Martes 16 de diciembre del 2008
Querido Mariolín: He tenido que recurrir a este medio dadas tus ocupaciones, ahora acentuadas con los exámenes de la prepa. Se me ocurrió el medio porque al día siguiente de tu charla por teléfono de cinco horas treinta y siete minutos, le comenté el suceso a tu mamá. Le pregunté si ella consideraba que el asunto “estaba mal”. Sí, me dijo con un gesto de desaliento. Le dije que acaso era mejor que platicaras con una amiga cinco horas treinta y siete minutos en lugar de salir de noche a tomar un café por ahí. La inseguridad. El alcoholímetro. Los pederastas. Tu mami P. me dio a entender que no era flirteo sino que estabas estudiando para el examen del día siguiente. Quedé perplejo, pero me repuse de inmediato.
No era mala idea, si tomamos en cuenta las distancias que deben recorrerse en la megaurbe. Choques. Atropellados. Aviones que te caen en la cabeza. Pero entonces ¿por qué me habías preguntado mi edad para dársela a tu interlocutora cuando pasé al baño del estudio? Supuse que entre capítulo y capítulo del examen se valía hablar de fruslerías, como lo es la fruslería de mi edad. Entonces le pedí a tu mami que te recordara cuáles son las reglas para el uso de mi compu y de mi silla de trabajo. No recuerdo si te he platicado que destruyo una de esas sillas cada año, culiatornillado escribiendo. Ya no son como las de antes, pero sí más caras. Desde luego tú antes que nadie tienes derecho a usarla porque tú la armaste. Sabes que odio los instructivos. Pero me parece arriesgado que hagas malabares en ella, en la silla, como si fuera la patineta de tu papi. De rodillas sobre el asiento y meciéndote con los codos en el respaldo, el auricular en la oreja. Tu mami P. se fue encendiendo. Chaparrita y todo pero de pronto la vez como del tamaño de Uma Thurman. Ya sabes por las que atraviesa. P. no Uma. Entonces me dijo que a ella no le gustaba regañar. Por supuesto le dije que no quería que te regañara sino que te educara.
Lo del regaño tenía jiribilla. Ella me acusa de pasarme el tiempo regañándola, pero no regaño es crítica. Una de sus malas interpretaciones y una de mis deformaciones profesionales. De haberse casado con un diputado...
Hubiera querido recordarle la frase de Schopenhahuer, pero en casa es ya frase manoseada. “No hay malos padres”, habría dicho Schopenhahuer, según el colega el Diablo Ibarra, “hay malas madres”. Así que díjeme que me dije hablaré con Mariolín cuando regrese de su examen. Pero no creas tú, Mariolín, que la respuesta materna me satisfizo. No. Sentí una descarga interna de humor negro y de bilis, y no pude trabajar y mejor me fui a la peluquería. Después de una caminata de media hora y con los pelitos haciéndome la vida imposible en la nuca llegué al Depor. Pero ¿qué crees? Estaba cerrado. Entonces caminé de regreso a casa otros quince minutos. De vez en vez me sacudía el cabello y me rascaba y me metía los dedos en las orejas porque los malditos pelos parecían como manipulados por tu mami. La gente sólo me miraba. Claro, ni modo que me preguntaran: ¿Está usted bien? o ¿Se siente poseído por la Santa Muerte? Eso de se siente bien sólo ocurre en las películas. Aquí te ven con desprecio. Si te ven.
Luego del baño, de donde me quisieron sacar primero tú y enseguida tu mami porque había llegado el plomero a cambiar no sé qué bitoque, díjeme que me dije sólo dos pálidos jaiboles van a drenarme el humor negro y la bilis. Pero dobles los jijoesú, diríamos en Los Mochis. No, mejor triples. La falta del perro embotellado me hizo servirme dos fajazos de mezcal con agua tónica. Mezcaltónic. Una mezcla que espero haber descubierto yo.
Me cayeron tan bien que me hicieron sentir que podía aguantar otros treinta años al lado de tu mami. Pero al mismo tiempo se me ocurrió darle una lección. Antes iba a hablar contigo. De que podías usar el teléfono del estudio y mi patineta, pero no cinco horas treinta y siete minutos. Fue imposible. La presencia de tu amigo Diego, Macedo o Chato… Debes decirme quién es cada vez que llega uno de ellos. No me gustaría decirle Macedo a Diego o viceversa. La lección fue que me puse a leer en la mesa, pero me temo que nadie se dio cuenta, ni tu mami ni tu abuelita. Ellas sólo hablan del Palacio de Hierro. Cuando tu mami reclamara, pensaba emitir un rollo de media cuartilla sobre la gente grosera. Decirle que nacimos groseros, nacimos animalitos, y es necesario recibir una buena cepillada a lo largo de la vida. Claro, la educación se mama, pero es necesario ponerse al día porque nuestros padres son superados no en veinticinco años, en cinco o seis. Superados en cuanto a buenas y malas maneras. Se sabe que entre más te educas más grosero puedes ser.
Por eso te pedí tu correo. ¿Será el último intento para comunicarme contigo? No. Queda mi blogspot. ¿Esperaré a que acuses de recibido? Tampoco. No quiero correr el riesgo de que la máquina me rebote el correo. He observado que tu caligrafía es como del siglo XXII. En mi blogspot puedes escribir lo que quieras. Sin duda estas líneas serán terapéuticas. Para mí. El mezcaltónic me hace bien a la corta porque a la larga…
Tu padre que te quiere un poco más civilizado de lo que está en manos de tu mami civilizarte.
Estimado Marco: He visitado tu blog, sigo investigando lo del contador de visitas. Te mandaré un link o una liga para que entres y veas todos los gadgets.
ResponderEliminarSaludos.
José Domingo Perez Sarmiento
P.D. Mi blog, lo estoy rehaciendo.
JDPS: Gracias: MAC.
ResponderEliminarExcelente crónica de lo que le pasa a la gran mayoría de padres de adolescentes. Lo mismo me veo haciendo yo en algunos años, pues tengo dos hijos varones de 5 y 7. Lamentáblemente llega una edad donde nos ven "aburridos" y se distancían un poco o un mucho y una buena estrategia es conocer a sus amigos, interesarse en ellos lo suficiente para no confundirlos, eso lo hará ver que se interesa en sus cuates y al conocerlos a ellos conocerá en que ondas anda su hijo.
ResponderEliminarSaludos y suerte en esta, su mayor y más difícil empresa: la de padre de familia.
Maestro MAC:
ResponderEliminarPresento acuse de recibo en el blog... si apareció tu comentario... no tres veces, sólo una, que era la reflexión sobre si las otras habían llegado.
Ahora bien... ¿andás buscando un contador de visitas? Yo tengo uno, que es un mapamundi (eso creo)... si te interesa el modelito decime, pa que te mande el HTML y lo podás subir a tu blog.
Saludos