18 de julio de 2012

TURBOCRÓNICAS



La mula de seises
Estimado Raúl, tus paisanos adoptivos siguen pasándola canutas. Van de lo duro a lo tupido con el alza generalizado del IVA, incluidos servicios como el de las peluquerías y el de las funerarias. Puedes dejarte la pelambrera a lo que dé, incluso en el continente de España, aunque los burlones afirmen que ahí empieza África. Pero ¿cómo evitas la muerte para no salirle caro a tus deudos? ¿Con una cuenta de ahorros exclusiva? Aquí aún andamos en lo postelectoral. Faltan cinco meses y pico a fin de saber cómo será el nuevo gobierno en materia de impuestos. Igual o peor.
Ocupados como estamos los del oficio tecleando acerca del tema electoral, con información más o menos completa o con la opinión y el análisis en pleno uso de la independencia, o cooptados por el partido de nuestras simpatías, los protagonistas de la vida pública aprovechan para opinar gracias a la libertad obtenida hace años, pocos. Aun cuando se trate de una libertad despilfarrada con abuso de adjetivos o porque esté en proceso de ajustes. Son creadores de una película (Oliver Stone) o actuaron en otra (Héctor Suárez), o le pondrán su nombre a un premio de traducción (Sergio Pitol) o ganaron un premio de literatura (Ernesto de la Peña). ¿Representantes de los sin voz? Pareciera. El ejercicio de la libertad de expresión evoluciona y quién sabe hasta dónde tope, cibernautas incluidos.
¿Alguien le habló de la mula de seises a Oliver Stone? Para los recién nacidos: el artículo 33 constitucional fascista que prohíbe a los extranjeros opinar sobre este país. Él viene a promover una película y equipara a nuestro gobierno con el de Bush. A uno porque sacó el Ejército a las calles y al otro porque llevó el suyo, su Ejército, a Irak. Pero olvida tú esos puntos de vista que escandalizaron a los chicos nativos de la prensa, a pesar de que no influya en nada como para cambiar ningún sistema, según dijo el propio Oliver. Ni siquiera con sus películas. Él puede decir lo que le dicte su conciencia en EE.UU. y no (le) sucede nada, pero ¿aquí?, ¿en estos países al otro lado del río y entre los servipoderosos nietos o bisnietos de caciques? Quién sabe si la mitad le anda midiendo la temperatura al mondongo, pero la otra mitad pareciera saltarín ante la idea de volver a vivir como hace doce años, como hace dos sexenios. 



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