LOS PREMIOS
La entrega de premios literarios es un suceso que deja
satisfechos a pocos. A veces ni al premiado porque el galardón llega tarde o
porque no era el merecido. Un amigo me dijo en la cantina: “Si me dan el Nobel
lo rechazo”. No dio explicaciones. Hay leyendas o mentiras en torno. Las cuales
son inevitables, provenientes de gente imaginativa. Contaban que Octavio Paz
(1914-1998) llegó de repente a una oficina, donde deliberaban los miembros del
jurado de un premio. Echó un vistazo a los originales puestos sobre la mesa y
sin decir palabra posó la mano derecha sobre uno bien mamotreto. A ese le
dieron el premio.
Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) contaba que un amigo
le llamó para preguntarle si tenía una novela terminada. A cambio le ofrecían de
antemano un premio… Increíble. El jurado se lo había conferido a cierto novelista
pero el editor lo vetó. Jorge Ibargüengoitia lo ganó por “Estas ruinas que
ves”.
He observado que las bases son cada vez más prolijas.
Pero siempre pueden interpretarse de cierta manera para favorecer a equis o a
ye.
Cada año a principios de octubre estoy atento a la
asignación del Nobel. Ahora sí se lo van a dar a mi amigo Edmundo Domínguez
Aragonés, pienso, y él va a rechazarlo porque es un hombre íntegro, de una sola
palabra. Pasará a formar parte de la lista de Borges, Kafka, etcétera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario