DE TAREA, SUS PLANAS, K
Amigo Torres Cancino para la
otra hablo de enfermos, tema demasiado complejo. Dame chance. Acabo de presentar un libro y podría
escribir un mamotreto, pero ¿qué hago con el libraco? Se trata de “Cuentos del
Sur (Coneculta-Chiapas, 2012) de catorce autores.
Había gente de pie. Cuando
lees que había gente de pie ¿será
porque no alcanzan las sillas? La editorial envió 40 ejemplares. Es decir, 2.8
libros para cada autor. Si alguien quiso comprarlo nanay. Tuve una idea. Abandoné
el pomposamente llamado presidium y le pedí a mi hermana 10 ejemplares de
“Soconusquenses. Crónicas y semblanzas (Coneculta-Chiapas, 2000). Cuando volví,
la profesora Laura Dalila Cancino Gordillo llamaba a cada autor y le entregaba
sus dos ejemplares. Mi querida prima, Denise López Espinal, regidora, me amonestó por haber dejado mi
asiento.
Caía un pencazo de agua. El
techo de la explanada del palacio municipal es de lámina. El ruido estaba por
encima del sistema de sonido. El micrófono parecía de karaoke. Le dije en
susurros que propusiera la compra de un sistema de sonido profesional. En la
tierruca llueve seis meses. En cualquier ceremonia ahí el fragor semeja el del
diluvio universal.
Denise me vio sesgado, cual
diciendo ¡¿cómo crees?! Entonces vi a mi hermana. Estaba a la puerta de
entrada. Los gendarmes se habían negado a abrir. Afuera llovía y dentro era un
horno crematorio nazi. Accedieron luego de presentarles una orden por escrito
con firmas y sellos y trece copias. Mi hermana estaba empapada con los
mamotretos en una bolsa de plástico. Era mi oportunidad de vender algo. Desde
mi primer libro supe que no sería un superventas, ni escribiendo “Lolita II”.
Ahora iba a aprovechar a la gente presa del consumismo por El Buen Fin. Pero… no
soy mercader. Así que los regalé como si la colegiatura de mi hijo menor no se
llevara 90 por ciento del sueldo de mi Petunia.
Menos soy políticamente
correcto. Así los quieren, dije, y mi prima volvió a ignorarme. Un asesor les
diría que los políticamente correctos son malos periodistas y escritores. En
primera instancia (para usar su deleznable lenguaje) les diría que una novela
es revolución no diversión. Ese asesor le soplaría quién dijo la frase para que
no lo acusaran de plagio. En segunda instancia le dejaría de tarea, al k, cien planas con los títulos de tres libros porque
todos esos k pretenden ser presidentes de la república.
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