PARA LA PRENSA del 10 DE JULIO
TURBOCRÓNICAS
El NARCISO PERFECCONISTA
Marco Aurelio Carballo
Para Amaya Lasa Arana vs
Jesús Sánchez Rivera, a partir del 12 de julio
“Si me lees te leo”, es frase que circuló en el ámbito
periodístico del siglo XX, para protegerse de los redactores narcisistas que
salían a la calle listos a recibir elogios a diestro y siniestro. No esperaban
el comentario espontáneo, sino que preguntaban qué les había parecido lo
publicado. Como la cocinera que acaba de servir el guisado y pregunta ansiosa
qué tal le quedó. A veces había respuestas demoledoras. No pruebo mazacotes,
era una, ni papazales, otra.
Hubo imitadores con frases de
dudoso ingenio. Estoy leyendo a Homero, era una excusa. Releo a mis clásicos,
decía otro y voy apenas en el siglo de oro español. La cosa era sacudirse al
latoso busca fans a mansalva. Circuló de manera profusa la respuesta de un
redactor de medio pelo: “No estoy leyendo a nadie porque influyen mi estilo y me
lo echan a perder”.
Lo cierto es que entre los
autores hay grandes lectores que no necesitan presumir sus lecturas. Tampoco
acuñar frases para sacudirse a los cretinos caza lectores a fuerza.
Sin embargo podía crearse un
personaje semejante al que se protegía diciendo si me lees te leo. Un personaje,
Feldespato, que no sólo lea por el placer sino también por razones de trabajo.
Entonces en cierta situación declara: “Si tengo que leer una novela, leo una
mía, la que esté escribiendo. Si los maestros dicen que el primer requisito de
un libro es que debe gustarle al autor, ahí está la justificación. Tendría el
privilegio de ser el primero. Los personajes serían a mi gusto. Podría efectuar
ajustes de cuenta con personajes desagradables.
Estoy leyéndome, dijo Feldespato
en la primera oportunidad. Tiene ventajas. El uso del lenguaje, porque no me
gustan todas las palabras, y me desagrada el mal uso del tiempo de los verbos
porque no entienda lo que pretendan decirme. Así que si leo lo que escribo de
antemano tendrá que gustarme. No he descubierto desventajas. Si las hallo te cuento.
El único gusto hallado es corregirme y mejorarme. Quizá es el peor narciso, el
perfeccionista. Odio lo mal hecho.
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