8 de mayo de 2013

De cómo evitar la autocensura


TURBO DEL 9 DE MAYO
DE CÓMO EVITAR LA AUTOCENSURA
Marco Aurelio Carballo

Para mis ex jefes Santoscoy, Ravelo y Cárdenas Cruz

El dibujante y escritor Héctor Garza, EKO, sugirió a los artistas que se abstengan de mostrar su trabajo, en proceso de hechura se supone. Cualquier opinión, declaró en una entrevista para el suplemento cultural Laberinto, puede cambiar el rumbo de la obra que seguía el camino correcto. Incluso caer en la autocensura, la peor de las censuras, dicen. Para castrarse basta uno mismo. Hay excepciones. El francés Gustave Flaubert le escribió una carta a su hermana, reclamándole que opinara muy bien sobre  los pasajes de una novela que él escribía. Le pidió que se guardara los elogios. Quería críticas de lo mal hecho. Imposible que todo estuviera bien.
Los narradores que fueron reporteros están a salvo de los metomentodo, gracias a una ley de oro: no mostrar nada a nadie sino hasta que la cosa está terminada. Claro, los narcisistas no pueden evitarlo, escriben o pintan o versifican porque arden en deseos de ser famosos, elogiados, etcétera. Si Un buen jefe le dice a tiempo al reportero: “No me la platique, (la información), escríbala”, queda vacunado.
Ejemplo clásico es el del escultor Augusto Rodin. Estaba en su estudio cuando un zapatero le llevó unos zapatos quizá con suelas nuevas. Osado, el artesano le dijo a Rodin que a su parecer la obra quedaría mejor si le esculpía más equis parte. Rodin le hizo caso. Tenía razón, justo era la parte del pie que cubriría un zapato.
El artesano regresó días después, Ahora, impertinente, opinó sobre otra parte de la escultura, sin nada que ver con el oficio de zapatero. El maestro se volvió a verlo y señalándole la puerta de salida le espetó: “Zapatero ¡a tus zapatos!”
Pero ¿cómo distinguir?, EKO lo dice entre líneas: no modificar nada que haya conmovido al artista a la hora de crear.
marcoaureliocarballo@blogspot.com

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