14 de noviembre de 2012

TURBOCRÓNICAS



Las faenas del alter ego

Estoy estupefacto, tío. Me has dado la razón en dos puntos.  De mi parte no era competencia y menos con alguien de cultura enciclopédica. Las abandoné cuando obtuve el quinto lugar en la carrera de cien metros, cuando el equipo de básquet ganaba o perdía 3-2 o 2-3 mientras en las grandes ligas se gana o se pierde por decenas de encestes, como tú sabes; cuando empaté en peso pluma fue sin duda porque los jueces eran colegas de mi padre, sentado entre el público en ese match, je je, y cuando quedé en noveno lugar (éramos diez) en una carrera de bici. Ahora compito con mi alter ego, neurótico de tiempo completo, aunque él diga que competir con uno mismo son memeces.
No entiendo como, estando solo, no escribes. Lo que nos fastidia es que una mujer ronronee en tu pescuezo mientras pares textos históricos, dice mi alter ego. Como si escribir fuera más importante que amar. Pero escribe más, tío, para que llegues al punto en el cual es a todas margaritas para quien escribe hablar con su alter ego. Puedes tener tantos como quieras. Dicen los psicoterapeutas que el problema es hacer preguntas y te contestes. Yo hago preguntas y me peleo con él porque es un neurótico impertinente y en un descuido se apodera del escenario. Le grito y le miento la madre. Ni siquiera cuando estoy acompañado dejamos de discutir dentro de mi mente. Si hay alguien en casa, amenazo (a mi alter ego) con partirlo en dos y sustituirlo por otro más tolerante, por alguien de superior inteligencia emocional. ¿En este país?, pregunta, ¿Rodeado de esta gente? ¿A quién quieres verle la cara de wey? ¡¿A mí?! Etcétera.
Estoy sin dinero, tío, y debiera sentirme frágil y vulnerable como te sientes tú en la tierra de la fritada de cabrito, pero ni en cuenta porque bebo mucho café, leo y escribo y esa fragilidad y vulnerabilidad me importa un diputado, de esos ensombrerados bajo techo que suelen rociarle fertilizante a las mujeres.
Quiero concluir tres o cuatro mamotretos. Carezco de tiempo para pensar en mí. Lo tengo ara teclear y terminar esos libros. El resto puede irse mucho por la cloaca de las inmundicias así que dirige tu sable mellado a uno más próximo.






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