TURBOCRÓNICAS
FRAGMENTO 10
de “El último protomacho, creativo y perfeccionista,
en el país de las colas sin fin y las narices de mango”, novela de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
Caso raro fue el Trepamadres,
a quien le hubiera gustado poseer un billar. Ex coime, sin necesidad de empleo,
de padre rico, habría seguido por ese camino, si no cae en la correccional… Se
recibió de abogado por Papito Leo. ¿Cuántos lerdos trabajan agüevados en
profesiones diversas? dijo Leo. Estorban y provocan el desempleo a quienes
tienen vocación y voluntad genuinas. En el arte buscan fama o chamba por la
chamba misma.
Los
clasemedieros, lic, ambicionan casa en Cuernavaca y buscan habitaciones de
tiempo compartido en la playa, y los hijos casa en colonias de nuevos ricos… Eso
lo digo yo y, al decirlo, me parezco, sospecho, a Leo y a nuestra vecina, la
Gandini. Ella Nos trataba como analfabetos recién llegados al DF desde la pampa
mexicana, y él como recién llegados a su galaxia.…
Los padres
clasemedieros, lic, mueren por tener profesionista en cada hijo, ambiciosos o
no. Como si bastara desearlo o aportar el dinero con o sin sacrificios. Como si
el hijo no necesitara vocación o sueños a realizar. “Excepto mi madre”, quisiera
decir. Mentiría.
El rico
tiene el mal gusto de ostentar sus posesiones, dijo Papito Leo, aferrado a su cuba,
y el pobre lloriquear su jodidencia. Sólo el rico avaro y mezquino, oculta su
riqueza. El rico, cínico y el pobre incapaz de asumir, digno, la pobreza.
Quejicosos y pedigüeños creen ser los únicos acorralados y suponen a la
humanidad obligada a resolvérselos.
¿Por qué el
discurso de Papito Leo? Quién sabe. Leía
el periódico y yo una novela. Aguardé en silencio.
Pero no
dijo más.
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