turbo del 15 de agosto
TURBOCRÓNICAS
DOÑA ALICIA EN EL PAÍS DE LAS
QUESADILLAS
Marco Aurelio Carballo
¿Tú crees que Jorge
Ibargüengotia (JI) hubiera escrito algo sobre los vecinos?, le preguntó la
Princesa Petunia Flowers a Feldespato. Desde luego, dijo él con firmeza. ¿Le importarían
personajes tan así?, insistió ella. ¿No merecen serlo?, dijo él. Como todo gran
escritor, a JI (1928-1983) le bastaban dos o tres detalles para crear
personajes inolvidables. ¿Cómo la mujer histérica? Sí Como ella ¿por qué no?
Acababan de leerle una entrevista a la pintora británica Joy Laville, que
aportaba información acerca del formidable sentido del humor de su esposo JI.
La viuda dijo que a él le gustaba utilizar palabras precisas por lo que ella
opinaba que era más que un escritor sarcástico. De ese modo contó la noche cuando
se asomó a la ventana para gritarle a una mujer: “¡ya cállate, pinche vieja
histérica!” Porque tenía minutos accionando la bocina de su carro pues la
habían dejado sin espacio en el lugar donde ella solía estacionarlo. Es que era
en efecto una pinche vieja histérica, dijo la pintora. ¿y en el caso de los
vecinos?, preguntó la Princesa ¿te imaginas, dijo Feldespato, lo que podría
contar? Aparte de novelas como “Maten al León”, “Esas ruinas que ves” y “Los relámpagos de agosto”, Ibargüengiotia
escribió docenas de crónicas y de artículos ubicados en barrios de Coyoacán.
Los vecinos del barrio de San Lucas, con doña Alicia a la cabeza, organizan una
borrachera cada fin de semana con música a todo volumen, ranchera, disco y
salsa. Y el remate. El remate no tiene eme. Es que ese remate, sea a la hora
que sea, es con una carrillera de cohetes chinos estallando en el patio del
vecindario. “No tienen eme”, diría Joy. JI estaría al tanto de que se trata de una
vecina con media docena de hijos y una docena de nietos. Cada año empieza y
termina un piso de su casa, motivos suficientes para organizar la borrachera
con remate de cohetes. Ella posee puestos de quesadillas en tianguis
itinerantes. JI tendría ahí material suficiente. Incluido el título, dijo Feldespato.
¿Ah sí?, ¿cuál crees tú que sería uno bueno? “Doña Alicia en el país de las
quesadillas”, dijo él, presumido.
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