TURBOCRÓNICA PARA LA PRENSA 6 DE JUNIO
UN MUNDO HECHO DE FRASES
Marco Aurelio Carballo
El camino de la escritura tiene vericuetos,
inaccesibles muchos. Cuando hay vocación, que empieza por la lectura, la cual
no es negociable, resulta ineludible caer en el fanatismo. Uno quiere saber
todo de todo del oficio. En ese todo hay frases que marcan. ¿Cuántas? Cientos.
En un mundo construido de frases, cientos.
Cuando le preguntaron a Bioy
Casares, amigo y alumno de Borges, cuánto tardó en aprender a escribir y él
respondió “los primeros cuarenta años son difíciles”. ¿A partir de cuándo
calcularía los míos? ¿desde los poemas cuyo fajo quemé de adolescente en el patio de la casa,
arrojado al fuego de la hojarasca del árbol de naranjas junto con mi vocación
frustrada de poeta? Incluso pensé en contar mis años por sexenios como miden todo
aquí. El tema dejó de obsesionarme porque me pregunté y ¿a poco uno repara de
súbito en que ya aprendió a escribir?, ¿quién lo certifica? Pensé en
preguntarle al próximo que me diera su tarjeta de presentación con la leyenda: “Escritor”
luego del nombre. ¿Cómo saberlo a ciencia cierta ¡Sepa!”
Entonces recordé a Antonio
Delgado, escritor tamaulipeco. Debía empezar por sentirme escritor. Pero ¿cuándo
se siente uno tal? Otra incógnita torturante. Y ¿qué dijo Antonio Delgado, presidente
de la Asociación de Escritores de México de 1988 a 1990 y amigo y paisano del querido amigo Rafael Ramírez Heredia (1942-2006)?
Dijo: Hasta cuando no escribo, escribo. Y eso ¿qué significaba? Estuve años
rumiando la frase. Cuando vi a un chico salir de una escuela de música mientras
rasgueaba incesante una guitarra imaginaria y tarareaba la canción, concluí en que
cada uno debía interpretar la frase. Eso, me dije, la actitud del chavo
guitarrista, significa escribir hasta cuando uno no escribe. Tras el
descubrimiento, me he sorprendido no cientos, miles de veces, escribiendo sin
escribir, creando personajes, describiéndolos, inventando situaciones y diálogos.
Ahora no importa si tardo 400 años o cien sexenios en aprender el oficio.
Escribiendo hasta cuando no escribo, un día lo conseguiré y, logrado, nada me
detendrá.
¿Hay más? Sí: “El que quiere
ser escritor ya no tiene derecho a vivir como los demás”. Pero esta de
Stevenson es una consigna formidable: “El escritor no debe pasar ni un minuto
en nada que no sea placentero”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario