EL CAZA TEMAS POR EL COGOTE
Marco Aurelio Carballo
La pregunta de su hijo menor, Mario, Mariolín, lo
asombró porque justo rumiaba el asunto de los temas de escritura. Solía
sucederle cada semana con sus turbocrónicas. Desde siempre tuvo resuelto el
problema por fortuna. Era parte del aprendizaje del oficio y sólo tenía que
esperar a que el tema apareciera y ¡saz! Atraparlo por el cogote. Con el tiempo
reparó en que todos provenían de una situación que reunía ciertos requisitos: cuatro,
mínimo. Ser absurda, surrealista, mágica o kafkiana. Muchas veces coinciden dos
o tres requisitos en una misma situación. De otro modo no le halla el chiste de
interesarse por llamarlo de algún modo.
Desde el principio advirtió
que sus maestros en periodismo de repente carecían de tema. Varios de ellos,
habilidosos, lo resolvían recurriendo al truco de la escritura automática, escribir
lo primero que se le viene a uno a la mente y enseguida ligar la segunda frase
con la primera y así. Con el tiempo, se descubre que los escritores tienen otro
sistema. No buscan el tema. El tema los busca a ellos. De esa manera el tema no
se fuerza. Cuando se fuerza no siempre queda al gusto del autor. Mariolín
preguntó cuál era el sistema que su papi seguía. El de los escritores. Si hay
suerte, el cazatemas puede ser hallado
por más de uno y anotarlo en una lista que a veces se torna extensa.
¿inagotable? Sí. ¿Cómo no, se preguntó el padre, viviendo en un país a veces absurdo,
a veces kafkiano y casi siempre surrealista o mágico? Te la pones fácil, dijo
el crío. ¿cuál de los requisitos tendrá tu siguiente tema? El mágico. Pensabas
en lo que estaba pensando yo.
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