23 de febrero de 2009

Lunes 23 de febrero del 2009

TURBOCRÓNICAS
Glándulas de saraguato

Hay que darles el beneficio de la duda, querido amigo, a quienes te fallan. El sospechosismo es condenado ¿por los grillos o por la Iglesia? Me cuezo aparte. Siempre he pensado marciano y estoy cada vez peor. El estudio de la condición humana ha destruido mi fe en los seres racionales. En cuanto a los irracionales, un perro policía me pescó furioso de una pantorrilla y me zarandeó como muñeco de ventrílocuo. Tenía diez años. El perro no, yo.

Primero los animales y enseguida el ser humano y una larga, extensa lista dizque de amigos y jefes. Sobre la marcha fui diciéndome, el problema es de él, del cuate, me transa, quiere verme la cara... Allá él. Se quedará sin amigos. Prefiero perder un doscientón, a precios actuales, que mantenerlo a mi alrededor sableándome cervezas y desempances. En la cofradía de bolos hay quienes te dicen de antemano que no tienen ni para pagarse una. De ellos empiezo ya a sospechar. Genuinos, los teporochos.

Te platico: Había un amigo a quien le decían el abogado Trastupijes. Desapareció dos sexenios del DF. Un día habló y lo invité a desayunarse donde otro amigo iba a pagarme un préstamo. Sin cobro de intereses. Qué época. Me daba el lujo de prestar dinero. La hipoteca del mes. En cierto momento, sin que hubiera podido ponerlo sobre aviso, porque no teníamos nada vergonzoso qué ocultar, mi cuate extendió el sobre con la pasta. Trastupijes alcanzó a ver su contenido. Con ojos choriceros, dicen las tapatías cuando las barren con la mirada. Así que terminamos el desayuno y tras despedir al otro amigo, el lic me sableó un doscientón.

Amagó con invitarme a una comida y yo calculé que si le daba la suma iba a ahorrarme diez veces más, lo que apoquinara a la hora de la cuenta en la hipotética comida porque él esgrimiera cualquier sobado y obvio truco. Olvidé la tarjeta platina, no me alcanza, argumentos así. Le di el billete y jamás volvió a hablarme.

No tengo remedio pues compro Melático. Luego de redondear mi sueño soconusquense (una palapa en Barrio Nuevo con vista al Tacaná), craneaba invitar a la Plebe a Las Vegas todo pagado. Una docena con el Muco al frente. Tres sexenios después craneo un viaje al centro médico de moda (en USA o en Europa, “so vale ver”) y someternos a un tratamiento que nos permita vivir pujantes otro sexenio. Sobreviven seis. Podrían hasta implantarnos glándulas de saraguato. Siempre y cuando no sea collar.




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