TURBOCRÓNICAS
INCOMUNICACIÓN
MARCO AURELIO CARBALLO
Sí, comunicarse es cada día más difícil, admitió la
princesa. Habían comentado la actualización del lenguaje a veces para mal. Es
la vida, dijo ella. aprende a lidiarla. No es la vida que quiero, dijo él. Pero
tal y como diría el clásico aquí nos tocó. ¿Siempre ha sido así en tu caso?
Siempre. ¿Siempre y más o menos igual?, insistió ella. Hay algo peor, o
simpático según se vea. ¿Sí? ¿Qué? La jerigonza, la jerga. Los tecnicismos de
los oficios y de las profesiones. La de los médicos por ejemplo. ¿Te acuerdas?
empezaron porque no se les entendían los garabatos en las recetas. No creo que
haya sido un problema de caligrafía, sino la jerigonza. ¿Es lo peor que has
vivido? Peor porque en una de esas tu vida está de por medio. Pero de chamaco,
en unas vacaciones entré de aprendiz a un taller mecánico. Mi padre estaba
preocupado. Quinto de primaria pintaba pésimo para su hijo mayor. Sería un mal
ejemplo para los cinco hermanos menores. ¿Aprendiste? No sólo no aprendí a
bajar y a desmontar el motor de un carro, la gran hazaña perseguida, sino que
ni siquiera sé cambiar con destreza una llanta. ¿Perdiste el tiempo? No, confirmé mi gusto por
las palabras. ¿Cómo fue eso? Ahí escuché por primera vez “la madreseca
enzapatada del diferencial” Y su sinónimo “la cachafrana de la pizpirigüeta del
diferencial”. ¿No te parece ingenioso? ¿A ti sí? Cuando menos mejor que los
médicos, aunque éstos sean académicos. ¿Por qué lo dices, tú, un hipocondriaco?,
dijo ella. Cuando el paciente les pregunta por las causas de cierta enfermedad,
que ni te curan, responden: “Criptogénesis…”, que, preguntando, puede ser que
descubras un día que tu mal es, según ellos, de origen desconocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario