12 de marzo de 2014

FRAGMENTO 23


FRAGMENTO 23
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela  de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)

Leo y los marimberos hablaron menos de tres minutos, límite autoimpuesto para trámites engorrosos a su juicio. No hubo segunda pieza.
Listos para dormir, sin bailecito de mi parte, quise enterarme de lo sucedido.
­­“Le pregunté al capitán qué onda con la marimba”, dijo Leo, “y el güey dijo que era una marimba callejera. Ya debieras saber”, dije.
“Nunca había estado ahí”, agregó, porque el Trepamoders y yo vamos a las cantinas… ¿Marimberos trajeados? ¡Hijos del Quinto Palo!
“¿Y luego?”
“Le pregunté al director de la orquesta de tres integrantes , je, cuánto recogían ahí. Como tanto, dijo. Desenfundé la cartera, más contundente que el fogón, estarás de acuerdo, doña petacas y le di el doble. “¿Cuáles quiere, jefe?”, contestó, abyecto. “Aquí está la lista y  me extendió la grasienta  hoja plastificada. “Ninguna”, dije. sigan su camino.
“Qué malo”, le dije.
“Malos mis cojines…, dijo, eufemista , ¿o estaba en proceso de olvidar su lenguaje soez? Lo dudé. “Odio la marimba desde que abandoné el puerto. Mañana te platico. Voy al baño… Ahora sí comí a lo bestia”.

Olvidé ya si quise a LeoA lo mejor sí al principio... Aunque pudo haber sido solo una buena impresión del hombre de mundo, de restaurantes y de bares de moda. El Triple Ele para sus alumnos. Yo no había salido con nadie y no conocía ningún lugar de esos. Trabajaba de tarde y en mis horas libres prefería la biblioteca. Las compañeras ya no me invitaban a sus paseos por Coyoacán, no por miope, quise creer, porque me veían entretenida leyendo. Dos de ellas lo eran, miopes, pero se negaban a usar lentes.
Me pregunto si el ejemplo de mi madre provocó en mí el miedo de vivir sin un hombre a mi lado.
La mejor época de Leo duró cinco o seis años después de casarnos. Planeando su carrera política y preparándose para ser admitido en una logia masónica, no había tenido tiempo de pensar en el matrimonio, se justificó. Después, al ser reprobado en la logia y cancelar su proyecto político, abandonó las clases de civismo y de ética y se consagró al despacho. Ahí tuvo problemas por ambicioso, creo.


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