Turbocrónicas
FRAGMENTO 86
de “El último
protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las
narices de mango”, novela de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
De su tratado hablaba con los amigotes y con su oyente
cautiva. En esas páginas iba a analizar los problemas políticos y económicos
del país y las razones por las cuales permanecían irresolutos. También de la
idiosincrasia del mexicano, de su cursilería y de su actitud de sabihondo no
obstante el atraso cultural en el que nace, crece y muere, afirmaba. De lo
chingón que se siente… El asno hablando de orejas, como dicen. La idea
sencilla, planteada así, la supe desde el principio. Yo desconocía el
propósito, si es que bullía una intención en su mente autodestructiva. ¿Qué
perfil desconocido iba a estudiarle al mexicano tan estudiado?
––Falta el estudio de uno de abajo y desde dentro
––dijo––. Actuaré de conejillo de Indias… ¿Cómo pueden los exquisitos
conocernos encerrados en su capillita, aplastados sobre su culo seco en la
antiséptica torre de marfil?
––Así lo han hecho todos ––le dije––. Existe la
introspección y se han de ver en el espejo.
––Sí ––contestó––. Pero falta el punto de vista desde
donde estoy situado yo, en el mero centro... Además, ¿sabes qué?, analizaré la
influencia del angloamerican way of life
sobre el físico y la idiosincrasia de nuestras etnias. Imitamonos ridículos.
Ah, ta bueno, quise decirle, y darle el beneficio de,
entre comillas, a lo mejor. ¿Me había casado con el Schopenhauer totonaca? Al
Triple Ele le miraba la facha de un Nietzsche sin bigotes antes de que la
sífilis lo llevara al manicomio. Siempre y cuando no lloviera. Siempre y cuando
no se parara a ver la lluvia cayendo sobre las palmeras del camellón. Entonces
Leoncito Bubú se apoderaba del Nietzsche jarocho.
No debe contarse
nada de un texto inédito, dicen,
porque el proyecto se frustra. Lo comprobé con Leo. Es una de las
características del hablantín. Se les van las energías por la boca, se
desinflan, lic. Otros anuncian la novela superior a El Quijote y jamás la escriben. Si los presionas, ya la han
empezado, aseguran, y cuando les preguntas de qué va se excusan supersticiosos.
Mueren y nada de nada. Sucedió con Leo.
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