TURBOCRÓNICAS
Borges y Ramírez Heredia
“Los
sueños son materia de psicoanálisis. Debo decir que nada es tan exasperante
como ir leyendo una nueva novela y de repente el tonto del autor dice: “Aquella
noche Paulina soñó que...” y vengan tres páginas. ¡Qué estúpido!”:
Ricardo Garibay (1923-1999)
Con Borges
Borges (1899-1986) está en la calle
de una ciudad desconocida para mí. Podría ser Ginebra porque lleva puesto un
abrigo. Desde luego no era Tapachula. Es de noche. Aunque nunca antes había
visto fotos de él con lentes, lleva unos graduados pero oscuros. Tiene las
manos en las bolsas. Yo sé por qué no te gustan mis cuentos, dice. Me siento
apenado. Tartamudeo. Quiero decirle que dos o tres sí. Pero él podría
preguntarme cuáles y no recuerdo los títulos en ese momento. No te preocupes,
dijo. No tengo por qué gustarle a todos. Lo veo delgado. ¿Porque se me ha
aparecido joven durante mi sueño, de unos treintas tantos años de edad?
¿Escribía cuentos entonces? ¿Ya
había tenido aquella amenaza de envenenamiento de la sangre? Sé que empezó a
escribirlos, lo contaba su mamá, por el temor a que la enfermedad, con fiebres
altísimas podría haberlo acarballado. Pero dígame, le digo, atreviéndome, ¿por
qué no me gustan? Porque muchos de mis cuentos los escribí a partir de sueños.
Con RRH
De lo que recuerdo de ese sueño es que estoy en la
sala de una casa y veo que a mi derecha aparece de súbito Rafael Ramírez
Heredia (1942-2006). Pero si tú estás muerto, le digo, asombrado. Rafael
sonríe, se atusa el bigote y toma asiento siempre a mi derecha en un sofá.
Dominado por el impulso de mirarlo de frente me siento en otro sofá. Estábamos
a solas, pero ¿en su casa? Sí y no. Porque a la derecha de donde yo estaba, en
su casa en la realidad, hay una puerta que lleva al patio y enfrente de donde
estoy la chimenea. Sin embargo durante el sueño enfrente no hay chimenea. ¡Infórmalo!,
le dije entusiasmado. ¡Ve a un diario y declara que estás vivo! RRH hizo un
ademán y un gesto de algo así como eso no importa. Espera, espera, dijo. No hay
prisa. Voy a dar un campanazo. ¿Estás escribiendo?, le pregunté. No, Con la
película… Entonces desperté. En la tele, Brozo y Abraham Zanbludowsky
anunciaban “La vida precoz y breve de Sabina Rivas”.
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