15 de mayo de 2013

La bailarina de azul vestida


TURBO DEL  16 DE MAYO
LA BAILARINA DE AZUL VESTIDA
Marco Aurelio Carballo
El escritor norteamericano Stephen King dijo cierta vez que su imaginación desbordada lo metía en problemas de madrugada. Ducho para novelas de espanto, “Carrie” y “El resplandor”, entre otras, no especificó si un problema es que también lo aterrorice a él.
Cuando leyó esa declaración, Feldespato se echó un clavado en su yo interno, el mismo de quien esto firma. Reconoció que su imaginación no le llega ni al occipucio de la de Estéfano Rey. A él lo desquician las lucubraciones. Pensar obsesivo, en las consecuencias de problemas que se resuelven solos en ocasiones.
Desde luego de niño le tuvo miedo a la muerte. Cuando supo que era inexorable, empezó, resignado, a disminuir el terror. Después, en tanto reportero se dijo “Me gustaría escribir una crónica desde el lugar de los hechos”.
¿Cómo era la muerte, santa o no? Desde el primer momento supo que vestía de negro con una guadaña al hombro, ¿o bajo la esquelética axila? A lo mejor la blandía como toda experta segadora. Se hizo ese planteamiento  cuando vio que una mujer se le aproximaba ejecutando pasos de baile. Ella se acercaba y se retiraba deslizándose por el piso de cemento. ¿Será la versión posmoderna de la muerte?, Pensó. La mujer no iba de negro. Llevaba un pantalón estrecho azul y playera del mismo color.
Feldespato, la bailarina y un grupo de pacientes esperaban turno para la sesión de radioterapia en el hospital de oncología del Centro médico Siglo XXI del IMSS. No estaba para bailecitos. Sin haber completado sus horas de sueño, desmañanado, anhelaba regresar a su cama. Forma parte de la rehabilitación, le dirá su princesa cuando él le cuente. Recomiendan bailar danzón… ¿Te dijo algo?, preguntó. No se hubiera atrevido con mi cara de fierro, dijo Feldespato. De haberse animado, agregó, le digo: “Lo siento, los hombres duros no bailamos. “que pesado”, dijo la princesa.
marcoaureliocarballo@blogspot.com

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