Turbocrónicas
FRAGMENTO 74
de “El último
protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las
narices de mango”, novela de
MARCO AURELIO
CARBALLO (MAC)
De la mudanza a Estados
Unidos hablamos solo esa vez porque pronto descubrí que Leo era de ideas demasiado
fijas. Confundía la necedad con la firmeza
––La estancia en otro país
––le dije–– permite adquirir la perspectiva necesaria para conocer el tuyo. Qué
mejor si tu libro es de tales características.
––Esa perspectiva ya la
tengo, Petacona ––afirmó––. Ignoro qué te hace pensar lo contrario. Mi país es
Veracruz. Aquí en la capital vivo en el autoexilio.
Lic, ya le conté que el padre
lo había abandonado de niño. Pero antes la madre los abandonó a los dos. El
padre dejó al hijo con el hermano, con el tío Clemente, para ir tras la mujer,
tras la mamá de Leo... Ya le conté… Sí, ¿verdad? Las repeticiones son para
que no haya embrollos, lic, ¿ajá? Embrollos míos, claro… Si Leo aludía a sus
padres se iba con mucho cuidado. Él confió durante cuarenta y tantos años en
que reaparecería cualesquiera de ellos. Nada. Cero. Duele, ¿verdad?
Yo tuve un dolor semejante
pero a medias porque viví con mi madre pero sin padre. ¿Qué tanto influye en un
hombre perder de niño a sus padres? Una constante en los personajes de esta
historia, lic. Doña Juanita no los conoció, Hércules solo a su padre y yo a mi
madre. ¿Le fue mejor al Trepa con padre y madre? En algún sentido sí, creo, porque tenía todo y buscaba ser ¡coime de
billar! Hágame el recanijo favor.
Lic, mis divagaciones le
fastidiaban al ahora difuntito. No
soporto que se desvíe, doña Petacas, decía él. No tengo tiempo para escuchar
divagaciones de un ama de casa intelectuala... Papito Leo era un tipo inculto.
Un profesionista, sí. Abogado, sí, pero inculto. Leía periódicos y bestsellers
y el Selecciones del Readers Digest.
Ensayos no. Odiaba los museos. Le aburría la música clásica. Le gustaba el
beis. Y yo no soy intelectual, sino sentimental… Y él también, mas no lo aceptó
nunca jamás, a pesar de que era un auténtico Leoncito Bu bú. Yo me hice de una
caparazón bien dura o él me aplastaba como a una cucaracha patas arriba.
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