11 de abril de 2012

TURBOCRÓNICAS



Rápido pero sin furia
Mi hijo veinteañero abrió la puerta de la recámara y dijo que fuera estaban dos policías y preguntaban sobre un robo con violencia en nuestra casa. Viernes santo. Una y media am. Salté de la cama mientras decía ¿dónde afuera? Entonces una luz blanca me deslumbró sin enceguecerme. Eran dos y dentro de la casa, rectangular, angosta, dos recámaras al fondo. Adormilado pero igual con la fuerte descarga súbita de la adrenalina pregunté qué pasaba… Alguien había reportado un robo con violencia en San Lucas y se habían llevado un Chevy, pero el Chevy de Petunia estaba en la cochera. Uno de ellos sostenía la lámpara en lo alto, y el otro, joven, bien rasurado y de ojos redondos afirmaba que, como podía verse, llegaron en minutos. Fuera había más patrullas. Vi las luces con el portón abierto de par en par.
Pero ahí veo el coche, les dije. Nos vieron llegar y corrieron, o se metieron y andan por ahí. Miremos... De reojo veía a mi hijo. Qué susto despertar por un fogonazo de luz y ver a la poli al pie de tu cama. La puerta de la cocina estaba abierta, pero a veces queda así. En el comedor y en la sala, nada. En el estudio, mi compu en su sitio. El de la lámpara le ordenó al joven que subiera a la azotea y nada, tampoco.
Petunia y yo habíamos llegado ocho y media pm, pensé, asimilando la adrenalina, respirando profundo. Cenamos. Trabajé un rato, leí y me acosté. Yo había abierto el portón y ella metió el coche, pero ¿lo cerró? Cuatro horas y media después vi que no. Cuando su hijo lo abre también lo cierra. Pero yo no soy tu hijo, le recordé, y si abro y entro es porque llevo ya dos litros de café en el buche y no puedo volver porque no quepo, ni arrastrándome pecho a tierra bajo el coche. Uno o dos días antes Petunia Flowers lo había cerrado, luego de que yo lo abrí. Ella es intelectuala y distraída, pero ¿permaneció el portón abierto cuatro horas y pico? El poli de la lámpara habló por radio para informar (?) y enseguida le dijo a su pareja ya estuvo, que salgamos, dice.
Sin sueño y con la adrenalina esparcida le pregunté a mi hijo si había visto el número de la patrulla. ¿Cómo, si andaba en trusa? Pues yo igual y cerré el portón. Pero en lugar de anotar nada traté de ver a la vecina en la ventana de enfrente para preguntarle si ella había llamado a la policía. Ahora ¿cómo citar ese número a manera de reconocimiento?


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