TURBO DEL 9 DE MAYO
DE CÓMO EVITAR LA AUTOCENSURA
Marco Aurelio Carballo
Para mis ex jefes Santoscoy, Ravelo y Cárdenas Cruz
El dibujante y escritor Héctor Garza, EKO, sugirió a
los artistas que se abstengan de mostrar su trabajo, en proceso de hechura se
supone. Cualquier opinión, declaró en una entrevista para el suplemento
cultural Laberinto, puede cambiar el rumbo de la obra que seguía el camino
correcto. Incluso caer en la autocensura, la peor de las censuras, dicen. Para
castrarse basta uno mismo. Hay excepciones. El francés Gustave Flaubert le
escribió una carta a su hermana, reclamándole que opinara muy bien sobre los pasajes de una novela que él escribía. Le
pidió que se guardara los elogios. Quería críticas de lo mal hecho. Imposible
que todo estuviera bien.
Los narradores que fueron
reporteros están a salvo de los metomentodo, gracias a una ley de oro: no
mostrar nada a nadie sino hasta que la cosa está terminada. Claro, los
narcisistas no pueden evitarlo, escriben o pintan o versifican porque arden en
deseos de ser famosos, elogiados, etcétera. Si Un buen jefe le dice a tiempo al
reportero: “No me la platique, (la información), escríbala”, queda vacunado.
Ejemplo clásico es el del
escultor Augusto Rodin. Estaba en su estudio cuando un zapatero le llevó unos
zapatos quizá con suelas nuevas. Osado, el artesano le dijo a Rodin que a su
parecer la obra quedaría mejor si le esculpía más equis parte. Rodin le hizo
caso. Tenía razón, justo era la parte del pie que cubriría un zapato.
El artesano regresó días
después, Ahora, impertinente, opinó sobre otra parte de la escultura, sin nada
que ver con el oficio de zapatero. El maestro se volvió a verlo y señalándole
la puerta de salida le espetó: “Zapatero ¡a tus zapatos!”
Pero ¿cómo distinguir?, EKO
lo dice entre líneas: no modificar nada que haya conmovido al artista a la hora
de crear.
marcoaureliocarballo@blogspot.com
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