TURBOCRÓNICAS
MAC
NIDO DE ERRATAS
Maestro Gonzalí: fue un error, y
podría agregar “de dedo” o “dedazo”. Al descubrirlo una ola de neurosis me cayó
encima. ¿Cómo era posible semejante calamidad? “Calma”, dijo la Princesa
Petunia Flowers, con vela en el entierro porque me hace el favor de enviar las
turbo y, según el trillado refrán: “Tanto peca el que mata la vaca” etcétera… Corrí
a expurgar el tercer fragmento de mi mamotreto, y ahí estaba el piojo, la execrable
garrapata. Quinto párrafo primera, línea: “El terremoto no es simple reacomodo
de las capas teutónicas… etcétera. ¿Cómo escribí teutónica y no tectónica?
Increíble. Si no reconocía el error responsabilizaría a la Princesa, nada
caballeroso. O acepta la errata o la corrección de una palabra bien escrita!
Imposible. La ola de neurosis me ahogaba. ¿cómo sacudírmela? Ni justificación ni
argumentos. Negué mi culpa. ¿Cómo demontres no saber que es tectónica si
procedo de zona sísmica? De recién nacido, casi, casi me vomitó el volcán Tacaná.
Los temblores mecían mi cuna. En lugar
de termómetro me checaban (del verbo to check) con la escala de Nercalli). ¿Cómo
no saber de lo teutónico si mucho de la tierruca ha sido teutón gracias a la
colonia alemana, y porque supe de las familias Newman Luethe Henkel, Edelmann, Schlamme, Sell, y de mis autores favoritos: Gunther Grass Thomas
Bernhard, Thomas Mann, Henrich
Boll, Herman Hese, Herta Muller, Nietzsche, etcétera.
Volví a la
compu por mi defensa. Lo que fuera para justificar la errata. La letra “t” está
cerca de la “u” pero no de la “c”. Ya no te tortures, decía, buena onda, la
Princesa. Mientras yo graznaba que un jefe de redacción me habría corrido,
dudando de mi cobertura de terremotos en tres países. La Princesa me arrancó
una sonrisa al recordar el título “Nido de Erratas” y también la anécdota según
la cual el equipo de correctores de una editorial propuso publicar en cada
ejemplar el epígrafe: “En este libro no hay erratas” y cuando se publicó en el
primero apareció “eratas” en lugar de “erratas”. Tú mismo dices: no hay texto perfecto, dijo ella. Pero hay de
imperfecciones a imperfecciones, dije.
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