de quien por cierto había que recomendar la lectura de todos sus libros, pero más de éste que acaba de salir del fogón: Soconusquenses, que le digo a usted que terminé de leer casi sin darme cuenta. Para los interesados, buscarlo en la colección “Hechos con palabras” del gobierno del estado de Chiapas. Su mero nombre es Soconusquenses, crónicas y semblanzas. Sus andanzas de niño, la memoria de sus compañeros, de Gonzalí, que es algo así como su carnal Marcelo, las inundadas calles de la vieja perla del Soconusco, sus andanzas de vaquero sin caballo, su idea de la literatura, del arte, su carrera de periodista narrador, cuentista, y algo de psicoanalista y confesor —y confesante— de pecados.

No suena ni se parece, desde luego, a un manual de buenas costumbres. No creo que a sus amigos les encante precisamente aparecer como aparecen en el libro, pero nos gusta a los demás que lo leemos. Quien quiera saber de Tapachula, de su vida (vida del autor, de Tapachula y del mismo lector), aprender a narrar, encontrarse en sus páginas, o simplemente enterarse de las vidas ajenas, debe leer este libro; conocer un aspecto no ventilado de personajes que solo podremos ver a través del ojo, las orejas y la pluma de Marco Aurelio Carballo.
Como habitantes de esta región tenemos el derecho y la obligación de aprovechar este más reciente trabajo de MAC el sorpresivo. La máquina de narrar.
Y bueno, haberlo conocido, platicar con él, es una de esas cosas que uno adivina desde el principio que será un hecho importante en la vida. Ahora que he leído con más atención los trabajos de MAC creo que sí estuvo justificado aquel shock de mi encuentro con él en el viejo palacio de Tapachula.

*Godofredo Rodríguez Díaz (1953, Bella Vista, Chiapas). Estudió Economía en la UNAM y Ciencias Humanas en el Claustro de Sor Juana del DF. Labora en el Instituto Mexicano de la Radio en Cacahoatán, Chiapas.




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