La mula de
seises
Estimado Raúl, tus paisanos adoptivos siguen pasándola
canutas. Van de lo duro a lo tupido con el alza generalizado del IVA, incluidos
servicios como el de las peluquerías y el de las funerarias. Puedes dejarte la
pelambrera a lo que dé, incluso en el continente de España, aunque los burlones
afirmen que ahí empieza África. Pero ¿cómo evitas la muerte para no salirle
caro a tus deudos? ¿Con una cuenta de ahorros exclusiva? Aquí aún andamos en lo
postelectoral. Faltan cinco meses y pico a fin de saber cómo será el nuevo
gobierno en materia de impuestos. Igual o peor.
Ocupados como estamos los del oficio tecleando acerca del
tema electoral, con información más o menos completa o con la opinión y el
análisis en pleno uso de la independencia, o cooptados por el partido de nuestras
simpatías, los protagonistas de la vida pública aprovechan para opinar gracias
a la libertad obtenida hace años, pocos. Aun cuando se trate de una libertad despilfarrada
con abuso de adjetivos o porque esté en proceso de ajustes. Son creadores de una
película (Oliver Stone) o actuaron en otra (Héctor Suárez), o le pondrán su
nombre a un premio de traducción (Sergio Pitol) o ganaron un premio de
literatura (Ernesto de la Peña). ¿Representantes de los sin voz? Pareciera. El ejercicio
de la libertad de expresión evoluciona y quién sabe hasta dónde tope,
cibernautas incluidos.
¿Alguien le habló de la mula de seises a Oliver Stone?
Para los recién nacidos: el artículo 33 constitucional fascista que prohíbe a
los extranjeros opinar sobre este país. Él viene a promover una película y
equipara a nuestro gobierno con el de Bush. A uno porque sacó el Ejército a las
calles y al otro porque llevó el suyo, su Ejército, a Irak. Pero olvida tú esos
puntos de vista que escandalizaron a los chicos nativos de la prensa, a pesar
de que no influya en nada como para cambiar ningún sistema, según dijo el
propio Oliver. Ni siquiera con sus películas. Él puede decir lo que le dicte su
conciencia en EE.UU. y no (le) sucede nada, pero ¿aquí?, ¿en estos países al
otro lado del río y entre los servipoderosos nietos o bisnietos de caciques?
Quién sabe si la mitad le anda midiendo la temperatura al mondongo, pero la
otra mitad pareciera saltarín ante la idea de volver a vivir como hace doce años,
como hace dos sexenios.
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